/ sábado 28 de julio de 2018

La esperanza del mundo

Quizá el que está envuelto en la vanidad y la soberbia piense que hablamos de él, pues ya se ve y se siente como la esperanza del país. Pero la realidad es que la educación es la esperanza del mundo y la juventud es, principalmente, el campo fértil dónde cultivarla.

Es un hecho probado que los desacuerdos y dificultades entre los hombres y las naciones, tanto aquí como en el mundo entero, se deben a la falta de oportunidades y métodos más amplios y claros de educación; mas no de indoctrinación, como lo prefieren tradicionalmente los gobiernos de izquierda donde se forjan las luchas de clases; el odio y las envidias entre las personas.

Quizá también sea un sueño disipar la ignorancia, la cual es de suma utilidad para el nuevo gobierno. En realidad, terminar con la ignorancia nos sirve para acabar con el egoísmo, los perjuicios, la sospecha, la envidia y el antagonismo en todas las esferas: en los negocios, en las profesiones, en las artes, en la política, en la religión, en los hogares y en el país.

Cultura no es haber leído muchos libros. Eso no hace mejores médicos, mejores ingenieros, mejores abogados y muchos menos mejores políticos o mejores líderes.

El mucho leer y poco pensar no nutre la mente. Es, como tratar de desarrollar el cuerpo con mucho comer y hacer poco ejercicio. El que nada más recuerda lo que ha leído y todo lo recibe como verdad, es solamente un tonto semiinstruido. Nunca aceptemos como verdad todo lo que leemos.

Leer libros es todo un placer, pero a menos que hagamos que lo que leemos resulte de utilidad para nuestros semejantes, no le sirve de mucho a la sociedad. Es muy importante hacer algo con lo que aprendimos con la lectura, pues el progreso humano depende del desarrollo del cerebro por medio de la educación.

Ser culto es tener consciencia, es saber pensar, escuchar, sentir y ver la importancia de reconocer y cumplir nuestras obligaciones para con la sociedad, para el país y no atenernos a ver cuántos de los regalos prometidos serán entregados sin arruinar la nación.

Si se quiere en realidad una verdadera reforma social, lo primero que se necesita es educar a la gente, pero no educarla al criterio, creencias y mala fe de un gobierno. Necesitamos conocimientos, principios universales y una mentalidad más allá de las creencias de asesores que nos pueden llevar al irrespeto o asesinatos de los ciudadanos (Nicaragua) o a al irrespeto e inflaciones de un millón por ciento (Venezuela).

La verdadera educación, la esperanza del mundo,, es la que adquirimos por la experiencia, los caminos que recorremos, la fuerza que desarrollamos con lo que sabemos, y sobre todo, con el servicio que prestamos con la instrucción recibida.


Quizá el que está envuelto en la vanidad y la soberbia piense que hablamos de él, pues ya se ve y se siente como la esperanza del país. Pero la realidad es que la educación es la esperanza del mundo y la juventud es, principalmente, el campo fértil dónde cultivarla.

Es un hecho probado que los desacuerdos y dificultades entre los hombres y las naciones, tanto aquí como en el mundo entero, se deben a la falta de oportunidades y métodos más amplios y claros de educación; mas no de indoctrinación, como lo prefieren tradicionalmente los gobiernos de izquierda donde se forjan las luchas de clases; el odio y las envidias entre las personas.

Quizá también sea un sueño disipar la ignorancia, la cual es de suma utilidad para el nuevo gobierno. En realidad, terminar con la ignorancia nos sirve para acabar con el egoísmo, los perjuicios, la sospecha, la envidia y el antagonismo en todas las esferas: en los negocios, en las profesiones, en las artes, en la política, en la religión, en los hogares y en el país.

Cultura no es haber leído muchos libros. Eso no hace mejores médicos, mejores ingenieros, mejores abogados y muchos menos mejores políticos o mejores líderes.

El mucho leer y poco pensar no nutre la mente. Es, como tratar de desarrollar el cuerpo con mucho comer y hacer poco ejercicio. El que nada más recuerda lo que ha leído y todo lo recibe como verdad, es solamente un tonto semiinstruido. Nunca aceptemos como verdad todo lo que leemos.

Leer libros es todo un placer, pero a menos que hagamos que lo que leemos resulte de utilidad para nuestros semejantes, no le sirve de mucho a la sociedad. Es muy importante hacer algo con lo que aprendimos con la lectura, pues el progreso humano depende del desarrollo del cerebro por medio de la educación.

Ser culto es tener consciencia, es saber pensar, escuchar, sentir y ver la importancia de reconocer y cumplir nuestras obligaciones para con la sociedad, para el país y no atenernos a ver cuántos de los regalos prometidos serán entregados sin arruinar la nación.

Si se quiere en realidad una verdadera reforma social, lo primero que se necesita es educar a la gente, pero no educarla al criterio, creencias y mala fe de un gobierno. Necesitamos conocimientos, principios universales y una mentalidad más allá de las creencias de asesores que nos pueden llevar al irrespeto o asesinatos de los ciudadanos (Nicaragua) o a al irrespeto e inflaciones de un millón por ciento (Venezuela).

La verdadera educación, la esperanza del mundo,, es la que adquirimos por la experiencia, los caminos que recorremos, la fuerza que desarrollamos con lo que sabemos, y sobre todo, con el servicio que prestamos con la instrucción recibida.