/ viernes 29 de julio de 2022

La falsa soberanía que defendemos

Por Chava Carrejo


En días pasados nos enfrentamos a la noticia de que, primero Estados Unidos y después Canadá, llamaron a consultas a México en el marco del Tratado de Libre Comercio (T-MEC), sobre las posturas en la política energética que nuestro gobierno ha asumido.

Este mecanismo previsto en el tratado es una forma diplomática de “llamarlo a cuentas”, porque a juicio de nuestros principales socios comerciales, nuestro país está incumpliendo los principios que sustentan el acuerdo comercial.

El asunto no es menor, ya que, de no resolver el diferendo, podríamos enfrentar sanciones económicas en represalia, lo que generaría consecuencias muy graves para nuestra economía, justo en el peor momento posible (quinta ola Covid, alta inflación, recesión en puerta, etc.).

Llama la atención la ligereza con la que el presidente de la república ha tomado el asunto, incluso con tono de burla hacia nuestros socios y con desdén hacia los mecanismos del propio tratado.

Queda claro que las posturas del presidente están basadas en una ideología, lo cual en sí mismo es normal, ya que los políticos son postulados por partidos que tienen un cuerpo de ideas bien definidas y que, al momento de llegar al poder, sus decisiones son normadas e inspiradas en sus creencias.

Sin embargo, también se espera de un estadista una buena dosis de pragmatismo donde se privilegien los intereses de los gobernados, por encima de criterios ideológicos, y más aún, cuando, como en este caso, son modelos anacrónicos y de probado fracaso en múltiples regiones del mundo: modelos de una economía cerrada, centralizada y promotora de monopolios estatales.

La bandera es defender la soberanía… el viejo argumento que el petróleo es de los mexicanos… analicemos con mayor detalle el punto, y veamos realmente qué es lo que se está defendiendo.

En el 2021 la pérdida que registró Pemex fue de 224.4 mil millones de pesos. La subsidiaria “Pemex Transformación Industrial”, encargada de actividades como refinación y petroquímica, registró las mayores pérdidas para Petróleos Mexicanos, que fueron de 172.4 mil millones de pesos. Incluso en esta empresa, presenta números negativos desde la parte alta de su Estado de Resultados, es decir, refleja una pérdida bruta de 83.4 mil millones de pesos.

En palabras más simples, imaginemos un pequeño comercio, que compra un producto a $10 y lo vende a $7. De entrada, ya le está perdiendo, y aún falta restarle costos, gastos, impuestos, intereses, etc.

Llama la atención que estos resultados son de la línea de negocios que incluye la refinación de gasolinas, la gran apuesta de este gobierno con la refinería Dos Bocas. Es decir, no sólo estamos invirtiendo en un negocio que en 30 años ya será obsoleto con los autos eléctricos, sino que, además, somos muy malos para ese negocio.

En cuanto a la deuda, Pemex acumula una suma de sus pasivos de 2.16 billones de pesos (sí, 2.16 millones de millones de pesos). Sólo por concepto de costos financieros al servicio de la deuda (intereses, comisiones, etc.), Pemex pagó 145.8 mil millones de pesos, siendo así la compañía petrolera más endeudada del mundo.

Este lastre es el que defendemos, y que peor aún, nos puede generar mayores afectaciones en otros sectores de la economía mexicana que sí son productivos, en caso de perder una controversia con nuestros socios comerciales, vía sanciones y aranceles.

En entregas posteriores hablaremos de la CFE y de las consecuencias para México y para Chihuahua en caso de que el gobierno federal continúe con la misma postura.

Por Chava Carrejo


En días pasados nos enfrentamos a la noticia de que, primero Estados Unidos y después Canadá, llamaron a consultas a México en el marco del Tratado de Libre Comercio (T-MEC), sobre las posturas en la política energética que nuestro gobierno ha asumido.

Este mecanismo previsto en el tratado es una forma diplomática de “llamarlo a cuentas”, porque a juicio de nuestros principales socios comerciales, nuestro país está incumpliendo los principios que sustentan el acuerdo comercial.

El asunto no es menor, ya que, de no resolver el diferendo, podríamos enfrentar sanciones económicas en represalia, lo que generaría consecuencias muy graves para nuestra economía, justo en el peor momento posible (quinta ola Covid, alta inflación, recesión en puerta, etc.).

Llama la atención la ligereza con la que el presidente de la república ha tomado el asunto, incluso con tono de burla hacia nuestros socios y con desdén hacia los mecanismos del propio tratado.

Queda claro que las posturas del presidente están basadas en una ideología, lo cual en sí mismo es normal, ya que los políticos son postulados por partidos que tienen un cuerpo de ideas bien definidas y que, al momento de llegar al poder, sus decisiones son normadas e inspiradas en sus creencias.

Sin embargo, también se espera de un estadista una buena dosis de pragmatismo donde se privilegien los intereses de los gobernados, por encima de criterios ideológicos, y más aún, cuando, como en este caso, son modelos anacrónicos y de probado fracaso en múltiples regiones del mundo: modelos de una economía cerrada, centralizada y promotora de monopolios estatales.

La bandera es defender la soberanía… el viejo argumento que el petróleo es de los mexicanos… analicemos con mayor detalle el punto, y veamos realmente qué es lo que se está defendiendo.

En el 2021 la pérdida que registró Pemex fue de 224.4 mil millones de pesos. La subsidiaria “Pemex Transformación Industrial”, encargada de actividades como refinación y petroquímica, registró las mayores pérdidas para Petróleos Mexicanos, que fueron de 172.4 mil millones de pesos. Incluso en esta empresa, presenta números negativos desde la parte alta de su Estado de Resultados, es decir, refleja una pérdida bruta de 83.4 mil millones de pesos.

En palabras más simples, imaginemos un pequeño comercio, que compra un producto a $10 y lo vende a $7. De entrada, ya le está perdiendo, y aún falta restarle costos, gastos, impuestos, intereses, etc.

Llama la atención que estos resultados son de la línea de negocios que incluye la refinación de gasolinas, la gran apuesta de este gobierno con la refinería Dos Bocas. Es decir, no sólo estamos invirtiendo en un negocio que en 30 años ya será obsoleto con los autos eléctricos, sino que, además, somos muy malos para ese negocio.

En cuanto a la deuda, Pemex acumula una suma de sus pasivos de 2.16 billones de pesos (sí, 2.16 millones de millones de pesos). Sólo por concepto de costos financieros al servicio de la deuda (intereses, comisiones, etc.), Pemex pagó 145.8 mil millones de pesos, siendo así la compañía petrolera más endeudada del mundo.

Este lastre es el que defendemos, y que peor aún, nos puede generar mayores afectaciones en otros sectores de la economía mexicana que sí son productivos, en caso de perder una controversia con nuestros socios comerciales, vía sanciones y aranceles.

En entregas posteriores hablaremos de la CFE y de las consecuencias para México y para Chihuahua en caso de que el gobierno federal continúe con la misma postura.