/ sábado 22 de junio de 2019

La farmacia

Intentemos entender, con la figura retórica de la metáfora, la realidad que enfrentamos los ciudadanos después de concluir el sexenio gubernamental más dañino en la historia de nuestra entidad; la era del “corruptiduartismo chihuahuense”, cuyos altos perjuicios seguimos pagando.


A usted, estimado lector, por convocatoria formal y con una mayoría incuestionable, le fue designada la honrosa comisión de administrar la única farmacia popular del pueblo, pues el gerente anterior huyó después de cínicamente desfalcar sus finanzas. El pueblo se quedó de un día para otro sin poder suministrar a sus habitantes los medicamentos y artículos de curación vitales para preservar la salud y recuperar la de los enfermos.


Pareciera una tarea sencilla, pero al recibir tan honrosa comisión, se encuentra usted con una farmacia con los estantes vacíos. Un negocio con pocos medicamentos, la mayoría ya caducos y que ni siquiera pertenecen al cuadro básico elemental. No hay un inventario de medicinas de nueva generación y mucho menos instrumental básico para atender oportunamente la más sencilla emergencia. Tiene prácticamente frente a usted una farmacia a punto de cerrar que, si bien le va, a lo mucho aguantará poco menos de medio año para cerrar sus puertas.


Al revisar los archivos de contabilidad, se da cuenta que el negocio está prácticamente en quiebra. Con una asfixiante deuda financiera que anula la posibilidad de recurrir a una estrategia crediticia y sin algún proveedor que se vea dispuesto a arriesgar un solo centavo más, pues su administración pareciera queso gruyere, con múltiples filtraciones por donde se fuga el escaso capital y los precarios recursos que pudieran ingresar.


Una plantilla enorme de empleados que en su mayoría son tan antiguos como leales y que difícilmente se podría recortar por lo costoso que resultaría su obligada liquidación.


Luego piensa usted en recurrir a la matriz farmacéutica central con sede en la capital del país, para pedir auxilio financiero mientras logra eliminar los viejos vicios que hundieron su sucursal. Pero resulta que la dirección general está bajo el mando de su más férreo y obcecado rival. Un director general obcecado en negar oxigenación a cualquiera sucursal que le signifique el riesgo de perder su poder de dirección e influencia comercial.


Para cambiar las difíciles circunstancias requiere usted de una enorme paciencia y habilidad de negociación, un enorme empeño para generar confianza que le permita convencer a quienes le pueden ayudar: bancos, empresarios o la propia dirección central, que su propósito no es obtener lucro personal, sino exclusivamente procurar el bien común y brindar atención digna y de calidad, la que se merecen todos los habitantes de su pueblo.


Podría agregar algunos ingredientes más para complicar aún más éste metafórico relato. Pero creo que con lo que ya hemos descrito podremos entender la realidad de la que estamos hablando. A casi tres años de inicio de esta narración la farmacia de nuestro pueblo no sólo se encuentra de nuevo en pie, sino que poco a poco ha ido creciendo y ya ofrece mejores servicios a todos quienes la necesitamos. A pesar de quienes aún no creen y se oponen a la nueva administración.


alfredopineraguevara@gmail.com


Intentemos entender, con la figura retórica de la metáfora, la realidad que enfrentamos los ciudadanos después de concluir el sexenio gubernamental más dañino en la historia de nuestra entidad; la era del “corruptiduartismo chihuahuense”, cuyos altos perjuicios seguimos pagando.


A usted, estimado lector, por convocatoria formal y con una mayoría incuestionable, le fue designada la honrosa comisión de administrar la única farmacia popular del pueblo, pues el gerente anterior huyó después de cínicamente desfalcar sus finanzas. El pueblo se quedó de un día para otro sin poder suministrar a sus habitantes los medicamentos y artículos de curación vitales para preservar la salud y recuperar la de los enfermos.


Pareciera una tarea sencilla, pero al recibir tan honrosa comisión, se encuentra usted con una farmacia con los estantes vacíos. Un negocio con pocos medicamentos, la mayoría ya caducos y que ni siquiera pertenecen al cuadro básico elemental. No hay un inventario de medicinas de nueva generación y mucho menos instrumental básico para atender oportunamente la más sencilla emergencia. Tiene prácticamente frente a usted una farmacia a punto de cerrar que, si bien le va, a lo mucho aguantará poco menos de medio año para cerrar sus puertas.


Al revisar los archivos de contabilidad, se da cuenta que el negocio está prácticamente en quiebra. Con una asfixiante deuda financiera que anula la posibilidad de recurrir a una estrategia crediticia y sin algún proveedor que se vea dispuesto a arriesgar un solo centavo más, pues su administración pareciera queso gruyere, con múltiples filtraciones por donde se fuga el escaso capital y los precarios recursos que pudieran ingresar.


Una plantilla enorme de empleados que en su mayoría son tan antiguos como leales y que difícilmente se podría recortar por lo costoso que resultaría su obligada liquidación.


Luego piensa usted en recurrir a la matriz farmacéutica central con sede en la capital del país, para pedir auxilio financiero mientras logra eliminar los viejos vicios que hundieron su sucursal. Pero resulta que la dirección general está bajo el mando de su más férreo y obcecado rival. Un director general obcecado en negar oxigenación a cualquiera sucursal que le signifique el riesgo de perder su poder de dirección e influencia comercial.


Para cambiar las difíciles circunstancias requiere usted de una enorme paciencia y habilidad de negociación, un enorme empeño para generar confianza que le permita convencer a quienes le pueden ayudar: bancos, empresarios o la propia dirección central, que su propósito no es obtener lucro personal, sino exclusivamente procurar el bien común y brindar atención digna y de calidad, la que se merecen todos los habitantes de su pueblo.


Podría agregar algunos ingredientes más para complicar aún más éste metafórico relato. Pero creo que con lo que ya hemos descrito podremos entender la realidad de la que estamos hablando. A casi tres años de inicio de esta narración la farmacia de nuestro pueblo no sólo se encuentra de nuevo en pie, sino que poco a poco ha ido creciendo y ya ofrece mejores servicios a todos quienes la necesitamos. A pesar de quienes aún no creen y se oponen a la nueva administración.


alfredopineraguevara@gmail.com