/ sábado 28 de septiembre de 2019

La Fraternidad Universal

A partir de que nuestro presidente dio entre sus loas un “Viva la Fraternidad Universal”, brotó en los medios de comunicación la cuestión de si practica la masonería o no, y esto preocupó a algunos católicos. Amable lector, lectora, si usted se pregunta cómo defender su religión, la respuesta es muy sencilla: no caer en provocaciones e informarse.

Es sabido que nuestra guerra cristera fue por la Ley Calles, dictada por Elías Calles, presidente masón, que prohibía que los padres educaran en la Fe católica a sus hijos y exigía que los sacerdotes se inscribieran en el municipio y pidieran permiso para dar misa. Enredados en dimes y diretes, en 1925, el gobierno prohibió el culto y comenzó la Guerra Cristera; y ¿qué pasó después de que se enfriaron los muertos? Nada. Los católicos volvieron a sus iglesias y el gobierno a gobernar.

La Fraternidad Universal y la Fraternidad Masónica nada tienen que ver. La Gran Fraternidad Universal se cruzó en mi camino y la estudié por un tiempo hace quince años, cuando comenzaba mis clases de yoga, y los maestros nos recomendaban que, al igual que íbamos a fortalecer nuestros cuerpos, fortaleciéramos también nuestra integridad, para ello llevábamos un manual, que me encantaba porque hablaba del desarrollo de las virtudes, el altruismo, el servicio y del dominio de la mente, que me eran imposibles de realizar, pues mi vida estaba enmarañada en el ego, las enfermedades físicas y, lo peor de todo, la ingratitud hacia las bondades que la vida, tan espléndidamente, me daba.

El fundador de la Gran Fraternidad Universal es Serge Raynaud, esotérico y matemático que nos dice, con afirmaciones sencillas, que nuestro corazón late cuatro veces en una inhalación-exhalación, igual que las cuatro estaciones de un año de la Tierra, o sea un minuto para nosotros es un año para la Tierra; y de ahí parte una serie de mediciones que terminan en las eras reflejadas en la vuelta que dan las costelaciones para terminar un ciclo del zodiaco. En aquel tiempo me encantó saber que Taurus fue la era de los egipcios, Aries la del becerro de oro, Piscis, la de Jesucristo, el pescador de hombres, y ahora estamos en la de Acuario, que será, según la GFU, la era del esclarecimiento de todos los misterios, ¿le suena lógico?

Gracias al grito de AMLO, desempolvé mis viejos manuales del Instituto Mundial para el Desarrollo Humano, donde leí, hace quince años, que somos vibración constante, cosa que no entendí, y ahora comprendo por completo.

Querido lector, lectora, AMLO es un provocador, y tal vez lo hizo para escandalizar, o a lo mejor Beatriz se lo pidió al oído. No lo sé, pero lo que sí sé es que no debemos caer en provocaciones y enfrentamientos por religiones o filosofías.

Recuerde que la mejor religión es la que nos hace ser mejores personas.


www.silviagonzalez.com.mx

A partir de que nuestro presidente dio entre sus loas un “Viva la Fraternidad Universal”, brotó en los medios de comunicación la cuestión de si practica la masonería o no, y esto preocupó a algunos católicos. Amable lector, lectora, si usted se pregunta cómo defender su religión, la respuesta es muy sencilla: no caer en provocaciones e informarse.

Es sabido que nuestra guerra cristera fue por la Ley Calles, dictada por Elías Calles, presidente masón, que prohibía que los padres educaran en la Fe católica a sus hijos y exigía que los sacerdotes se inscribieran en el municipio y pidieran permiso para dar misa. Enredados en dimes y diretes, en 1925, el gobierno prohibió el culto y comenzó la Guerra Cristera; y ¿qué pasó después de que se enfriaron los muertos? Nada. Los católicos volvieron a sus iglesias y el gobierno a gobernar.

La Fraternidad Universal y la Fraternidad Masónica nada tienen que ver. La Gran Fraternidad Universal se cruzó en mi camino y la estudié por un tiempo hace quince años, cuando comenzaba mis clases de yoga, y los maestros nos recomendaban que, al igual que íbamos a fortalecer nuestros cuerpos, fortaleciéramos también nuestra integridad, para ello llevábamos un manual, que me encantaba porque hablaba del desarrollo de las virtudes, el altruismo, el servicio y del dominio de la mente, que me eran imposibles de realizar, pues mi vida estaba enmarañada en el ego, las enfermedades físicas y, lo peor de todo, la ingratitud hacia las bondades que la vida, tan espléndidamente, me daba.

El fundador de la Gran Fraternidad Universal es Serge Raynaud, esotérico y matemático que nos dice, con afirmaciones sencillas, que nuestro corazón late cuatro veces en una inhalación-exhalación, igual que las cuatro estaciones de un año de la Tierra, o sea un minuto para nosotros es un año para la Tierra; y de ahí parte una serie de mediciones que terminan en las eras reflejadas en la vuelta que dan las costelaciones para terminar un ciclo del zodiaco. En aquel tiempo me encantó saber que Taurus fue la era de los egipcios, Aries la del becerro de oro, Piscis, la de Jesucristo, el pescador de hombres, y ahora estamos en la de Acuario, que será, según la GFU, la era del esclarecimiento de todos los misterios, ¿le suena lógico?

Gracias al grito de AMLO, desempolvé mis viejos manuales del Instituto Mundial para el Desarrollo Humano, donde leí, hace quince años, que somos vibración constante, cosa que no entendí, y ahora comprendo por completo.

Querido lector, lectora, AMLO es un provocador, y tal vez lo hizo para escandalizar, o a lo mejor Beatriz se lo pidió al oído. No lo sé, pero lo que sí sé es que no debemos caer en provocaciones y enfrentamientos por religiones o filosofías.

Recuerde que la mejor religión es la que nos hace ser mejores personas.


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