/ sábado 9 de junio de 2018

La guerra comercial de Trump

El presidente Donald Trump inició la guerra comercial en contra de México, Canadá y las naciones de la Unión Europea al ordenar que se aplicaran aranceles a la importación de acero (25%) y aluminio (10%) provenientes de estos países a partir del primero de junio de este año.

La decisión unilateral del gobierno estadounidense enrarece aún más las relaciones comerciales entre estos tradicionales países aliados. No se diga a las negociaciones del TLCAN que están en peligro de ser canceladas pues Trump reiteró una vez más que preferiría llegar a acuerdos por separado con Canadá y México.

La reprobación de los países involucrados con esta arbitraria medida se da pocos días antes de la reunión del G7 en Canadá, uno de los principales países afectados por la acción estadounidense. El primer ministro canadiense Justin Trudeau anunció que la decisión de Trump los obligaría a tomar represalias, al igual que lo anunció México mientras que los ministros de finanzas del G7 expresaron su decepción por la imposición de aranceles.

Tal y como lo vaticinó el vocero del FMI, todos pierden en una guerra comercial prolongada. Canadá y la Unión Europea amenazaron con denunciar ante la OMS la medida estadounidense, por lo que el pleito se puede complicar si al aumentar sus aranceles le dan pauta a Trump para que imponga otros más, por lo que los más afectados a fin de cuentas lo serán los productores y consumidores de los países involucrados.

El problema de fondo es que el actual presidente estadounidense es uno de los pocos mandatarios que se empecinan en tratar de cumplir sus promesas de campaña, por absurdas e irrealizables que éstas pudieran haber sido.

El candidato Trump no termina en convertirse en el estadista que debería ser y está preocupado por ganar las elecciones legislativas de este año pues no sólo su reelección está en juego sino su propia supervivencia, pues si ganan los demócratas la mayoría del congreso es casi seguro que le harían un juicio político y lo echarían de la Casa Blanca.

Además de su declaración de guerra comercial a los aliados olvidándose extrañamente de China, Trump está empecinado en construir su muro con México y amenaza a los legisladores con cerrar el gobierno federal si no le aprueban el financiamiento total que sería de unos 18 mil millones de dólares.

Su terquedad rayana en la locura por levantar una barrera física en toda la frontera con nuestro país sigue siendo su principal propuesta electoral y para lograrlo está decidido a todo, incluso a crear una crisis de gobernabilidad.

La decisión más cuerda que deberían tomar los ciudadanos norteamericanos es votar en contra del partido republicano y presionar a los nuevos legisladores para que lo enjuicien política y judicialmente. Los norteamericanos deben corregir su grave error del 2016 y despedir a Trump antes de que con sus irracionales decisiones le siga haciendo más daño a su país así como al resto del mundo.


El presidente Donald Trump inició la guerra comercial en contra de México, Canadá y las naciones de la Unión Europea al ordenar que se aplicaran aranceles a la importación de acero (25%) y aluminio (10%) provenientes de estos países a partir del primero de junio de este año.

La decisión unilateral del gobierno estadounidense enrarece aún más las relaciones comerciales entre estos tradicionales países aliados. No se diga a las negociaciones del TLCAN que están en peligro de ser canceladas pues Trump reiteró una vez más que preferiría llegar a acuerdos por separado con Canadá y México.

La reprobación de los países involucrados con esta arbitraria medida se da pocos días antes de la reunión del G7 en Canadá, uno de los principales países afectados por la acción estadounidense. El primer ministro canadiense Justin Trudeau anunció que la decisión de Trump los obligaría a tomar represalias, al igual que lo anunció México mientras que los ministros de finanzas del G7 expresaron su decepción por la imposición de aranceles.

Tal y como lo vaticinó el vocero del FMI, todos pierden en una guerra comercial prolongada. Canadá y la Unión Europea amenazaron con denunciar ante la OMS la medida estadounidense, por lo que el pleito se puede complicar si al aumentar sus aranceles le dan pauta a Trump para que imponga otros más, por lo que los más afectados a fin de cuentas lo serán los productores y consumidores de los países involucrados.

El problema de fondo es que el actual presidente estadounidense es uno de los pocos mandatarios que se empecinan en tratar de cumplir sus promesas de campaña, por absurdas e irrealizables que éstas pudieran haber sido.

El candidato Trump no termina en convertirse en el estadista que debería ser y está preocupado por ganar las elecciones legislativas de este año pues no sólo su reelección está en juego sino su propia supervivencia, pues si ganan los demócratas la mayoría del congreso es casi seguro que le harían un juicio político y lo echarían de la Casa Blanca.

Además de su declaración de guerra comercial a los aliados olvidándose extrañamente de China, Trump está empecinado en construir su muro con México y amenaza a los legisladores con cerrar el gobierno federal si no le aprueban el financiamiento total que sería de unos 18 mil millones de dólares.

Su terquedad rayana en la locura por levantar una barrera física en toda la frontera con nuestro país sigue siendo su principal propuesta electoral y para lograrlo está decidido a todo, incluso a crear una crisis de gobernabilidad.

La decisión más cuerda que deberían tomar los ciudadanos norteamericanos es votar en contra del partido republicano y presionar a los nuevos legisladores para que lo enjuicien política y judicialmente. Los norteamericanos deben corregir su grave error del 2016 y despedir a Trump antes de que con sus irracionales decisiones le siga haciendo más daño a su país así como al resto del mundo.