/ martes 11 de enero de 2022

La humildad en época de autopromoción 

Por: Antonio Ríos Ramírez

El mundo de hoy ha creado un ambiente donde la autopromoción es parte de la vida competitiva. En la sociedad actual se “vende” y promociona la marca personal convirtiéndose en una especie de hábito. Así, el ser humilde es una especie rara de encontrar y definitivamente no está de moda.

La práctica de venderse, sobre todo con la ayuda de las redes sociales, se ha convertido en un hábito casi automático para muchas personas, sobre todo y de manera incremental en esta época donde surge fuertemente la necesidad de socializar y a veces pensamos que las redes sociales pueden sustituir ese gran hueco. Para muchos profesionistas el estar en las redes es parte de su promoción y posicionamiento. Inclusive se llega a decir “si no estás en las redes, no existes”.

A veces la humildad es mal interpretada como, agacharse, no intervenir o ser sumiso, sin embargo, no es así, humildad es aceptar que ha habido, hay y habrá mucho mejores que cada uno de nosotros y que lo que nos toca es aportar lo mejor de nosotros mismos. Las personas humildes tienen una visión bastante precisa de sí mismos, son conscientes de sus errores y limitaciones, están abiertos a recibir otros puntos de vista, mantienen sus logros y sus habilidades en perspectiva, no están centrados en sí mismos en exceso y son capaces de apreciar el valor de todo, incluyendo el de los demás.

Algunos de los que pudiéramos llamar beneficios de la humildad pueden ser mejores relaciones, quizá porque son capaces de aceptar a los demás como son. Por ello, son mucho más propensos a reparar y a crear vínculos fuertes con los demás. Más liderazgo, las personas humildes también son mejores líderes, y la humildad y la honestidad son buenos factores predictivos respecto a los resultados de un empleado en su trabajo. Menos ansiedad, ser humilde también es garantía de serenidad, pues varios estudios han señalado que las personas con egos tranquilos sufren menos ansiedad. Mayor autocontrol, quizá porque también conocen y aceptan mejor sus propios límites, y porque están menos obsesionadas consigo mismas, las personas humildes también poseen una mayor capacidad de autocontrol. Más calidad personal y espiritual, Cuando conocemos a alguien que irradia humildad nos sentimos bien de inmediato, quizá porque a su lado nos sentimos vistos, escuchados y aceptados tal y como somos. Las personas verdaderamente humildes, no las que sólo buscan parecerlo, pueden regalar este don a los demás porque también son capaces de ver y aceptar sus fortalezas y limitaciones, sin juzgarse ni ponerse a la defensiva. La vida como escuela: la persona humilde nunca deja de aprender precisamente porque es permeable a los demás y no se considera por encima de nadie. Mayor responsabilidad, las personas humildes toman responsabilidad por sus acciones, corrigen sus errores, escuchan las ideas de los demás y no sobreestiman sus capacidades.

Hay algunas formas de cultivar la humildad, como el agradecimiento, decir “gracias” significa reconocer los dones y los regalos que se nos dan y, como resultado, reconocer también el valor de los demás. El llamado “mindfulness”, la atención presente o mindfulness nos otorga el permiso para detenernos y darnos cuenta de nuestros pensamientos y nuestras emociones sin juzgarlos. Apreciarnos por lo que somos, valorarse a uno mismo y a los demás de forma incondicional, por lo que somos como seres humanos y no por lo que logramos, lo que poseemos o lo que hacemos, es quizá el paso más difícil, pero el más importante, en el camino hacia la humildad. Estos tiempos son los mejores momentos para practicar la humildad.

email: antonio.rios@tec.mx, miembro de la Asociación de Editorialistas de Chihuahua

Por: Antonio Ríos Ramírez

El mundo de hoy ha creado un ambiente donde la autopromoción es parte de la vida competitiva. En la sociedad actual se “vende” y promociona la marca personal convirtiéndose en una especie de hábito. Así, el ser humilde es una especie rara de encontrar y definitivamente no está de moda.

La práctica de venderse, sobre todo con la ayuda de las redes sociales, se ha convertido en un hábito casi automático para muchas personas, sobre todo y de manera incremental en esta época donde surge fuertemente la necesidad de socializar y a veces pensamos que las redes sociales pueden sustituir ese gran hueco. Para muchos profesionistas el estar en las redes es parte de su promoción y posicionamiento. Inclusive se llega a decir “si no estás en las redes, no existes”.

A veces la humildad es mal interpretada como, agacharse, no intervenir o ser sumiso, sin embargo, no es así, humildad es aceptar que ha habido, hay y habrá mucho mejores que cada uno de nosotros y que lo que nos toca es aportar lo mejor de nosotros mismos. Las personas humildes tienen una visión bastante precisa de sí mismos, son conscientes de sus errores y limitaciones, están abiertos a recibir otros puntos de vista, mantienen sus logros y sus habilidades en perspectiva, no están centrados en sí mismos en exceso y son capaces de apreciar el valor de todo, incluyendo el de los demás.

Algunos de los que pudiéramos llamar beneficios de la humildad pueden ser mejores relaciones, quizá porque son capaces de aceptar a los demás como son. Por ello, son mucho más propensos a reparar y a crear vínculos fuertes con los demás. Más liderazgo, las personas humildes también son mejores líderes, y la humildad y la honestidad son buenos factores predictivos respecto a los resultados de un empleado en su trabajo. Menos ansiedad, ser humilde también es garantía de serenidad, pues varios estudios han señalado que las personas con egos tranquilos sufren menos ansiedad. Mayor autocontrol, quizá porque también conocen y aceptan mejor sus propios límites, y porque están menos obsesionadas consigo mismas, las personas humildes también poseen una mayor capacidad de autocontrol. Más calidad personal y espiritual, Cuando conocemos a alguien que irradia humildad nos sentimos bien de inmediato, quizá porque a su lado nos sentimos vistos, escuchados y aceptados tal y como somos. Las personas verdaderamente humildes, no las que sólo buscan parecerlo, pueden regalar este don a los demás porque también son capaces de ver y aceptar sus fortalezas y limitaciones, sin juzgarse ni ponerse a la defensiva. La vida como escuela: la persona humilde nunca deja de aprender precisamente porque es permeable a los demás y no se considera por encima de nadie. Mayor responsabilidad, las personas humildes toman responsabilidad por sus acciones, corrigen sus errores, escuchan las ideas de los demás y no sobreestiman sus capacidades.

Hay algunas formas de cultivar la humildad, como el agradecimiento, decir “gracias” significa reconocer los dones y los regalos que se nos dan y, como resultado, reconocer también el valor de los demás. El llamado “mindfulness”, la atención presente o mindfulness nos otorga el permiso para detenernos y darnos cuenta de nuestros pensamientos y nuestras emociones sin juzgarlos. Apreciarnos por lo que somos, valorarse a uno mismo y a los demás de forma incondicional, por lo que somos como seres humanos y no por lo que logramos, lo que poseemos o lo que hacemos, es quizá el paso más difícil, pero el más importante, en el camino hacia la humildad. Estos tiempos son los mejores momentos para practicar la humildad.

email: antonio.rios@tec.mx, miembro de la Asociación de Editorialistas de Chihuahua