/ viernes 10 de mayo de 2019

La Iglesia de los pobres

Todavía se oye por ahí la frase “La Iglesia de los pobres”, que puede ser interpretada de diversas maneras. No niego que en la mayoría de los casos esta expresión esté motivada por muy buenas intenciones. Pero siendo puristas del idioma se podría concluir que también deberían existir otras iglesias: de los ricos, de los de la clase media, de los intelectuales, de los analfabetas, etc. Pero la Iglesia es Católica, que significa universal.

Cuánto bien han hecho en el mundo quienes han dedicado sus vidas —dentro de la Iglesia— a convivir con los más pobres en asuntos de educación humana, religiosa y en la promoción social. Dios debe estar muy contento y orgulloso de ellos.

En estos temas es fundamental no perder de vista que el fin propio de la Iglesia es la salvación de las almas; no le corresponde, por tanto, marcar directrices concretas sobre cómo se debe manejar la sociedad, la economía y el trabajo profesional, sino fundamentalmente, establecer los márgenes morales a través de la Doctrina Social de la Iglesia.

Su ámbito concreto de acción está, pues, en la formación de las conciencias de todos sus fieles pero, sobre todo, de aquellos que tienen la capacidad y la obligación de regir a las naciones, o manejar las empresas, es decir, de quienes influyen en la economía, la educación, las artes…

De esta manera los gobernantes, los empresarios y los directores de las empresas pueden determinar los salarios y los horarios de trabajo verdaderamente justos, facilitando la formación integral de las personas para que puedan preocuparse de sus familias, no sólo desde el punto de vista material y económico.

Iglesia de los pobres, sí. Estando junto a ellos fortaleciéndolos con la Fe la Esperanza y la Caridad -las virtudes teologales- con la doctrina predicada por Jesucristo acompañándolos en sus problemas y preocupaciones, presentándoles a un Dios que nos ama y que espera que nosotros lo amemos y que vivamos, también, las virtudes cardinales: prudencia justicia fortaleza y templanza.

Junto con la doctrina, la Iglesia cuenta con medios sobrenaturales como son las Sagradas Escrituras, los sacramentos y la oración.

www.padrealejandro.com

Todavía se oye por ahí la frase “La Iglesia de los pobres”, que puede ser interpretada de diversas maneras. No niego que en la mayoría de los casos esta expresión esté motivada por muy buenas intenciones. Pero siendo puristas del idioma se podría concluir que también deberían existir otras iglesias: de los ricos, de los de la clase media, de los intelectuales, de los analfabetas, etc. Pero la Iglesia es Católica, que significa universal.

Cuánto bien han hecho en el mundo quienes han dedicado sus vidas —dentro de la Iglesia— a convivir con los más pobres en asuntos de educación humana, religiosa y en la promoción social. Dios debe estar muy contento y orgulloso de ellos.

En estos temas es fundamental no perder de vista que el fin propio de la Iglesia es la salvación de las almas; no le corresponde, por tanto, marcar directrices concretas sobre cómo se debe manejar la sociedad, la economía y el trabajo profesional, sino fundamentalmente, establecer los márgenes morales a través de la Doctrina Social de la Iglesia.

Su ámbito concreto de acción está, pues, en la formación de las conciencias de todos sus fieles pero, sobre todo, de aquellos que tienen la capacidad y la obligación de regir a las naciones, o manejar las empresas, es decir, de quienes influyen en la economía, la educación, las artes…

De esta manera los gobernantes, los empresarios y los directores de las empresas pueden determinar los salarios y los horarios de trabajo verdaderamente justos, facilitando la formación integral de las personas para que puedan preocuparse de sus familias, no sólo desde el punto de vista material y económico.

Iglesia de los pobres, sí. Estando junto a ellos fortaleciéndolos con la Fe la Esperanza y la Caridad -las virtudes teologales- con la doctrina predicada por Jesucristo acompañándolos en sus problemas y preocupaciones, presentándoles a un Dios que nos ama y que espera que nosotros lo amemos y que vivamos, también, las virtudes cardinales: prudencia justicia fortaleza y templanza.

Junto con la doctrina, la Iglesia cuenta con medios sobrenaturales como son las Sagradas Escrituras, los sacramentos y la oración.

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