/ martes 27 de noviembre de 2018

La importancia de la educación

“Mal empieza la semana para el que van a ahorcar el lunes”.

Dicho popular


La educación ha sido un tema recurrente de estas reflexiones, porque es la actividad humana más importante de la sociedad. Lamentable que el “electo predictador” haya dicho a Javier Alatorre, de Televisión Azteca, que se iba a aplicar mucho a la salud, porque la educación no tenía tanta importancia, ni los maestros. Lamentable y cruel intención del “electo” por despreciar la función de la educación y de sus ejecutores. Recordaré los clamores de los judíos durante el bárbaro ataque al “ghetto de Varsovia” por los nazis: “Antes que las mujeres, los niños y los ancianos, salvemos a los maestros, quienes son los portadores de nuestra cultura, nuestras costumbres, nuestras creencias y nuestra civilización”. Hoy en día, la relevancia del hecho educativo alcanza niveles de alta prioridad en el desarrollo social. No sólo el avance tecnológico tiene tal exigencia, sino también la humanización de las nuevas generaciones. Los Derechos Humanos requieren de un amplio espectro educativo para que fluyan los valores de justicia social y de la democracia. ¿Se quieren suprimir los procesos dinámicos de la educación? Entonces se está abonando el camino a la dictadura y al autoritarismo.

Reiteramos, todo proceso que lleva a cabo el hombre requiere ser totalmente evaluado, negar este aspecto conlleva al caos y al fracaso. He ahí la importancia de la educación, ser planeada, ejecutada, controlada y evaluada. ¿Quién controla?, ¿el director, designado por un sindicato corrupto? Evaluación, ¿quién la ejecuta? ¡Por favor, nadie! Los intentos chocan con los intereses del sindicalismo y con autoridades educativas. ¿Estaremos de acuerdo los maestros con que siga la defenestración de nuestra labor, por líderes pseudosindicalistas, y por un gobierno que ataca al magisterio y a la educación? No, y mil veces no. Debemos entender que el mundo actual exige conocimientos, eficacia, eficiencia, productividad, mentalidad abierta y amor al prójimo en cuanto al desarrollo de los valores, no al pragmatismo oportunista de quienes creen ser dueños de la pureza celestial. La educación debe ser alta prioridad de los gobiernos; los niños y jóvenes no son los “homúnculos de Rousseau”, sino la realidad de una nación.






“Mal empieza la semana para el que van a ahorcar el lunes”.

Dicho popular


La educación ha sido un tema recurrente de estas reflexiones, porque es la actividad humana más importante de la sociedad. Lamentable que el “electo predictador” haya dicho a Javier Alatorre, de Televisión Azteca, que se iba a aplicar mucho a la salud, porque la educación no tenía tanta importancia, ni los maestros. Lamentable y cruel intención del “electo” por despreciar la función de la educación y de sus ejecutores. Recordaré los clamores de los judíos durante el bárbaro ataque al “ghetto de Varsovia” por los nazis: “Antes que las mujeres, los niños y los ancianos, salvemos a los maestros, quienes son los portadores de nuestra cultura, nuestras costumbres, nuestras creencias y nuestra civilización”. Hoy en día, la relevancia del hecho educativo alcanza niveles de alta prioridad en el desarrollo social. No sólo el avance tecnológico tiene tal exigencia, sino también la humanización de las nuevas generaciones. Los Derechos Humanos requieren de un amplio espectro educativo para que fluyan los valores de justicia social y de la democracia. ¿Se quieren suprimir los procesos dinámicos de la educación? Entonces se está abonando el camino a la dictadura y al autoritarismo.

Reiteramos, todo proceso que lleva a cabo el hombre requiere ser totalmente evaluado, negar este aspecto conlleva al caos y al fracaso. He ahí la importancia de la educación, ser planeada, ejecutada, controlada y evaluada. ¿Quién controla?, ¿el director, designado por un sindicato corrupto? Evaluación, ¿quién la ejecuta? ¡Por favor, nadie! Los intentos chocan con los intereses del sindicalismo y con autoridades educativas. ¿Estaremos de acuerdo los maestros con que siga la defenestración de nuestra labor, por líderes pseudosindicalistas, y por un gobierno que ataca al magisterio y a la educación? No, y mil veces no. Debemos entender que el mundo actual exige conocimientos, eficacia, eficiencia, productividad, mentalidad abierta y amor al prójimo en cuanto al desarrollo de los valores, no al pragmatismo oportunista de quienes creen ser dueños de la pureza celestial. La educación debe ser alta prioridad de los gobiernos; los niños y jóvenes no son los “homúnculos de Rousseau”, sino la realidad de una nación.