/ sábado 19 de octubre de 2019

La inalcanzable erradicación de la pobreza

En el año 1993, a través de la resolución 47/196, la Asamblea General de las Naciones Unidas declaró 17 de octubre como el Día Internacional para la Erradicación de la Pobreza. Esto, a raíz del exhorto lanzado en 1987 por Joseph Wresinski (sacerdote francés y activista defensor de los Derechos Humanos) para luchar en contra de la pobreza.

De acuerdo con lo expuesto por la propia ONU, el padre Wresinski se convirtió en una de las primeras personas que puso en evidencia el vínculo directo entre los Derechos Humanos y la extrema pobreza. De ahí que, en la resolución 47/196, se estableciera que la erradicación de la pobreza sería una de las prioridades para el desarrollo del decenio de 1990.

Han pasado tres décadas desde entonces, y como la pobreza está muy lejos de ser erradicada, la ONU sigue insistiendo en que sus países miembros emprendan las acciones necesarias para lograrlo.

Sin duda alguna, se trata de una problemática difícil de erradicar porque hay muchos intereses de por medio; no obstante, en septiembre del año 2000, los estados miembros de las Naciones Unidas emprendieron (al menos en teoría así fue) uno de los esfuerzos más grandes de la historia contemporánea: lograr, para el año 2015, los (ocho) “Objetivos de Desarrollo del Milenio” que tenían como fin ayudar a los más necesitados y, con ello, reducir significativamente la pobreza. Cosa que no sucedió, pero -según el respectivo informe- se demostró que, con intervenciones específicas, estrategias acertadas, recursos adecuados y voluntad política, incluso los países más pobres pueden progresar notablemente.

Luego, a finales del año 2015, a través de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, la Asamblea General de la ONU destacó el hecho de que la pobreza es un asunto que ya no debe abordarse sólo desde la perspectiva de la privación económica, sino que debe ser tratada y combatida con un enfoque multidimensional porque éste muestra la realidad de vivir con menos de lo necesario para llevar una vida digna.

El caso es que, esfuerzos van y esfuerzos vienen, y la erradicación de la pobreza sigue siendo una asignatura pendiente. Así lo demuestra el Índice Global de Pobreza Multidimensional (IPM) de 2019 publicado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, mismo que revela que más de 1.3 billones de personas viven en pobreza multidimensional; de las cuales, la mitad son menores de 18 años.

En esta ocasión, concluyo citando lo dicho alguna vez por el médico, profesor y estadístico sueco, Hans Rosling: “Para alejarse de la pobreza, se necesitan varias cosas al mismo tiempo: escuela, salud e infraestructura; esas son las inversiones públicas. Y por otro lado, se necesitan oportunidades de mercado, información, empleo y Derechos Humanos”.

laecita.wordpress.com
laecita@gmail.com


En el año 1993, a través de la resolución 47/196, la Asamblea General de las Naciones Unidas declaró 17 de octubre como el Día Internacional para la Erradicación de la Pobreza. Esto, a raíz del exhorto lanzado en 1987 por Joseph Wresinski (sacerdote francés y activista defensor de los Derechos Humanos) para luchar en contra de la pobreza.

De acuerdo con lo expuesto por la propia ONU, el padre Wresinski se convirtió en una de las primeras personas que puso en evidencia el vínculo directo entre los Derechos Humanos y la extrema pobreza. De ahí que, en la resolución 47/196, se estableciera que la erradicación de la pobreza sería una de las prioridades para el desarrollo del decenio de 1990.

Han pasado tres décadas desde entonces, y como la pobreza está muy lejos de ser erradicada, la ONU sigue insistiendo en que sus países miembros emprendan las acciones necesarias para lograrlo.

Sin duda alguna, se trata de una problemática difícil de erradicar porque hay muchos intereses de por medio; no obstante, en septiembre del año 2000, los estados miembros de las Naciones Unidas emprendieron (al menos en teoría así fue) uno de los esfuerzos más grandes de la historia contemporánea: lograr, para el año 2015, los (ocho) “Objetivos de Desarrollo del Milenio” que tenían como fin ayudar a los más necesitados y, con ello, reducir significativamente la pobreza. Cosa que no sucedió, pero -según el respectivo informe- se demostró que, con intervenciones específicas, estrategias acertadas, recursos adecuados y voluntad política, incluso los países más pobres pueden progresar notablemente.

Luego, a finales del año 2015, a través de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, la Asamblea General de la ONU destacó el hecho de que la pobreza es un asunto que ya no debe abordarse sólo desde la perspectiva de la privación económica, sino que debe ser tratada y combatida con un enfoque multidimensional porque éste muestra la realidad de vivir con menos de lo necesario para llevar una vida digna.

El caso es que, esfuerzos van y esfuerzos vienen, y la erradicación de la pobreza sigue siendo una asignatura pendiente. Así lo demuestra el Índice Global de Pobreza Multidimensional (IPM) de 2019 publicado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, mismo que revela que más de 1.3 billones de personas viven en pobreza multidimensional; de las cuales, la mitad son menores de 18 años.

En esta ocasión, concluyo citando lo dicho alguna vez por el médico, profesor y estadístico sueco, Hans Rosling: “Para alejarse de la pobreza, se necesitan varias cosas al mismo tiempo: escuela, salud e infraestructura; esas son las inversiones públicas. Y por otro lado, se necesitan oportunidades de mercado, información, empleo y Derechos Humanos”.

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