/ viernes 27 de abril de 2018

La intelectualidad y la pobreza

El modelo político-económico neoliberal ha sido una fábrica de pobres, y se le tiene que enfrentar como tal, como una negación de cualquier esperanza y alternativa de desarrollo equitativo de nuestra sociedad, es decir, como una negación del humanismo.

Cada día, las voces en contra de este modelo generador de miseria se incrementan; las protestas y señalamientos argumentados forman un coro crítico en el mundo, denunciando lo inhumano que ha resultado su aplicación.

Mbuyi Kabunda, pensador de la República Democrática del Congo, dijo en entrevista publicada en pasajerosdelsur.blogspot.mx, que el intelectual del siglo XXI tiene el papel de “denunciar constantemente el desarrollo desigual o las desigualdades sociales (la concentración de la riqueza en pocas manos y la profundización de la inequidad) e insistir en el desarrollo humano”.

El especialista en relaciones internacionales por la Universidad Complutense de Madrid también dijo que el intelectual “no puede permanecer indiferente mientras que la mayoría de la humanidad sigue víctima de la desigualdad, la injusticia y la discriminación, resultadas de la ofensiva neoliberal”.

De acuerdo con Kubanda, los intelectuales deben trabajar “transformando sus palabras en acciones y actuaciones”, siendo necesario –para ello- ocupar “todos los espacios posibles de protestas”, sean medios tradicionales o las emergentes tecnologías de la información y comunicación.

En relación a la actitud anticapitalista, el profesor universitario indicó que el intelectual “no puede permanecer indiferente (lo que equivaldría a la complicidad) ante un modelo que crea la pobreza y responsabiliza a los pobres de su pobreza”.

Para el pensador africano, “la intelectualidad debe dedicarse a la lucha por un mundo más justo y más solidario”. Y es que resulta incomprensible e indignante el marcado contraste que hay entre la riqueza que muchos países tienen en recursos naturales y el nivel de vida de la mayoría de sus habitantes.

La denuncia de la pobreza, la crítica al modelo que la genera, el compromiso con la equidad y la justicia, no deben despreciarse por parte de la llamada “intelectualidad”.


El modelo político-económico neoliberal ha sido una fábrica de pobres, y se le tiene que enfrentar como tal, como una negación de cualquier esperanza y alternativa de desarrollo equitativo de nuestra sociedad, es decir, como una negación del humanismo.

Cada día, las voces en contra de este modelo generador de miseria se incrementan; las protestas y señalamientos argumentados forman un coro crítico en el mundo, denunciando lo inhumano que ha resultado su aplicación.

Mbuyi Kabunda, pensador de la República Democrática del Congo, dijo en entrevista publicada en pasajerosdelsur.blogspot.mx, que el intelectual del siglo XXI tiene el papel de “denunciar constantemente el desarrollo desigual o las desigualdades sociales (la concentración de la riqueza en pocas manos y la profundización de la inequidad) e insistir en el desarrollo humano”.

El especialista en relaciones internacionales por la Universidad Complutense de Madrid también dijo que el intelectual “no puede permanecer indiferente mientras que la mayoría de la humanidad sigue víctima de la desigualdad, la injusticia y la discriminación, resultadas de la ofensiva neoliberal”.

De acuerdo con Kubanda, los intelectuales deben trabajar “transformando sus palabras en acciones y actuaciones”, siendo necesario –para ello- ocupar “todos los espacios posibles de protestas”, sean medios tradicionales o las emergentes tecnologías de la información y comunicación.

En relación a la actitud anticapitalista, el profesor universitario indicó que el intelectual “no puede permanecer indiferente (lo que equivaldría a la complicidad) ante un modelo que crea la pobreza y responsabiliza a los pobres de su pobreza”.

Para el pensador africano, “la intelectualidad debe dedicarse a la lucha por un mundo más justo y más solidario”. Y es que resulta incomprensible e indignante el marcado contraste que hay entre la riqueza que muchos países tienen en recursos naturales y el nivel de vida de la mayoría de sus habitantes.

La denuncia de la pobreza, la crítica al modelo que la genera, el compromiso con la equidad y la justicia, no deben despreciarse por parte de la llamada “intelectualidad”.