/ jueves 7 de junio de 2018

La izquierda, ¿es opción?

Uno de los elementos más importantes que se tendrá que considerar si se elige, procedente de la izquierda, al nuevo presidente de la república, será el rumbo que tomarán sus políticas para dar solución a los problemas que más nos preocupan. Hablando del empleo y la ayuda social, no podemos esperar que al enunciar leyes que aumenten los impuestos o el gasto gubernamental, no se incremente, eventualmente, el poder del gobierno comparado con las asociaciones civiles, las empresas o los individuos. Los costos serán mayores que los beneficios.

En relación a la familia, si la importancia de los niños, como objetivo más importante de la comunidad conyugal, se traslada, principalmente, a los fines egoístas de la pareja en los terrenos de la comodidad moral, a la falta de compromisos frente al niño no nacido y a una injusta educación por padres de un solo género, tarde o temprano, conducirá a que el gobierno dé o no permiso de que las parejas tengan hijos, que regulen su número, y que los padres pierdan su derecho a ser la principal autoridad moral o religiosa en su educación.

El que las políticas del gobierno sean determinadas por grupos de presión de izquierda que no representan los valores espirituales, morales ni económicos de la mayoría de la población, prueba, claramente, la debilidad de la estructura gubernamental para evitar el abuso de poder de una minoría sobre la población. Si el índice de libertad económica en nuestro país revela al 2018 que nos encontramos en un poco decoroso lugar 63, muestra que aún no estamos preparados para darle más poder al gobierno comparándonos con otros países de izquierda.

Recordemos que, según el Heritage Foundation, la Libertad Económica se define como el derecho fundamental de todo ser humano de controlar los frutos de su trabajo, englobando de manera integral las libertades y derechos de producción, distribución o consumo de bienes y servicios. Si las naciones que se les consideran ejemplos políticos de izquierda como Suecia o Noruega o, tradicionalmente, poco favorecidos económicamente como Ruanda o Turquía, están por delante de México en este índice, ello indica que la izquierda aún no es opción.

¿Realmente se puede creer que bajo un gobierno de izquierda los que trabajan por comisión pagarán menos impuestos conforme aumenta su productividad? ¿Podremos esperar más inversión productiva y empleos de empresas atraídas por costos bajos en materia impositiva, servicios públicos e infraestructura? ¿Podremos esperar que empresas gubernamentales o monopolios económicos ofrezcan precios más equitativos en productos como la gasolina, la electricidad o el gas? ¿Podemos esperar que los políticos corruptos sean castigados?

Pienso que aunque algunos creen que es posible, parecería poco probable. Y si no tenemos la suficiente libertad económica, no parece creíble que la libertad social, que determina el desarrollo de los países democráticos o parlamentarios que nos superan, mejore sustancialmente encaminando nuestra política dándole más poder y dinero al gobierno siguiendo el camino de la izquierda, porque el Estado, y menos en México, simplemente, nunca tendrá la capacidad económica para resolver las necesidades más importantes del país sin dejar de derrochar nuestros recursos.

agusperezr@hotmail.com

Uno de los elementos más importantes que se tendrá que considerar si se elige, procedente de la izquierda, al nuevo presidente de la república, será el rumbo que tomarán sus políticas para dar solución a los problemas que más nos preocupan. Hablando del empleo y la ayuda social, no podemos esperar que al enunciar leyes que aumenten los impuestos o el gasto gubernamental, no se incremente, eventualmente, el poder del gobierno comparado con las asociaciones civiles, las empresas o los individuos. Los costos serán mayores que los beneficios.

En relación a la familia, si la importancia de los niños, como objetivo más importante de la comunidad conyugal, se traslada, principalmente, a los fines egoístas de la pareja en los terrenos de la comodidad moral, a la falta de compromisos frente al niño no nacido y a una injusta educación por padres de un solo género, tarde o temprano, conducirá a que el gobierno dé o no permiso de que las parejas tengan hijos, que regulen su número, y que los padres pierdan su derecho a ser la principal autoridad moral o religiosa en su educación.

El que las políticas del gobierno sean determinadas por grupos de presión de izquierda que no representan los valores espirituales, morales ni económicos de la mayoría de la población, prueba, claramente, la debilidad de la estructura gubernamental para evitar el abuso de poder de una minoría sobre la población. Si el índice de libertad económica en nuestro país revela al 2018 que nos encontramos en un poco decoroso lugar 63, muestra que aún no estamos preparados para darle más poder al gobierno comparándonos con otros países de izquierda.

Recordemos que, según el Heritage Foundation, la Libertad Económica se define como el derecho fundamental de todo ser humano de controlar los frutos de su trabajo, englobando de manera integral las libertades y derechos de producción, distribución o consumo de bienes y servicios. Si las naciones que se les consideran ejemplos políticos de izquierda como Suecia o Noruega o, tradicionalmente, poco favorecidos económicamente como Ruanda o Turquía, están por delante de México en este índice, ello indica que la izquierda aún no es opción.

¿Realmente se puede creer que bajo un gobierno de izquierda los que trabajan por comisión pagarán menos impuestos conforme aumenta su productividad? ¿Podremos esperar más inversión productiva y empleos de empresas atraídas por costos bajos en materia impositiva, servicios públicos e infraestructura? ¿Podremos esperar que empresas gubernamentales o monopolios económicos ofrezcan precios más equitativos en productos como la gasolina, la electricidad o el gas? ¿Podemos esperar que los políticos corruptos sean castigados?

Pienso que aunque algunos creen que es posible, parecería poco probable. Y si no tenemos la suficiente libertad económica, no parece creíble que la libertad social, que determina el desarrollo de los países democráticos o parlamentarios que nos superan, mejore sustancialmente encaminando nuestra política dándole más poder y dinero al gobierno siguiendo el camino de la izquierda, porque el Estado, y menos en México, simplemente, nunca tendrá la capacidad económica para resolver las necesidades más importantes del país sin dejar de derrochar nuestros recursos.

agusperezr@hotmail.com