/ lunes 27 de junio de 2022

La juventud y el ¿para qué?

Por: Amín Anchondo

Como siempre, todo el mundo político anda en reuniones y reparticiones por posibles candidaturas y lograr alianzas entre partidos. Los acomodos internos se están dando junto con los rompimientos entre grupos. Todo eso es parte del mismo show. Son los mismos grupos, con sus mismos jerarcas, viendo cómo se acomodan para poder seguir en los puestos públicos.

Pero un común denominador que se ha notado en todas las imágenes, reuniones, conversaciones y foros, es la ausencia de juventudes opinando y sobre todo moviendo narrativas en el mundo digital. La pregunta sigue siendo: (como desde hace 10 años) ¿Cómo atraemos a las juventudes a los movimientos políticos?

Esto implica un gran análisis, pero yo tengo una versión propia del porqué no se involucran las juventudes, como deberían, en la vida política de este país. Muchos de ustedes han podido observar la inestabilidad laboral de las personas más jóvenes en las empresas que manejamos o donde colaboramos. Esto se debe a que esta generación siempre está pensando en cómo trascender o sentir que estamos aportando algo positivo a este mundo y ser felices como personas, antes que millonarios. Cuando nuestro trabajo o empresa no tiene sentido con esta visión, entonces volteamos a otro lado que sí lo tenga. Por eso existe mucha rotación en los nuevos perfiles laborales. Es muy raro el joven que entra a trabajar a una empresa que destruye el planeta o que trata a sus colaboradores como en la vieja escuela.

Pues para mí lo mismo pasa en los partidos. Son instituciones con prácticas del siglo pasado, donde los liderazgos tienen más cola que les pisen que muchas personas que están en la cárcel y que además no tienen una visión de futuro sustentable. ¿Qué de eso podría inspirar a un joven a entrar a militar o simpatizar con un partido? Siendo sinceros, todos los partidos son lo mismo, en todos hay buenos y malos, ideas buenas y malas, personas corruptas y personas honestas, etc.

Los pocos grupos de juventudes que existen dentro de los partidos son jóvenes que ya aprendieron a obedecer y que saben que si hacen algo que no le agrade al de arriba, entonces será difícil escalar en jerarquía. Eso ha sido un cáncer enorme que ha evitado la evolución de los partidos.

Peor aún, cuando se trata de engañar a la gente con mercadotecnia barata o medios comprados, pues ahora es más fácil darte cuenta de la verdad por las redes sociales. Sobre todo, una generación que vive dentro de las redes, pues cachan las mentiras más rápido. Por eso no se han logrado construir narrativas fuertes que exhiban a la 4T. Mientras el líder no tenga solvencia moral para emitir mensajes, entonces ninguno funcionará. Si le pegas a la cabeza, el cuerpo caerá. Esa es la gran fortaleza de AMLO.

Necesitamos líderes que inspiren por su trayectoria, inteligencia y su solvencia moral. No es momento de arriesgarnos a apoyar a los corruptos sólo porque creemos que con eso podemos ganar elecciones. Al contrario, sólo se han venido reduciendo o disminuyendo los partidos de oposición. Aunque no lo quieran aceptar.


Por: Amín Anchondo

Como siempre, todo el mundo político anda en reuniones y reparticiones por posibles candidaturas y lograr alianzas entre partidos. Los acomodos internos se están dando junto con los rompimientos entre grupos. Todo eso es parte del mismo show. Son los mismos grupos, con sus mismos jerarcas, viendo cómo se acomodan para poder seguir en los puestos públicos.

Pero un común denominador que se ha notado en todas las imágenes, reuniones, conversaciones y foros, es la ausencia de juventudes opinando y sobre todo moviendo narrativas en el mundo digital. La pregunta sigue siendo: (como desde hace 10 años) ¿Cómo atraemos a las juventudes a los movimientos políticos?

Esto implica un gran análisis, pero yo tengo una versión propia del porqué no se involucran las juventudes, como deberían, en la vida política de este país. Muchos de ustedes han podido observar la inestabilidad laboral de las personas más jóvenes en las empresas que manejamos o donde colaboramos. Esto se debe a que esta generación siempre está pensando en cómo trascender o sentir que estamos aportando algo positivo a este mundo y ser felices como personas, antes que millonarios. Cuando nuestro trabajo o empresa no tiene sentido con esta visión, entonces volteamos a otro lado que sí lo tenga. Por eso existe mucha rotación en los nuevos perfiles laborales. Es muy raro el joven que entra a trabajar a una empresa que destruye el planeta o que trata a sus colaboradores como en la vieja escuela.

Pues para mí lo mismo pasa en los partidos. Son instituciones con prácticas del siglo pasado, donde los liderazgos tienen más cola que les pisen que muchas personas que están en la cárcel y que además no tienen una visión de futuro sustentable. ¿Qué de eso podría inspirar a un joven a entrar a militar o simpatizar con un partido? Siendo sinceros, todos los partidos son lo mismo, en todos hay buenos y malos, ideas buenas y malas, personas corruptas y personas honestas, etc.

Los pocos grupos de juventudes que existen dentro de los partidos son jóvenes que ya aprendieron a obedecer y que saben que si hacen algo que no le agrade al de arriba, entonces será difícil escalar en jerarquía. Eso ha sido un cáncer enorme que ha evitado la evolución de los partidos.

Peor aún, cuando se trata de engañar a la gente con mercadotecnia barata o medios comprados, pues ahora es más fácil darte cuenta de la verdad por las redes sociales. Sobre todo, una generación que vive dentro de las redes, pues cachan las mentiras más rápido. Por eso no se han logrado construir narrativas fuertes que exhiban a la 4T. Mientras el líder no tenga solvencia moral para emitir mensajes, entonces ninguno funcionará. Si le pegas a la cabeza, el cuerpo caerá. Esa es la gran fortaleza de AMLO.

Necesitamos líderes que inspiren por su trayectoria, inteligencia y su solvencia moral. No es momento de arriesgarnos a apoyar a los corruptos sólo porque creemos que con eso podemos ganar elecciones. Al contrario, sólo se han venido reduciendo o disminuyendo los partidos de oposición. Aunque no lo quieran aceptar.