/ jueves 13 de septiembre de 2018

La libertad de expresión en el siglo XVI

De acuerdo a Lewis Hanke en su obra La Lucha Española por la Justicia en la Conquista de América, la preocupación de gobernar los territorios de ultramar hizo que los reyes españoles mostraran que ningún problema fuera demasiado importante para dejar de tratarse, pues contrario a lo que comúnmente se piensa, éstos permitían y hasta estimulaban en ocasiones la discusión, en especial en una cuestión tan delicada como la justicia de su derecho a gobernar el Nuevo Mundo. Siempre los modos de tratar los problemas americanos impulsaron a los españoles a hablar claramente.


Ya sea por carta o mensajeros a los gobernantes de España, los hombres de acción, intelectuales, gente dispuesta a consolidad el pujante imperio o a gobernarlo, hombres inflamados que querían hacer avanzar la conquista espiritual mediante distintos planes y recursos, todos llevaron sus pretensiones y resentimientos a la Corona o al Consejo, e intentaban mover el gran aparato patrio para el empleo que consideraban más importante, sintiendo que toda la empresa española dependía de ello en el convencimiento de aquellos legisladores que poseían el poder.


¿Qué hizo tan notable esta libertad de palabra en la América del siglo XVI? Dejemos que hable el rey Fernando cuando ordenó el 14 de agosto de 1509 que “ningún oficial impidiera a nadie enviar al rey o a cualquier otro cartas u otra información concerniente al bienestar de las indias”. Años después, en 1521, se instruye a que “en todo tiempo cada y cuando nuestras oficiales y todas las otras personas, vecinos y moradores y habitantes en las dichas Indias” enviaran todo lo que desearan escribir con sanciones que incluyen embargo de bienes a quienes se los impidieran.


Aunque, ciertamente había restricciones en temas de religión, esta política con todo, era compensada, por otro lado, por las toneladas, literalmente, de comunicaciones y cartas de la naturaleza más opuesta y combativa sobre cada asunto de la administración colonial que se encuentran en los archivos españoles. Esta discusión abierta, libre y sin censura no se limitó en el terreno particular sino que se llevó, también, ante las universidades y, los tribunales regulares y especiales que se crearon en España y América que apoyaban la vasta empresa imperial.


¿Cuál era el sentido profundo de esta libertad de palabra? Ciertamente la Corona utilizó todo este material deliberadamente para mantener su dominio sobre todas las cosas relacionadas con la administración de las Indias. Pero sería limitado este punto de vista sin considerar que, bajo la óptica del pensamiento y el carácter español, no consideráramos que esta libertad reflejaba el individualismo altamente desarrollado de los españoles como un intento valeroso, deliberado e imaginativo, de la Corona y del pueblo español, para llevar la carga religiosa y política de América.


Creo que esto sirve también para nosotros, para México, porque el periodo en que los españoles expresaron sus opiniones con mayor libertad, coincidió con la época más grande que España ha conocido jamás, y algunos españoles comprendieron bien que ésta no era una relación occidental. Este pasado es un reflejo de lo que pasa con nuestra libertad y del progreso que no tenemos hoy.

agusperezr@hotmail.com



De acuerdo a Lewis Hanke en su obra La Lucha Española por la Justicia en la Conquista de América, la preocupación de gobernar los territorios de ultramar hizo que los reyes españoles mostraran que ningún problema fuera demasiado importante para dejar de tratarse, pues contrario a lo que comúnmente se piensa, éstos permitían y hasta estimulaban en ocasiones la discusión, en especial en una cuestión tan delicada como la justicia de su derecho a gobernar el Nuevo Mundo. Siempre los modos de tratar los problemas americanos impulsaron a los españoles a hablar claramente.


Ya sea por carta o mensajeros a los gobernantes de España, los hombres de acción, intelectuales, gente dispuesta a consolidad el pujante imperio o a gobernarlo, hombres inflamados que querían hacer avanzar la conquista espiritual mediante distintos planes y recursos, todos llevaron sus pretensiones y resentimientos a la Corona o al Consejo, e intentaban mover el gran aparato patrio para el empleo que consideraban más importante, sintiendo que toda la empresa española dependía de ello en el convencimiento de aquellos legisladores que poseían el poder.


¿Qué hizo tan notable esta libertad de palabra en la América del siglo XVI? Dejemos que hable el rey Fernando cuando ordenó el 14 de agosto de 1509 que “ningún oficial impidiera a nadie enviar al rey o a cualquier otro cartas u otra información concerniente al bienestar de las indias”. Años después, en 1521, se instruye a que “en todo tiempo cada y cuando nuestras oficiales y todas las otras personas, vecinos y moradores y habitantes en las dichas Indias” enviaran todo lo que desearan escribir con sanciones que incluyen embargo de bienes a quienes se los impidieran.


Aunque, ciertamente había restricciones en temas de religión, esta política con todo, era compensada, por otro lado, por las toneladas, literalmente, de comunicaciones y cartas de la naturaleza más opuesta y combativa sobre cada asunto de la administración colonial que se encuentran en los archivos españoles. Esta discusión abierta, libre y sin censura no se limitó en el terreno particular sino que se llevó, también, ante las universidades y, los tribunales regulares y especiales que se crearon en España y América que apoyaban la vasta empresa imperial.


¿Cuál era el sentido profundo de esta libertad de palabra? Ciertamente la Corona utilizó todo este material deliberadamente para mantener su dominio sobre todas las cosas relacionadas con la administración de las Indias. Pero sería limitado este punto de vista sin considerar que, bajo la óptica del pensamiento y el carácter español, no consideráramos que esta libertad reflejaba el individualismo altamente desarrollado de los españoles como un intento valeroso, deliberado e imaginativo, de la Corona y del pueblo español, para llevar la carga religiosa y política de América.


Creo que esto sirve también para nosotros, para México, porque el periodo en que los españoles expresaron sus opiniones con mayor libertad, coincidió con la época más grande que España ha conocido jamás, y algunos españoles comprendieron bien que ésta no era una relación occidental. Este pasado es un reflejo de lo que pasa con nuestra libertad y del progreso que no tenemos hoy.

agusperezr@hotmail.com