/ domingo 5 de junio de 2022

La libertad de expresión pasa por un proceso peligroso 

La libertad de expresión, la prensa y el derecho a la información pasan por un proceso peligroso en nuestro país, a causa de la delincuencia, los malos gobiernos y los llamados “políticos populistas”, como sucede en Venezuela y Nicaragua.

El periodismo es una profesión considerada por muchos organismos internacionales (ONU,


Artículo 19 y Reporteros sin Fronteras) como la más peligrosa en América Latina y desafortunadamente México encabeza la lista.

Dichos organismos han documentado del año 2000 a la fecha 153 casos de periodistas asesinados en posible relación con su labor, sin estar en guerra como ocurre en Ucrania y Siria. La impunidad es del 97%.

De los hechos trágicos, 47 se registraron durante el mandato anterior del presidente Enrique Peña Nieto y 33 en el actual de Andrés Manuel López Obrador. Van 11 asesinatos en este año.

Han crecido los peligros para el gremio periodístico, pero sobre todo la delincuencia (organizada y no) que ya controla extensos territorios de nuestra nación y que a través de sus atentados y amenazas han provocado el “silencio” de periodistas e importantes medios.

Un peligro endémico para la prensa libre es la corrupción; además del pésimo actuar de malos políticos mexicanos (que son muchos) y por consecuencia los pseudoperiodistas. Todo daña la democracia.

En el Día Mundial de la Libertad de Prensa -pasado 3 de mayo-, la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) dio a conocer que la violencia contra periodistas y medios de comunicación es uno de los temas más apremiantes, ya que desde 2000 se han cometido 147 homicidios de comunicadores –15 eran mujeres—, 21 están desaparecidos y se han perpetrado 52 atentados contra instalaciones de periódicos, principalmente.

El periodismo es una profesión completa; es el auténtico reflejo de la opinión pública. Cumple pues con una misión social. Y se ha convertido en uno de los actores principales en los cambios políticos de naciones libres.

La ruta a seguir es una prensa participativa, moderna, abierta a las corrientes políticas, involucrada en la solución de los problemas sociales. Es un proyecto de todos los mexicanos, pero sobre todo de quienes vemos en el periodismo una forma de pensar y vivir.

Es la opción de liberar las viejas ataduras sobre el manejo de la información. Es decir, alcanzar una información amplia y al alcance de todos.


Nuestras libertades


Artículo 7 señala: “Es inviolable la libertad de difundir opiniones, información e ideas, a través de cualquier medio. No se puede restringir este derecho por vías o medios indirectos, tales como el abuso de controles oficiales o particulares.


En el artículo 6 se establece: “el derecho a la información será garantizado por el Estado”. Esto no modifica las relaciones del poder con los medios de comunicación y el ejercicio de las libertades de expresión y prensa.

Hay ordenamientos internacionales de derechos humanos en los que se consagra y desarrolla el derecho a la información, como la Declaración Universal de los Derechos Humanos. En su artículo 19 (desde 1948) establece que todo individuo tiene este derecho, a no ser molestado a causa de sus opiniones, y el de difundirlas, sin limitación de fronteras.

El ejercicio de las libertades (expresión y prensa) y el derecho a la información son fundamentales en el hombre porque representan la prolongación de la garantía individual de pensar, ejercicios sin los cuales no es posible aventurar la posibilidad del desarrollo del hombre en sociedad y el fortalecimiento de la democracia.

En países con madurez democrática hay pleno respeto, es muy normal pues, no así en las dictaduras o con gobiernos populistas.

Es deber del Estado erradicar la impunidad de quienes atentan contra nuestras libertades, y hacerlo abrirá espacios para la construcción de una sociedad mejor informada y por lo tanto más libre, participativa y democrática.

Hay muchas amenazas por apagar esta luz de libertad, pero en nosotros (ciudadanos y prensa libre) está el que no se extinga.


La libertad de expresión, la prensa y el derecho a la información pasan por un proceso peligroso en nuestro país, a causa de la delincuencia, los malos gobiernos y los llamados “políticos populistas”, como sucede en Venezuela y Nicaragua.

El periodismo es una profesión considerada por muchos organismos internacionales (ONU,


Artículo 19 y Reporteros sin Fronteras) como la más peligrosa en América Latina y desafortunadamente México encabeza la lista.

Dichos organismos han documentado del año 2000 a la fecha 153 casos de periodistas asesinados en posible relación con su labor, sin estar en guerra como ocurre en Ucrania y Siria. La impunidad es del 97%.

De los hechos trágicos, 47 se registraron durante el mandato anterior del presidente Enrique Peña Nieto y 33 en el actual de Andrés Manuel López Obrador. Van 11 asesinatos en este año.

Han crecido los peligros para el gremio periodístico, pero sobre todo la delincuencia (organizada y no) que ya controla extensos territorios de nuestra nación y que a través de sus atentados y amenazas han provocado el “silencio” de periodistas e importantes medios.

Un peligro endémico para la prensa libre es la corrupción; además del pésimo actuar de malos políticos mexicanos (que son muchos) y por consecuencia los pseudoperiodistas. Todo daña la democracia.

En el Día Mundial de la Libertad de Prensa -pasado 3 de mayo-, la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) dio a conocer que la violencia contra periodistas y medios de comunicación es uno de los temas más apremiantes, ya que desde 2000 se han cometido 147 homicidios de comunicadores –15 eran mujeres—, 21 están desaparecidos y se han perpetrado 52 atentados contra instalaciones de periódicos, principalmente.

El periodismo es una profesión completa; es el auténtico reflejo de la opinión pública. Cumple pues con una misión social. Y se ha convertido en uno de los actores principales en los cambios políticos de naciones libres.

La ruta a seguir es una prensa participativa, moderna, abierta a las corrientes políticas, involucrada en la solución de los problemas sociales. Es un proyecto de todos los mexicanos, pero sobre todo de quienes vemos en el periodismo una forma de pensar y vivir.

Es la opción de liberar las viejas ataduras sobre el manejo de la información. Es decir, alcanzar una información amplia y al alcance de todos.


Nuestras libertades


Artículo 7 señala: “Es inviolable la libertad de difundir opiniones, información e ideas, a través de cualquier medio. No se puede restringir este derecho por vías o medios indirectos, tales como el abuso de controles oficiales o particulares.


En el artículo 6 se establece: “el derecho a la información será garantizado por el Estado”. Esto no modifica las relaciones del poder con los medios de comunicación y el ejercicio de las libertades de expresión y prensa.

Hay ordenamientos internacionales de derechos humanos en los que se consagra y desarrolla el derecho a la información, como la Declaración Universal de los Derechos Humanos. En su artículo 19 (desde 1948) establece que todo individuo tiene este derecho, a no ser molestado a causa de sus opiniones, y el de difundirlas, sin limitación de fronteras.

El ejercicio de las libertades (expresión y prensa) y el derecho a la información son fundamentales en el hombre porque representan la prolongación de la garantía individual de pensar, ejercicios sin los cuales no es posible aventurar la posibilidad del desarrollo del hombre en sociedad y el fortalecimiento de la democracia.

En países con madurez democrática hay pleno respeto, es muy normal pues, no así en las dictaduras o con gobiernos populistas.

Es deber del Estado erradicar la impunidad de quienes atentan contra nuestras libertades, y hacerlo abrirá espacios para la construcción de una sociedad mejor informada y por lo tanto más libre, participativa y democrática.

Hay muchas amenazas por apagar esta luz de libertad, pero en nosotros (ciudadanos y prensa libre) está el que no se extinga.