/ viernes 6 de diciembre de 2019

La lucha interna por el poder en Morena

El partido Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) arribó hace un año al Gobierno Federal con una amplia mayoría que le ha permitido realizar cambios constitucionales.

Este movimiento surgió cuando López Obrador decidió abandonar el PRD después de haber sido por segunda vez consecutiva su candidato presidencial. La mayoría de los militantes de este partido lo siguió para constituir Morena y contender así en las elecciones de 2018.

Morena se constituyó no sólo con exmilitantes del PRD sino también del PRI, PAN y de otros partidos pequeños, así como por diversos integrantes de organizaciones civiles y populares.

Ahora, a un año de haber llevado a la presidencia de la República a su fundador, se está dando una fuerte pugna por su dirigencia nacional. El enfrentamiento público entre de sus dos presidentes, del CEN y del consejo nacional, ha echado abajo sus elecciones distritales, así como la realización del congreso nacional que tuvo que posponer para el año entrante.

Bertha Luján, como titular del consejo nacional, convocó a una reunión de los delegados con el fin de nombrar una dirigencia interina para que Yeidckol Polevnsky (antes Citlali Ibáñez) no fuera a la vez candidata y organizadora del proceso electoral interno.

Sin embargo, la presidente nacional no firmó la convocatoria, por lo que anuló las intenciones de Luján, a la cual acusó de pretender desaparecer al CEN que ella dirige hasta ahora.

Otra disputa es la que se da entre las coordinaciones de las fracciones legislativas federales de Morena, encabezadas por Mario Delgado y Ricardo Monreal. Los diputados federales aprobaron reducir la dieta de los senadores en más de 400 mil pesos para el año entrante con el fin de igualar los salarios de todos los legisladores.

Al parecer una cosa es la predicada austeridad de la 4T y otra es aplicarla en ellos mismos, pues por una parte los diputados aumentaron sus percepciones mientras y, por otra, les redujeron a los senadores su salario, lo cual agravará el enfrentamiento entre las huestes de Monreal y Delgado.

Si a lo anterior se le añaden las pugnas entre los superdelegados estatales y los otros personajes morenistas que aspiran a una gubernatura, se tendrá la percepción de que Morena como movimiento fue exitoso, pero ahora como partido está más que partido.

Al parecer el ADN recibido por sus diversos ancestros impide que este partido sea realmente una opción moderna de socialdemocracia y así como le sucedió al PRD, se encamine a una lucha encarnizada entre sus tribus en la eterna disputa por el poder, el que al parecer es a final de cuentas lo que los motiva para participar en la política nacional bajo cualquier sigla partidista.

El partido Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) arribó hace un año al Gobierno Federal con una amplia mayoría que le ha permitido realizar cambios constitucionales.

Este movimiento surgió cuando López Obrador decidió abandonar el PRD después de haber sido por segunda vez consecutiva su candidato presidencial. La mayoría de los militantes de este partido lo siguió para constituir Morena y contender así en las elecciones de 2018.

Morena se constituyó no sólo con exmilitantes del PRD sino también del PRI, PAN y de otros partidos pequeños, así como por diversos integrantes de organizaciones civiles y populares.

Ahora, a un año de haber llevado a la presidencia de la República a su fundador, se está dando una fuerte pugna por su dirigencia nacional. El enfrentamiento público entre de sus dos presidentes, del CEN y del consejo nacional, ha echado abajo sus elecciones distritales, así como la realización del congreso nacional que tuvo que posponer para el año entrante.

Bertha Luján, como titular del consejo nacional, convocó a una reunión de los delegados con el fin de nombrar una dirigencia interina para que Yeidckol Polevnsky (antes Citlali Ibáñez) no fuera a la vez candidata y organizadora del proceso electoral interno.

Sin embargo, la presidente nacional no firmó la convocatoria, por lo que anuló las intenciones de Luján, a la cual acusó de pretender desaparecer al CEN que ella dirige hasta ahora.

Otra disputa es la que se da entre las coordinaciones de las fracciones legislativas federales de Morena, encabezadas por Mario Delgado y Ricardo Monreal. Los diputados federales aprobaron reducir la dieta de los senadores en más de 400 mil pesos para el año entrante con el fin de igualar los salarios de todos los legisladores.

Al parecer una cosa es la predicada austeridad de la 4T y otra es aplicarla en ellos mismos, pues por una parte los diputados aumentaron sus percepciones mientras y, por otra, les redujeron a los senadores su salario, lo cual agravará el enfrentamiento entre las huestes de Monreal y Delgado.

Si a lo anterior se le añaden las pugnas entre los superdelegados estatales y los otros personajes morenistas que aspiran a una gubernatura, se tendrá la percepción de que Morena como movimiento fue exitoso, pero ahora como partido está más que partido.

Al parecer el ADN recibido por sus diversos ancestros impide que este partido sea realmente una opción moderna de socialdemocracia y así como le sucedió al PRD, se encamine a una lucha encarnizada entre sus tribus en la eterna disputa por el poder, el que al parecer es a final de cuentas lo que los motiva para participar en la política nacional bajo cualquier sigla partidista.