/ viernes 17 de junio de 2022

La mejor herramienta de AMLO: el desaliento

Así como el excursionista que carga una pesada mochila convirtiéndose en un peso insoportable después de un corto tiempo, al ajustarla a la espalda adecuadamente hace que dicha carga se sienta menos pesada; igual son nuestras penas morales, las cuales dejarán de ser agobiadoras si aprendemos a llevarlas adecuadamente. La infelicidad puede ser una pesada carga también.

La infelicidad permanente, así como la depresión crónica, son enfermedades que nos afectan en todos los aspectos de la vida y mientras más duran, más nos van alejando de la realidad. Tampoco es posible estar en una condición permanente de euforia, de felicidad, pues los pocos que dicen tenerla intensamente suelen ser egoístas e indiferentes a todo lo que les aleja de momentos placenteros.

Cuenta una antigua fábula que “el diablo puso en venta sus herramientas más efectivas: la malicia, el odio, la envidia, la venganza, la codicia, etc. Habiéndole preguntado por qué ponía un precio tan alto a una herramienta vieja y desgastada llamada “desaliento”, contestó: porque con ella puedo introducirme a todas partes y una vez dentro, puedo usar las herramientas que mejor me convengan…”

La mejor filosofía es gozar el presente, sin preocupaciones por el pasado, sólo tomando en cuenta el aprendizaje recibido; ni temores por el futuro, viendo y tomando las medidas necesarias para lograr nuestro plan. Aquél que se rehúsa a ver el futuro y sólo vive de sus recuerdos se ha vuelto, en todo el sentido de la palabra, un viejo.

La esperanza es más invencible que la misma desesperación, tomando en cuenta que la mayor parte de nuestras aflicciones y sinsabores vienen de nuestra mente, de lo que hemos decidido pensar.

Las preocupaciones disminuyen nuestras capacidades, nuestra eficiencia, pero es paradójico que mientras mayores son la inteligencia y la eficiencia de una persona, mayor es su tendencia a estar preocupado y apurado por todo, dado que las preocupaciones son por el miedo, el cual casi nunca está en relación con los hechos. Y esto representa un enorme desperdicio de tiempo.

Si algún problema emocional afecta nuestro desempeño, es prudente verlo como si fuera ajeno, no nuestro, y desde el punto de vista de una tercera persona, encontraremos que nuestras decisiones y actitudes serán diferentes.

Ante las preocupaciones y apuros, el mejor momento de controlarlos es cuando recién aparecen, y no cuando ya llevan tiempo viviendo en nuestra mente. Y llegando a alguna decisión, tratemos de evitar que las dudas nos afecten, pues nos roban la energía que necesitamos para actuar adecuadamente. Muchos de los grandes peligros y amenazas en que creemos encontrarnos son meramente producto de creaciones de nuestro miedo o de nuestra ignorancia. y principalmente del desaliento que éstas producen.


Así como el excursionista que carga una pesada mochila convirtiéndose en un peso insoportable después de un corto tiempo, al ajustarla a la espalda adecuadamente hace que dicha carga se sienta menos pesada; igual son nuestras penas morales, las cuales dejarán de ser agobiadoras si aprendemos a llevarlas adecuadamente. La infelicidad puede ser una pesada carga también.

La infelicidad permanente, así como la depresión crónica, son enfermedades que nos afectan en todos los aspectos de la vida y mientras más duran, más nos van alejando de la realidad. Tampoco es posible estar en una condición permanente de euforia, de felicidad, pues los pocos que dicen tenerla intensamente suelen ser egoístas e indiferentes a todo lo que les aleja de momentos placenteros.

Cuenta una antigua fábula que “el diablo puso en venta sus herramientas más efectivas: la malicia, el odio, la envidia, la venganza, la codicia, etc. Habiéndole preguntado por qué ponía un precio tan alto a una herramienta vieja y desgastada llamada “desaliento”, contestó: porque con ella puedo introducirme a todas partes y una vez dentro, puedo usar las herramientas que mejor me convengan…”

La mejor filosofía es gozar el presente, sin preocupaciones por el pasado, sólo tomando en cuenta el aprendizaje recibido; ni temores por el futuro, viendo y tomando las medidas necesarias para lograr nuestro plan. Aquél que se rehúsa a ver el futuro y sólo vive de sus recuerdos se ha vuelto, en todo el sentido de la palabra, un viejo.

La esperanza es más invencible que la misma desesperación, tomando en cuenta que la mayor parte de nuestras aflicciones y sinsabores vienen de nuestra mente, de lo que hemos decidido pensar.

Las preocupaciones disminuyen nuestras capacidades, nuestra eficiencia, pero es paradójico que mientras mayores son la inteligencia y la eficiencia de una persona, mayor es su tendencia a estar preocupado y apurado por todo, dado que las preocupaciones son por el miedo, el cual casi nunca está en relación con los hechos. Y esto representa un enorme desperdicio de tiempo.

Si algún problema emocional afecta nuestro desempeño, es prudente verlo como si fuera ajeno, no nuestro, y desde el punto de vista de una tercera persona, encontraremos que nuestras decisiones y actitudes serán diferentes.

Ante las preocupaciones y apuros, el mejor momento de controlarlos es cuando recién aparecen, y no cuando ya llevan tiempo viviendo en nuestra mente. Y llegando a alguna decisión, tratemos de evitar que las dudas nos afecten, pues nos roban la energía que necesitamos para actuar adecuadamente. Muchos de los grandes peligros y amenazas en que creemos encontrarnos son meramente producto de creaciones de nuestro miedo o de nuestra ignorancia. y principalmente del desaliento que éstas producen.