/ sábado 27 de abril de 2019

La misa presidencial


Quizá es indebido que bauticemos con ese nombre la cotidiana rueda de prensa que el mandatario nacional, Andrés Manuel López Obrador, realiza cada semana, de lunes a viernes, en Palacio Nacional, para hablar de un sinfín de temas que van desde el planteamiento de las políticas públicas, hasta el manejo de asuntos triviales como son la preferencia presidencial por el rey de los deportes o la milagrosa noticia de la posible resurrección de Juan Gabriel.

Lo que sin duda es que la diaria reunión del presidente con representantes de los medios de comunicación para hablar de todo y nada en cadena nacional sólo es una forma muy antigua de adoctrinamiento popular; un método muy eficaz para plantear públicamente temas que son de interés particular del gobernante para lograr que la sociedad, a través de los medios de comunicación, pierda poco a poco el asombro y el rechazo ante ideas impositivas, muchas veces absurdas, del Ejecutivo federal.

Adoctrinamiento que te conduce a obedecer la voluntad omnipotente del gobernante o te atengas a las consecuencias de ser enemigo de quien ostenta el poder. La cosa no va de juego y el método ha sido de uso común en muchos gobiernos autoritarios y represores.

Desde Hitler hasta Maduro, pasando por tantos despóticos gobernantes que sumieron a su población en la pobreza, la desigualdad y el terror por el abuso del poder. Día a día, zalameramente, el Ejecutivo federal va marcando y haciendo públicas las reglas de juego político que él solo ha impuesto y que condena, a quien no las cumpla, al escarnio público, el reproche político, la represión e, incluso, la amenaza explícita de agresión.

Ya se lo planteó a políticos de oposición, a gobernantes y ex gobernantes de México, a la prensa rebelde, a los “fifís” y a los “conservadores” que son producto del neoliberalismo por él tan repudiado. Ya anunció, en serio, su desprecio por la constitución y las normas que nos dibujaban hasta hace poco como una nación democrática y plural. Ya advirtió que todos aquellos traidores surgidos a partir del salinismo, la corrupción, inmoralidad, el abuso de poder y tantos más, caerán bajo su espada justiciera, excepto claro, los que bajo su mandato sean considerados como “actos patrióticos por el bien de una sociedad que se encuentra enferma de corrupción”.

Y la misa-rueda de prensa de cada día, que pomposamente él llama “ejercicio de libertad de expresión”, no deja de ser un burdo adoctrinamiento para inculcar en los mexicanos la resignación por la pérdida de los Derechos Humanos, libertades y garantías constitucionales; “por el bien de la patria y de los que menos tienen”.


alfredopineraguevara@gmail.com


Quizá es indebido que bauticemos con ese nombre la cotidiana rueda de prensa que el mandatario nacional, Andrés Manuel López Obrador, realiza cada semana, de lunes a viernes, en Palacio Nacional, para hablar de un sinfín de temas que van desde el planteamiento de las políticas públicas, hasta el manejo de asuntos triviales como son la preferencia presidencial por el rey de los deportes o la milagrosa noticia de la posible resurrección de Juan Gabriel.

Lo que sin duda es que la diaria reunión del presidente con representantes de los medios de comunicación para hablar de todo y nada en cadena nacional sólo es una forma muy antigua de adoctrinamiento popular; un método muy eficaz para plantear públicamente temas que son de interés particular del gobernante para lograr que la sociedad, a través de los medios de comunicación, pierda poco a poco el asombro y el rechazo ante ideas impositivas, muchas veces absurdas, del Ejecutivo federal.

Adoctrinamiento que te conduce a obedecer la voluntad omnipotente del gobernante o te atengas a las consecuencias de ser enemigo de quien ostenta el poder. La cosa no va de juego y el método ha sido de uso común en muchos gobiernos autoritarios y represores.

Desde Hitler hasta Maduro, pasando por tantos despóticos gobernantes que sumieron a su población en la pobreza, la desigualdad y el terror por el abuso del poder. Día a día, zalameramente, el Ejecutivo federal va marcando y haciendo públicas las reglas de juego político que él solo ha impuesto y que condena, a quien no las cumpla, al escarnio público, el reproche político, la represión e, incluso, la amenaza explícita de agresión.

Ya se lo planteó a políticos de oposición, a gobernantes y ex gobernantes de México, a la prensa rebelde, a los “fifís” y a los “conservadores” que son producto del neoliberalismo por él tan repudiado. Ya anunció, en serio, su desprecio por la constitución y las normas que nos dibujaban hasta hace poco como una nación democrática y plural. Ya advirtió que todos aquellos traidores surgidos a partir del salinismo, la corrupción, inmoralidad, el abuso de poder y tantos más, caerán bajo su espada justiciera, excepto claro, los que bajo su mandato sean considerados como “actos patrióticos por el bien de una sociedad que se encuentra enferma de corrupción”.

Y la misa-rueda de prensa de cada día, que pomposamente él llama “ejercicio de libertad de expresión”, no deja de ser un burdo adoctrinamiento para inculcar en los mexicanos la resignación por la pérdida de los Derechos Humanos, libertades y garantías constitucionales; “por el bien de la patria y de los que menos tienen”.


alfredopineraguevara@gmail.com