/ martes 25 de diciembre de 2018

“La mitad del mundo no sabe cómo vive la otra mitad”.                       

A reflexionar

El mundo tiene millones de “olvidados” que viven en condiciones de rechazo, de tristeza y de dolor. Sean niños, discapacitados, ancianos, secuestrados esclavos, sí, esclavos en pleno siglo XXI, cuando las fiestas navideñas tienen como finalidad reunir a la familia. Posible consuelo para ellos, un regalo, un abrazo, quizá una posada, pero desconocemos su modo de vivir y de sufrir. No reflexionaremos sobre la película “Los olvidados” del talentoso cineasta español Luis Buñuel, que por cierto presenta el drama de los huérfanos de padre, de madre o de ambos.

¿Cuántos ancianos lloran por el abandono de sus hijos en estas fechas? Muchos temblando de frío en las calles, pidiendo caridad, los que enfermos sienten el dolor del mal que les aqueja y los que son rechazados por sus propios familiares. Conocí casos en los cuales los hijos, yernos, nueras y, hasta nietos, los arrojaban a la calle de su propiedad. Hablar de vejez es hablar de enfermedades, es decir, de la necesidad de atención médica, de hospitales, de medicamentos y de estudios de laboratorio, de imagenología y de cuidados especiales. Por otro lado, los queridos niños que no pidieron venir al mundo y que en una cadena de irresponsabilidades son cruelmente abandonados, muchos recién nacidos.

Todos hemos escuchado de los “niños de la calle”, sucios, vagos, malhablados, rateritos y analfabetas, porque a nadie le importan, por ello, en estos días de fiestas y regocijo, debemos saber que como seres humanos deben ser protegidos por las leyes. Luego vienen los centenares de niños que pasarán una triste Navidad porque a sus padres los despidieron de sus empleos y también les cancelaron sus prestaciones (aguinaldos) por la estupidez de la “austeridad”. ¿Pensaron en ellos, señores gobernantes? Claro que no, porque ustedes ya cobraron sus quincenas y prestaciones. Gobiernos así deben renunciar por inútiles, pues no saben ni una pizca de la elaboración de presupuestos. El dictador se rebajó el sueldo, según él, pero quien tiene en México sus prestaciones. No creo que vaya a los pasillos de un hospital del IMSS.

Con lágrimas en los ojos menciono a los seres discapacitados en abandono, los que imploran una limosna en las calles, los escondidos en un rincón de la casa y los que ya viven en una lóbrega clínica. ¡A todos ellos: Feliz Navidad!


A reflexionar

El mundo tiene millones de “olvidados” que viven en condiciones de rechazo, de tristeza y de dolor. Sean niños, discapacitados, ancianos, secuestrados esclavos, sí, esclavos en pleno siglo XXI, cuando las fiestas navideñas tienen como finalidad reunir a la familia. Posible consuelo para ellos, un regalo, un abrazo, quizá una posada, pero desconocemos su modo de vivir y de sufrir. No reflexionaremos sobre la película “Los olvidados” del talentoso cineasta español Luis Buñuel, que por cierto presenta el drama de los huérfanos de padre, de madre o de ambos.

¿Cuántos ancianos lloran por el abandono de sus hijos en estas fechas? Muchos temblando de frío en las calles, pidiendo caridad, los que enfermos sienten el dolor del mal que les aqueja y los que son rechazados por sus propios familiares. Conocí casos en los cuales los hijos, yernos, nueras y, hasta nietos, los arrojaban a la calle de su propiedad. Hablar de vejez es hablar de enfermedades, es decir, de la necesidad de atención médica, de hospitales, de medicamentos y de estudios de laboratorio, de imagenología y de cuidados especiales. Por otro lado, los queridos niños que no pidieron venir al mundo y que en una cadena de irresponsabilidades son cruelmente abandonados, muchos recién nacidos.

Todos hemos escuchado de los “niños de la calle”, sucios, vagos, malhablados, rateritos y analfabetas, porque a nadie le importan, por ello, en estos días de fiestas y regocijo, debemos saber que como seres humanos deben ser protegidos por las leyes. Luego vienen los centenares de niños que pasarán una triste Navidad porque a sus padres los despidieron de sus empleos y también les cancelaron sus prestaciones (aguinaldos) por la estupidez de la “austeridad”. ¿Pensaron en ellos, señores gobernantes? Claro que no, porque ustedes ya cobraron sus quincenas y prestaciones. Gobiernos así deben renunciar por inútiles, pues no saben ni una pizca de la elaboración de presupuestos. El dictador se rebajó el sueldo, según él, pero quien tiene en México sus prestaciones. No creo que vaya a los pasillos de un hospital del IMSS.

Con lágrimas en los ojos menciono a los seres discapacitados en abandono, los que imploran una limosna en las calles, los escondidos en un rincón de la casa y los que ya viven en una lóbrega clínica. ¡A todos ellos: Feliz Navidad!