/ jueves 5 de septiembre de 2019

La muerte en el islam

Es poco conocida la concepción de la muerte en la Arabia preislámica, pero las creencias de otros pueblos semitas, la poesía árabe más antigua y las ideas supervivientes en las sociedades islámicas permiten reconstituir un ideario que incluye a dos almas principales: una vegetativa, que reside en la sangre, y otra espiritual, que habita en el aliento. En la muerte, estas dos almas se fugaban, pero el alma vegetativa pervivía en el cadáver hasta que éste se descomponía y, por fin, el alma salía del cuerpo en forma de una lechuza: cuando el tecolote canta, el indio muere.

Según Hernán G. H. Taboada, aunque no existía la idea de la resurrección, esta vida vegetativa originó cultos funerarios y la pertinaz idea de alguna permanencia de los muertos, viviendo en sus tumbas en forma fantasmal, viendo ir y venir a los vivos. Con el tiempo, se han agregado una complicada serie de ritos y creencias relacionadas con la muerte de región en región, según sus tradiciones preislámicas, como usar las lloronas profesionales o celebrar las virtudes del muerto, aunque Mahoma y los juristas conciben la aceptación sencilla de la muerte, funerales sin lujo ni congoja exagerada, ceremonias breves, entierro rápido y cortas visitas a las tumbas, lo que crea una inevitable controversia con las procesiones a las sepulturas de los santos.

Un rasgo que parece común en el islam es la aceptación de la presencia cotidiana de los muertos entre los vivos. Ellos avisan, en sueños, a sus parientes que tienen hambre o no están en paz, lo que alentará una visita a los cementerios para hablar con el difunto, convirtiendo estos lugares en centros de reunión, incluso, refugios, donde los malos espíritus no dañan y las familias esperan espectáculos sobrenaturales, en especial, si el lugar tiene atributos de santidad a causa de ciertos personajes famosos.


Esto último, hizo surgir el género literario de las guías de tumbas, un activo tráfico de cadáveres para enterrarlos ahí, y que estos lugares pasaran, de albergues, a activos barrios turísticos de peregrinaje, rodeados de viviendas, cafés, tiendas y hasta de un servicio regular de autobuses.

agusperezr@hotmail.com

Es poco conocida la concepción de la muerte en la Arabia preislámica, pero las creencias de otros pueblos semitas, la poesía árabe más antigua y las ideas supervivientes en las sociedades islámicas permiten reconstituir un ideario que incluye a dos almas principales: una vegetativa, que reside en la sangre, y otra espiritual, que habita en el aliento. En la muerte, estas dos almas se fugaban, pero el alma vegetativa pervivía en el cadáver hasta que éste se descomponía y, por fin, el alma salía del cuerpo en forma de una lechuza: cuando el tecolote canta, el indio muere.

Según Hernán G. H. Taboada, aunque no existía la idea de la resurrección, esta vida vegetativa originó cultos funerarios y la pertinaz idea de alguna permanencia de los muertos, viviendo en sus tumbas en forma fantasmal, viendo ir y venir a los vivos. Con el tiempo, se han agregado una complicada serie de ritos y creencias relacionadas con la muerte de región en región, según sus tradiciones preislámicas, como usar las lloronas profesionales o celebrar las virtudes del muerto, aunque Mahoma y los juristas conciben la aceptación sencilla de la muerte, funerales sin lujo ni congoja exagerada, ceremonias breves, entierro rápido y cortas visitas a las tumbas, lo que crea una inevitable controversia con las procesiones a las sepulturas de los santos.

Un rasgo que parece común en el islam es la aceptación de la presencia cotidiana de los muertos entre los vivos. Ellos avisan, en sueños, a sus parientes que tienen hambre o no están en paz, lo que alentará una visita a los cementerios para hablar con el difunto, convirtiendo estos lugares en centros de reunión, incluso, refugios, donde los malos espíritus no dañan y las familias esperan espectáculos sobrenaturales, en especial, si el lugar tiene atributos de santidad a causa de ciertos personajes famosos.


Esto último, hizo surgir el género literario de las guías de tumbas, un activo tráfico de cadáveres para enterrarlos ahí, y que estos lugares pasaran, de albergues, a activos barrios turísticos de peregrinaje, rodeados de viviendas, cafés, tiendas y hasta de un servicio regular de autobuses.

agusperezr@hotmail.com