/ jueves 11 de enero de 2018

La noche en que el Ángel de la Independencia quiso volar

Como es lo habitual, cotidianamente, en la TV aparece con frecuencia el Monumento de la Independencia en la Cd. de México, que es característico de la capital de la república al igual que el Monumento de la Revolución.

Con frecuencia hay manifestaciones de protesta en la Torre del Ángel, otras veces, eventos políticos y ocasionalmente, eventos culturales.

Yo guardo muy gratos recuerdos de dicha torre ya que, anualmente, en el desfile del 16 de septiembre, fecha en la que se conmemora la Independencia de México, los alumnos de la Escuela Médico Militar desfilábamos por el lado derecho del Monumento de la Independencia y terminaba el desfile en una fuente que estaba en el extremo del Bosque de Chapultepec.

Cuando estudiaba en la Escuela Médico Militar, ya viviendo con mi querida esposa Ma. Elena (q.e.p.d.) en una pequeña casa de la colonia del Valle que rentábamos, dejaba el carro en el garaje de la misma y me iba en dos camiones al Hospital Central Militar, donde estuve dos años como interno y uno como sub residente; el primero de los dos camiones me dejaba cerca del “Ángel de la Independencia” y el segundo me dejaba a la entrada del hospital, que tenía enfrente un amplio lugar para estacionamiento, así como un enorme jardín muy vistoso.

Volviendo al tema de esta colaboración, recuerdo que una noche cursando el quinto año de la carrera, siendo “oficial de día” de la escuela que ocupaba un cuarto especial con cuatro subalternos; a las 23:00 hrs. de un día se sintió un temblor no muy intenso y desde la ventana de dicho cuarto pude ver cómo se veían chispas por todos lados, producto de la ruptura de cables eléctricos, y pensé que se iba a caer el “Ángel de la Independencia”; el evento duró unos cuantos segundos, así que me fui a la cama a descansar tranquilamente.

Al día siguiente me enteré que, efectivamente, se había caído el “Ángel de la Independencia” y, como dice el título de esta colaboración “quiso volar pero no pudo”, como es natural.

Ya, siendo pasante de Medicina, cuando cursaba el sexto año de la carrera, recibíamos mensualmente nuestros “haberes”, por lo que ya no vivíamos en la escuela y teníamos que vivir en algún lugar cercano al Hospital Militar. Un compañero, Porfirio Cervantes Pérez, y yo, rentamos un cuarto en el segundo piso en la calle Lerma. En dicha casa localizada a una cuadra del Monumento a la Independencia en el Paseo de la Reforma y desde la ventana nos tocó ver cómo volvieron el nuevo Ángel de la Independencia, ya que el anterior que una noche “quiso volar pero no pudo” se destruyó completamente.

Por cierto, mi compañero Porfirio Cervantes Pérez, es muy inteligente y obtuvo el primer lugar en los seis años de la carrera y ha escrito varios libros y con frecuencia viaja a Europa y a otros países para dar conferencias.

Son recuerdos que conservo como estudiante de la Escuela Médico Militar y como médico en el Hospital Central Militar.

 

Como es lo habitual, cotidianamente, en la TV aparece con frecuencia el Monumento de la Independencia en la Cd. de México, que es característico de la capital de la república al igual que el Monumento de la Revolución.

Con frecuencia hay manifestaciones de protesta en la Torre del Ángel, otras veces, eventos políticos y ocasionalmente, eventos culturales.

Yo guardo muy gratos recuerdos de dicha torre ya que, anualmente, en el desfile del 16 de septiembre, fecha en la que se conmemora la Independencia de México, los alumnos de la Escuela Médico Militar desfilábamos por el lado derecho del Monumento de la Independencia y terminaba el desfile en una fuente que estaba en el extremo del Bosque de Chapultepec.

Cuando estudiaba en la Escuela Médico Militar, ya viviendo con mi querida esposa Ma. Elena (q.e.p.d.) en una pequeña casa de la colonia del Valle que rentábamos, dejaba el carro en el garaje de la misma y me iba en dos camiones al Hospital Central Militar, donde estuve dos años como interno y uno como sub residente; el primero de los dos camiones me dejaba cerca del “Ángel de la Independencia” y el segundo me dejaba a la entrada del hospital, que tenía enfrente un amplio lugar para estacionamiento, así como un enorme jardín muy vistoso.

Volviendo al tema de esta colaboración, recuerdo que una noche cursando el quinto año de la carrera, siendo “oficial de día” de la escuela que ocupaba un cuarto especial con cuatro subalternos; a las 23:00 hrs. de un día se sintió un temblor no muy intenso y desde la ventana de dicho cuarto pude ver cómo se veían chispas por todos lados, producto de la ruptura de cables eléctricos, y pensé que se iba a caer el “Ángel de la Independencia”; el evento duró unos cuantos segundos, así que me fui a la cama a descansar tranquilamente.

Al día siguiente me enteré que, efectivamente, se había caído el “Ángel de la Independencia” y, como dice el título de esta colaboración “quiso volar pero no pudo”, como es natural.

Ya, siendo pasante de Medicina, cuando cursaba el sexto año de la carrera, recibíamos mensualmente nuestros “haberes”, por lo que ya no vivíamos en la escuela y teníamos que vivir en algún lugar cercano al Hospital Militar. Un compañero, Porfirio Cervantes Pérez, y yo, rentamos un cuarto en el segundo piso en la calle Lerma. En dicha casa localizada a una cuadra del Monumento a la Independencia en el Paseo de la Reforma y desde la ventana nos tocó ver cómo volvieron el nuevo Ángel de la Independencia, ya que el anterior que una noche “quiso volar pero no pudo” se destruyó completamente.

Por cierto, mi compañero Porfirio Cervantes Pérez, es muy inteligente y obtuvo el primer lugar en los seis años de la carrera y ha escrito varios libros y con frecuencia viaja a Europa y a otros países para dar conferencias.

Son recuerdos que conservo como estudiante de la Escuela Médico Militar y como médico en el Hospital Central Militar.