/ jueves 11 de junio de 2020

La “nueva normalidad”: México en rojo

A partir del primero de junio inició oficialmente la “nueva normalidad”, esto es, el regreso paulatino y ordenado a la anterior normalidad que regía antes de la pandemia del Covid-19.

Para lograr la “nueva normalidad” se tendrán que seguir los lineamientos establecidos por el Gobierno Federal con el semáforo de cuatro colores: rojo, naranja, amarillo y verde.

Sin embargo, será cada Gobierno Estatal, después de estiras y aflojas, el que decidirá si pasa o no al siguiente color de acuerdo con la situación de la epidemia en su entidad.

Ni los publicitados “municipios de la esperanza” realizaron una apertura completa a pesar de ser considerados como libres de contagio, menos los estados donde se está elevando el número de contagiados y fallecimientos.

El único estado clasificado como naranja era Zacatecas, el cual prefirió continuar con las medidas aplicadas como si estuviera en la fase de rojo.

Pues bien, si vivir la antigua normalidad era difícil y complejo para la mayoría de los mexicanos, adaptarse a la “nueva normalidad” será aún más complicado. La tensión entre las dos corrientes predominantes, la de abrir todas las actividades y la de continuar en aislamiento social, está aumentando y amenaza en derivar en serios conflictos sociales.

Por ejemplo, los comerciantes del Centro de la ciudad convocaron a sus afiliados para abrir sus negocios a partir del lunes 8 de este mes mientras que el Gobierno Estatal amagaba con aplicarles el reglamento con suspensiones o multas.

Sintomático de esta situación alterada es el caso del afroamericano George Floyd que produjo protestas multitudinarias no sólo en ciudades norteamericanas sino en diversas partes del mundo.

Aquí en México la réplica de la brutalidad asesina policiaca es el caso del Giovanni López, quien falleció después de ser detenido por policías de un municipio jalisciense. Grupos anarquistas causaron destrozos en la vía pública y edificios oficiales en protesta tanto en Guadalajara como en la Ciudad de México.

Menos publicitada por los medios fue la protesta automovilística de miles de mexicanos que exigían la renuncia de López Obrador recorriendo las calles de 77 ciudades mexicanas.

La presión psicológica de meses de encierro y abstención de convivencia social está mostrando sus efectos negativos por lo que con todo y sus riesgos es necesario liberar las actividades cotidianas para evitar estallidos sociales.

Además, la decaída economía mexicana requiere fortalecerse de forma inmediata, pues tan sólo en el mes de abril, de acuerdo con el Inegi, hubo 12 millones de desempleados, diez millones de ellos del sector económico informal.

En la ciudad de Chihuahua el encargado de los restaurantes Denny’s anunció que despedirían a 90 de sus empleados, pues sus ingresos mermaron considerablemente después de más de dos meses sin estar abiertos, tan sólo pueden atender pedidos para llevar.

La “nueva normalidad” es como la pandemia, compleja e impredecible. No existe otra alternativa hasta el momento que el ensayo y el error, esto es, liberar parte de las actividades y volver a las medidas restrictivas si se da un rebrote de la enfermedad más letal y silenciosa que haya padecido el mundo en este siglo.

A partir del primero de junio inició oficialmente la “nueva normalidad”, esto es, el regreso paulatino y ordenado a la anterior normalidad que regía antes de la pandemia del Covid-19.

Para lograr la “nueva normalidad” se tendrán que seguir los lineamientos establecidos por el Gobierno Federal con el semáforo de cuatro colores: rojo, naranja, amarillo y verde.

Sin embargo, será cada Gobierno Estatal, después de estiras y aflojas, el que decidirá si pasa o no al siguiente color de acuerdo con la situación de la epidemia en su entidad.

Ni los publicitados “municipios de la esperanza” realizaron una apertura completa a pesar de ser considerados como libres de contagio, menos los estados donde se está elevando el número de contagiados y fallecimientos.

El único estado clasificado como naranja era Zacatecas, el cual prefirió continuar con las medidas aplicadas como si estuviera en la fase de rojo.

Pues bien, si vivir la antigua normalidad era difícil y complejo para la mayoría de los mexicanos, adaptarse a la “nueva normalidad” será aún más complicado. La tensión entre las dos corrientes predominantes, la de abrir todas las actividades y la de continuar en aislamiento social, está aumentando y amenaza en derivar en serios conflictos sociales.

Por ejemplo, los comerciantes del Centro de la ciudad convocaron a sus afiliados para abrir sus negocios a partir del lunes 8 de este mes mientras que el Gobierno Estatal amagaba con aplicarles el reglamento con suspensiones o multas.

Sintomático de esta situación alterada es el caso del afroamericano George Floyd que produjo protestas multitudinarias no sólo en ciudades norteamericanas sino en diversas partes del mundo.

Aquí en México la réplica de la brutalidad asesina policiaca es el caso del Giovanni López, quien falleció después de ser detenido por policías de un municipio jalisciense. Grupos anarquistas causaron destrozos en la vía pública y edificios oficiales en protesta tanto en Guadalajara como en la Ciudad de México.

Menos publicitada por los medios fue la protesta automovilística de miles de mexicanos que exigían la renuncia de López Obrador recorriendo las calles de 77 ciudades mexicanas.

La presión psicológica de meses de encierro y abstención de convivencia social está mostrando sus efectos negativos por lo que con todo y sus riesgos es necesario liberar las actividades cotidianas para evitar estallidos sociales.

Además, la decaída economía mexicana requiere fortalecerse de forma inmediata, pues tan sólo en el mes de abril, de acuerdo con el Inegi, hubo 12 millones de desempleados, diez millones de ellos del sector económico informal.

En la ciudad de Chihuahua el encargado de los restaurantes Denny’s anunció que despedirían a 90 de sus empleados, pues sus ingresos mermaron considerablemente después de más de dos meses sin estar abiertos, tan sólo pueden atender pedidos para llevar.

La “nueva normalidad” es como la pandemia, compleja e impredecible. No existe otra alternativa hasta el momento que el ensayo y el error, esto es, liberar parte de las actividades y volver a las medidas restrictivas si se da un rebrote de la enfermedad más letal y silenciosa que haya padecido el mundo en este siglo.