/ viernes 20 de agosto de 2021

La opinión pública

Por: Alejandro Cortés González-Báez

A lo largo de la historia de pueblos civilizados aparece el fenómeno de la “opinión pública” y la influencia que ésta tiene en el desarrollo de los hechos más notorios que afectan la vida de la sociedad. Es interesante saber que este tema se remonta a la organización de los griegos algunos siglos antes de la era cristiana, cuando ya se interesaban en organizarse democráticamente partiendo de ideas como: El control político descansa en un cuerpo de ciudadanos adultos y responsables, quienes tienen el deber y el derecho a discutir los problemas encaminados al bienestar de la comunidad, buscando establecer acuerdos en base al consenso como base para la acción pública.

Las opiniones de las mayorías ejercen el control, pero las minorías han de recibir protección. Las minorías deben tolerar las decisiones de las mayorías. Si la minoría no está de acuerdo, será necesario que se busque cambiar las leyes conforme a los principios legales y morales. Desafortunadamente, para muchos, lo hasta aquí dicho, suena a cuento de hadas.

En este ámbito la opinión pública juega un papel muy importante, pero sin duda alguna tremendamente complejo. Por principio, los temas o problemas deben ser definidos por los individuos y grupos interesados en la búsqueda de soluciones y para ello se puede hacer uso de charlas, debates, crónicas, editoriales, etc.

Generalmente son pequeños grupos de personas quienes estimulan el interés público. Para ello adelantan soluciones o posibles planes, sugiriendo apoyos y acciones de protesta que con frecuencia se encaminan a la acentuación de las emociones a favor y en contra, en los miembros de la sociedad. Uno de los mayores peligros lo encontramos en que los argumentos no sean racionales y sinceros.

De forma elemental nos encontramos ante dos posturas sobre la opinión pública: Quienes afirman que las masas son infalibles, y por otra parte, los que atribuyen la racionalidad a unos pocos selectos, pues la experiencia repetida en todo tiempo y lugar, nos enseña que las masas no razonan dejándose guiar solamente por las propuestas de sus líderes. Resulta inevitable que la opinión pública sea manejada constantemente por factores racionales e irracionales.

Los principales temas suelen ser: el empleo, los salarios, la seguridad personal y social, la propiedad privada, la salud social, la educación, la libre empresa, la libertad de culto y los derechos políticos.

A través de los medios con que contamos, los slogans, los mitos, las leyendas y el amarillismo tienen una gran influencia y se transmiten con gran velocidad, estimulando la opinión pública. Desafortunadamente no existen formas de evitar que con mucha frecuencia todo ello provoque injusticias en individuos, grupos y sociedades enteras.


Ojalá los formadores de la opinión pública se interesaran en una correcta formación de la conciencia luchando por la búsqueda del bien común y no de intereses personales ni partidistas.


www.padrealejandro.org

Por: Alejandro Cortés González-Báez

A lo largo de la historia de pueblos civilizados aparece el fenómeno de la “opinión pública” y la influencia que ésta tiene en el desarrollo de los hechos más notorios que afectan la vida de la sociedad. Es interesante saber que este tema se remonta a la organización de los griegos algunos siglos antes de la era cristiana, cuando ya se interesaban en organizarse democráticamente partiendo de ideas como: El control político descansa en un cuerpo de ciudadanos adultos y responsables, quienes tienen el deber y el derecho a discutir los problemas encaminados al bienestar de la comunidad, buscando establecer acuerdos en base al consenso como base para la acción pública.

Las opiniones de las mayorías ejercen el control, pero las minorías han de recibir protección. Las minorías deben tolerar las decisiones de las mayorías. Si la minoría no está de acuerdo, será necesario que se busque cambiar las leyes conforme a los principios legales y morales. Desafortunadamente, para muchos, lo hasta aquí dicho, suena a cuento de hadas.

En este ámbito la opinión pública juega un papel muy importante, pero sin duda alguna tremendamente complejo. Por principio, los temas o problemas deben ser definidos por los individuos y grupos interesados en la búsqueda de soluciones y para ello se puede hacer uso de charlas, debates, crónicas, editoriales, etc.

Generalmente son pequeños grupos de personas quienes estimulan el interés público. Para ello adelantan soluciones o posibles planes, sugiriendo apoyos y acciones de protesta que con frecuencia se encaminan a la acentuación de las emociones a favor y en contra, en los miembros de la sociedad. Uno de los mayores peligros lo encontramos en que los argumentos no sean racionales y sinceros.

De forma elemental nos encontramos ante dos posturas sobre la opinión pública: Quienes afirman que las masas son infalibles, y por otra parte, los que atribuyen la racionalidad a unos pocos selectos, pues la experiencia repetida en todo tiempo y lugar, nos enseña que las masas no razonan dejándose guiar solamente por las propuestas de sus líderes. Resulta inevitable que la opinión pública sea manejada constantemente por factores racionales e irracionales.

Los principales temas suelen ser: el empleo, los salarios, la seguridad personal y social, la propiedad privada, la salud social, la educación, la libre empresa, la libertad de culto y los derechos políticos.

A través de los medios con que contamos, los slogans, los mitos, las leyendas y el amarillismo tienen una gran influencia y se transmiten con gran velocidad, estimulando la opinión pública. Desafortunadamente no existen formas de evitar que con mucha frecuencia todo ello provoque injusticias en individuos, grupos y sociedades enteras.


Ojalá los formadores de la opinión pública se interesaran en una correcta formación de la conciencia luchando por la búsqueda del bien común y no de intereses personales ni partidistas.


www.padrealejandro.org