/ lunes 11 de enero de 2021

La paradoja transformadora

Se gobierna para la gente. La tarea de gobierno entraña dos empeños fundamentales, la consecución de ciertos ideales conveniente o deseablemente aprobados por la mayoría de la comunidad y el método o procesos para alcanzar esas metas mayoritariamente convenidas. Los primeros son los objetivos de gobierno y lo segundo es la formulación de un programa en el que generalmente se detalla la forma, medios e instrumentos mediante los cuales pretenden lograr o alcanzar esos propósitos. Hace más de doscientos cincuenta años el poeta inglés Alexander Pope escribió en su obra legendaria "An Essay on Man" ( Un ensayo del hombre), que


el estudio propio de la humanidad es el hombre. La sociedad humana (Homo sapiens) se ha distinguido de las demás comunidades animales, más que por su tendencia a la especialización, la cual no es para nada despreciable, por la preservación de la individualidad de sus miembros, quienes conservan una conciencia propia con respecto a la colectividad. Y es el consenso mayoritario de estas individualidades el que en un sistema eficientemente representativo debiere determinar el contenido e instrumentación del citado programa de gobierno.

Es claro que la Cuarta Transformación ha logrado recientemente alcanzar en México consenso mayoritario en sus de gobierno, en la mayoría de los escenarios políticos en los que ha contendido; esto por una sencilla razón: la mayoría de los miembros de la comunidad política está


convencida de sus bondades, abatir los privilegios indebidos y combatir la corrupción. El gran reto a superar se encuentra en contar con los instrumentos adecuados para la consecución de estos objetivos, es decir, buenas administraciones. Esto es, proponer gente con el perfil, preparación y experiencia para lograrlo. Primero que nada, representantes que no simulen y estén genuinamente convencidos de enfrentar los desafíos presentes. Después, reclutar personal técnico que cuente con la aptitud y capacidad para lograrlo. Sin improvisaciones. Es falso que todos sepamos hacer todo. El aprendizaje cuesta y por mucha voluntad que se tenga para emprender una tarea es necesario que quien la realice sepa lo que está enfrentando. La buena noticia es que en México sobra talento y personas con la probidad e integridad moral suficiente para enfrentar el


desafío. Si no se atiende eficientemente este tan importante aspecto, la transformación quedará trunca y se disipará en buenos propósitos, comprometiendo mucho trabajo de mucha gente de buena voluntad. Tal y como reza el dicho popular: "De buenas intenciones está pavimentado el camino al infierno".


Se gobierna para la gente. La tarea de gobierno entraña dos empeños fundamentales, la consecución de ciertos ideales conveniente o deseablemente aprobados por la mayoría de la comunidad y el método o procesos para alcanzar esas metas mayoritariamente convenidas. Los primeros son los objetivos de gobierno y lo segundo es la formulación de un programa en el que generalmente se detalla la forma, medios e instrumentos mediante los cuales pretenden lograr o alcanzar esos propósitos. Hace más de doscientos cincuenta años el poeta inglés Alexander Pope escribió en su obra legendaria "An Essay on Man" ( Un ensayo del hombre), que


el estudio propio de la humanidad es el hombre. La sociedad humana (Homo sapiens) se ha distinguido de las demás comunidades animales, más que por su tendencia a la especialización, la cual no es para nada despreciable, por la preservación de la individualidad de sus miembros, quienes conservan una conciencia propia con respecto a la colectividad. Y es el consenso mayoritario de estas individualidades el que en un sistema eficientemente representativo debiere determinar el contenido e instrumentación del citado programa de gobierno.

Es claro que la Cuarta Transformación ha logrado recientemente alcanzar en México consenso mayoritario en sus de gobierno, en la mayoría de los escenarios políticos en los que ha contendido; esto por una sencilla razón: la mayoría de los miembros de la comunidad política está


convencida de sus bondades, abatir los privilegios indebidos y combatir la corrupción. El gran reto a superar se encuentra en contar con los instrumentos adecuados para la consecución de estos objetivos, es decir, buenas administraciones. Esto es, proponer gente con el perfil, preparación y experiencia para lograrlo. Primero que nada, representantes que no simulen y estén genuinamente convencidos de enfrentar los desafíos presentes. Después, reclutar personal técnico que cuente con la aptitud y capacidad para lograrlo. Sin improvisaciones. Es falso que todos sepamos hacer todo. El aprendizaje cuesta y por mucha voluntad que se tenga para emprender una tarea es necesario que quien la realice sepa lo que está enfrentando. La buena noticia es que en México sobra talento y personas con la probidad e integridad moral suficiente para enfrentar el


desafío. Si no se atiende eficientemente este tan importante aspecto, la transformación quedará trunca y se disipará en buenos propósitos, comprometiendo mucho trabajo de mucha gente de buena voluntad. Tal y como reza el dicho popular: "De buenas intenciones está pavimentado el camino al infierno".