/ jueves 16 de abril de 2020

La posverdad en tiempos de la Covid-19


No es nada nuevo que la posverdad sea una práctica social común; sin embargo, con el paso de los años -y con la ayuda del Internet- se ha convertido en una pandemia que, a diferencia de la Covid-19, parece no tener cura.


Como ya se dijo, la posverdad no es nada nueva pero, en 1992, Steve Tesich visibilizó y proyectó la magnitud del significado de dicho término, argumentando por qué la verdad se ha vuelto irrelevante. Luego -en 2016-, debido al impacto de la posverdad en la conciencia nacional e internacional, los Diccionarios Oxford proclamaron “posverdad” (post-truth) como la palabra del año.
Para una mejor comprensión del análisis y reflexión que ahora nos ocupa, es necesario saber que posverdad significa que los hechos objetivos influyen menos en la formación de la opinión pública que las emociones y las creencias personales; es decir, que la realidad se distorsiona deliberadamente (por sí mismo, por terceros o en conjunto) para crear una nueva realidad construida con juicios de valor basados únicamente en creencias y emociones, y no en la objetividad de los hechos involucrados.
Sí. Es cierto que cuando la Oxford University Press (OUP) eligió “posverdad” como palabra del año, fue por el aumento en la frecuencia de su uso en el contexto político y electoral; no obstante eso no significa que no se relacione o denote circunstancias de otra índole, como ahora es el caso del Covid-19 y sus respectivos aspectos e impactos sanitarios, económicos y sociales.
En ese amplio contexto es que ahora, en tiempos del Covid-19, la posverdad toma una mayor relevancia por el trascendental impacto que, globalmente, ha causado esa pandemia informativa que se alimenta por el estrés, la ansiedad, el temor y la incertidumbre en torno a la pandemia de la enfermedad provocada por el coronavirus SARS-Cov-2. Se trata pues, de un círculo vicioso que -de seguir creciendo- generará graves y desastrosas repercusiones en los diversos y distintos sectores de la sociedad y, por lo tanto, en la sociedad en su conjunto.
Hoy, en tiempos del Covid-19, con tan sólo observar lo que se comenta y lo que se comparte a través de las redes sociales, se comprueba la hipótesis planteada -hace poco más de 4 años- por Casper Grathwohl, presidente de la división de diccionarios de la OUP, en el sentido de que la posverdad se convertiría en una de las palabras definitorias de nuestro tiempo.
En definitiva, los escenarios de la posverdad y del Covid-19 no son -para nada- agradables, menos cuando en un solo escenario se han juntado ambas pandemias. Aun así, queda la esperanza puesta en todas aquellas personas, medios de comunicación y organizaciones sociales que siguen luchando en pro de una sociedad más racional y menos emocional.


Pero mientras que eso sucede, en esta ocasión concluyo citando lo dicho -en 1992- por el dramaturgo serbio-estadounidense, Steve Tesich: “Lamento que nosotros, como pueblo libre, hayamos decidido libremente vivir en un mundo en donde reina la posverdad”.


Aída María Holguín Baeza


laecita@gmail.com


No es nada nuevo que la posverdad sea una práctica social común; sin embargo, con el paso de los años -y con la ayuda del Internet- se ha convertido en una pandemia que, a diferencia de la Covid-19, parece no tener cura.


Como ya se dijo, la posverdad no es nada nueva pero, en 1992, Steve Tesich visibilizó y proyectó la magnitud del significado de dicho término, argumentando por qué la verdad se ha vuelto irrelevante. Luego -en 2016-, debido al impacto de la posverdad en la conciencia nacional e internacional, los Diccionarios Oxford proclamaron “posverdad” (post-truth) como la palabra del año.
Para una mejor comprensión del análisis y reflexión que ahora nos ocupa, es necesario saber que posverdad significa que los hechos objetivos influyen menos en la formación de la opinión pública que las emociones y las creencias personales; es decir, que la realidad se distorsiona deliberadamente (por sí mismo, por terceros o en conjunto) para crear una nueva realidad construida con juicios de valor basados únicamente en creencias y emociones, y no en la objetividad de los hechos involucrados.
Sí. Es cierto que cuando la Oxford University Press (OUP) eligió “posverdad” como palabra del año, fue por el aumento en la frecuencia de su uso en el contexto político y electoral; no obstante eso no significa que no se relacione o denote circunstancias de otra índole, como ahora es el caso del Covid-19 y sus respectivos aspectos e impactos sanitarios, económicos y sociales.
En ese amplio contexto es que ahora, en tiempos del Covid-19, la posverdad toma una mayor relevancia por el trascendental impacto que, globalmente, ha causado esa pandemia informativa que se alimenta por el estrés, la ansiedad, el temor y la incertidumbre en torno a la pandemia de la enfermedad provocada por el coronavirus SARS-Cov-2. Se trata pues, de un círculo vicioso que -de seguir creciendo- generará graves y desastrosas repercusiones en los diversos y distintos sectores de la sociedad y, por lo tanto, en la sociedad en su conjunto.
Hoy, en tiempos del Covid-19, con tan sólo observar lo que se comenta y lo que se comparte a través de las redes sociales, se comprueba la hipótesis planteada -hace poco más de 4 años- por Casper Grathwohl, presidente de la división de diccionarios de la OUP, en el sentido de que la posverdad se convertiría en una de las palabras definitorias de nuestro tiempo.
En definitiva, los escenarios de la posverdad y del Covid-19 no son -para nada- agradables, menos cuando en un solo escenario se han juntado ambas pandemias. Aun así, queda la esperanza puesta en todas aquellas personas, medios de comunicación y organizaciones sociales que siguen luchando en pro de una sociedad más racional y menos emocional.


Pero mientras que eso sucede, en esta ocasión concluyo citando lo dicho -en 1992- por el dramaturgo serbio-estadounidense, Steve Tesich: “Lamento que nosotros, como pueblo libre, hayamos decidido libremente vivir en un mundo en donde reina la posverdad”.


Aída María Holguín Baeza


laecita@gmail.com