/ miércoles 9 de septiembre de 2020

La realidad es una construcción social

Todos los días, en esta vorágine social que nos arrastra sin remedio a lo superfluo y nos aleja de la sustancia -la vida misma-, tomamos decisiones que afectan de alguna u otra manera a terceros; nada es lo que parece, pero en comunicación, hay una sentencia definitiva: para ser hay que parecer y si parece, es.

No se trata de un juego de palabras. Los seres humanos creemos, desde la antigüedad, que cada quien tenemos la razón y la verdad. Hemos secuestrado, en lo individual, eso que llamamos “mi realidad” y nos cuesta mucho trabajo aceptar que otros tienen un punto de vista distinto.

El empecinarse en creer que sólo existe una realidad (la nuestra por supuesto), la prisa, la impaciencia, el modo muchas veces equivocado para comunicarnos con los demás, el miedo, la falta de empatía y el no saber escuchar, nos está llevando a un extraño escenario de confrontaciones innecesarias.

En su obra “La construcción social de la realidad”, los autores Peter L. Berger y Thomas Luckmann advierten que la realidad se concibe como un proceso dialéctico entre relaciones sociales; otros escritores y sociólogos señalan que constructo social es un artefacto dentro de una sociedad, inventado o creado por participantes de determinada cultura y que existe, porque la gente accede a comportarse como si existiera.

En una clase de postgrado, le pregunté a los participantes algo muy sencillo: ¿Qué es la realidad? Las respuestas, en su mayoría, coincidieron: es lo que existe… es la verdad de las cosas. Luego ingresé la segunda y última pregunta, ¿hay una sola realidad? Entonces las intervenciones fueron más claras: hay dos formas de percibirla.

Quiero alejarme del terreno filosófico, pero desde su esencia sociológica, realidad es el constructo que tiene una persona justamente al construirla a través de sus sentidos y sus emociones y que obedece a estímulos a los que está sujeto dentro de la institucionalización de la sociedad y los ámbitos de interacción.

¿La realidad está o la construimos? Me parece que vamos a coincidir: nada existe si no lo creamos. Y ésa es precisamente la gran responsabilidad que tenemos los seres humanos. Todos los días construimos una realidad a la vista de los demás, pero es la emoción, los sentidos, lo que nos permite enviar un mensaje que debe ser percibido sin interpretaciones.

Y es que con mucha frecuencia, en cualquier discusión, hay dos partes que pretenden defender “su verdad” a costa de lo que sea; los famosos ruidos de la información se cruzan y ejercen un peligroso poder que lleva a emisor y receptor al encono, antes que aceptar el punto de vista del otro. Esa es la parte importante: son puntos de vista, no verdades.

¿Qué nos impide aceptar una realidad que no nos conviene? El prejuzgar, adivinar, suponer, porque juzgar antes de tiempo, anticiparse a los hechos, es igual a no captar la realidad objetiva, sino la realidad neurótica creada en la mente. Lo mismo es válido para el adivinar y el suponer: también son construcciones neuróticas mentales que nos impiden "ver" la realidad de las otras personas, tal cual son y están en el aquí y el ahora y no como han estado en el pasado. Por ello se dice que "ningún paciente está tan enfermo como su expediente clínico''.

Pero hay otras barreras de la comunicación que nos cierran los ojos ante la posibilidad de no tener la razón, como la superficialidad, el engaño, la mentira, la crítica destructiva, la pésima utilización del lenguaje y, por supuesto, el querer imponer nuestras razones sin aceptar las otras.

La guerra no existe como tal, es una construcción del hombre. Ni existen los conflictos emanados de la nada: los construimos nosotros. La realidad se construye, no está a la vista de nadie. Vemos lo que necesitamos ver, escuchamos lo que le agrada al oído y vemos lo que nuestras pupilas aceptan como válido. Imagine una tierra inhóspita, desolada y ponga a dos personas frente a esa escena. Uno dirá que ahí no hay nada que hacer, porque la realidad le advierte una tierra infértil y un futuro catastrófico.

Y el otro podrá observar, en su realidad, que se trata de un área de oportunidad, donde el agua está esperando a ser encontrada, que ahí se pueden sembrar alimentos y también esperanzas. ¿Quién tiene la razón? ¿Es o no la realidad una construcción social? Yo sólo escribo cosas comunes.

Todos los días, en esta vorágine social que nos arrastra sin remedio a lo superfluo y nos aleja de la sustancia -la vida misma-, tomamos decisiones que afectan de alguna u otra manera a terceros; nada es lo que parece, pero en comunicación, hay una sentencia definitiva: para ser hay que parecer y si parece, es.

No se trata de un juego de palabras. Los seres humanos creemos, desde la antigüedad, que cada quien tenemos la razón y la verdad. Hemos secuestrado, en lo individual, eso que llamamos “mi realidad” y nos cuesta mucho trabajo aceptar que otros tienen un punto de vista distinto.

El empecinarse en creer que sólo existe una realidad (la nuestra por supuesto), la prisa, la impaciencia, el modo muchas veces equivocado para comunicarnos con los demás, el miedo, la falta de empatía y el no saber escuchar, nos está llevando a un extraño escenario de confrontaciones innecesarias.

En su obra “La construcción social de la realidad”, los autores Peter L. Berger y Thomas Luckmann advierten que la realidad se concibe como un proceso dialéctico entre relaciones sociales; otros escritores y sociólogos señalan que constructo social es un artefacto dentro de una sociedad, inventado o creado por participantes de determinada cultura y que existe, porque la gente accede a comportarse como si existiera.

En una clase de postgrado, le pregunté a los participantes algo muy sencillo: ¿Qué es la realidad? Las respuestas, en su mayoría, coincidieron: es lo que existe… es la verdad de las cosas. Luego ingresé la segunda y última pregunta, ¿hay una sola realidad? Entonces las intervenciones fueron más claras: hay dos formas de percibirla.

Quiero alejarme del terreno filosófico, pero desde su esencia sociológica, realidad es el constructo que tiene una persona justamente al construirla a través de sus sentidos y sus emociones y que obedece a estímulos a los que está sujeto dentro de la institucionalización de la sociedad y los ámbitos de interacción.

¿La realidad está o la construimos? Me parece que vamos a coincidir: nada existe si no lo creamos. Y ésa es precisamente la gran responsabilidad que tenemos los seres humanos. Todos los días construimos una realidad a la vista de los demás, pero es la emoción, los sentidos, lo que nos permite enviar un mensaje que debe ser percibido sin interpretaciones.

Y es que con mucha frecuencia, en cualquier discusión, hay dos partes que pretenden defender “su verdad” a costa de lo que sea; los famosos ruidos de la información se cruzan y ejercen un peligroso poder que lleva a emisor y receptor al encono, antes que aceptar el punto de vista del otro. Esa es la parte importante: son puntos de vista, no verdades.

¿Qué nos impide aceptar una realidad que no nos conviene? El prejuzgar, adivinar, suponer, porque juzgar antes de tiempo, anticiparse a los hechos, es igual a no captar la realidad objetiva, sino la realidad neurótica creada en la mente. Lo mismo es válido para el adivinar y el suponer: también son construcciones neuróticas mentales que nos impiden "ver" la realidad de las otras personas, tal cual son y están en el aquí y el ahora y no como han estado en el pasado. Por ello se dice que "ningún paciente está tan enfermo como su expediente clínico''.

Pero hay otras barreras de la comunicación que nos cierran los ojos ante la posibilidad de no tener la razón, como la superficialidad, el engaño, la mentira, la crítica destructiva, la pésima utilización del lenguaje y, por supuesto, el querer imponer nuestras razones sin aceptar las otras.

La guerra no existe como tal, es una construcción del hombre. Ni existen los conflictos emanados de la nada: los construimos nosotros. La realidad se construye, no está a la vista de nadie. Vemos lo que necesitamos ver, escuchamos lo que le agrada al oído y vemos lo que nuestras pupilas aceptan como válido. Imagine una tierra inhóspita, desolada y ponga a dos personas frente a esa escena. Uno dirá que ahí no hay nada que hacer, porque la realidad le advierte una tierra infértil y un futuro catastrófico.

Y el otro podrá observar, en su realidad, que se trata de un área de oportunidad, donde el agua está esperando a ser encontrada, que ahí se pueden sembrar alimentos y también esperanzas. ¿Quién tiene la razón? ¿Es o no la realidad una construcción social? Yo sólo escribo cosas comunes.

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