/ jueves 21 de junio de 2018

La receta final

Una vez celebrado el tercer debate la tendencia electoral continúa igual con un inamovible primer lugar y un segundo lugar a una distancia inalcanzable, por lo que el pronóstico es el mismo y todo parece indicar que el puntero en las encuestas será el próximo presidente de la república.

Los datos de Oraculus (poll of polls) del 12 de junio indican que el promedio de varias encuestadoras analizadas otorgaba a López Obrador el 49% de las preferencias electorales, Anaya tenía el 28%, Meade el 20% y el Bronco sólo el 3 por ciento.

Los efectos del tercer debate son parecidos a los de los dos anteriores, sin mayores repercusiones en el ánimo manifestado por los electores. La distancia que les lleva AMLO a sus contrincantes es contundente e irreversible, por lo que al fin se le cumplirá su sueño de despachar en el Palacio Nacional.

La revisión somera de los resultados de los sondeos de opinión indica que el Peje inició con una ventaja de 12 o 13 por ciento en este año y la fue aumentando a partir de marzo hasta llegar al actual 21 por ciento sobre su más próximo competidor.

La estrategia presidencial fue errada desde antes del inicio de la campaña electoral, pues a pesar de que los dirigentes empresariales le pidieron cinco veces a Peña Nieto que se aprobara una segunda vuelta en las elecciones el mandatario se rehusó argumentando que sería tanto como aceptar que el PRI no ganaría en la primera ronda.

Las consecuencias de menospreciar al tabasqueño y sobre todo de no reconocer el enorme enojo y hartazgo de los ciudadanos hacia su gobierno y partido están a la vista: el triunfo de AMLO y de su partido Morena.

La otra medida equívoca fue golpear continuamente a quien hubiera podido ser un rival competitivo para López Obrador: Ricardo Anaya. La campaña negra en contra del panista si bien no lo hizo caer como pensaban los estrategas oficiales sí le impidió remontar la brecha para alcanzar al puntero.

Menos fructífera fue la maniobra de apoyar las candidaturas independientes de Margarita Zavala y el Bronco Rodríguez. La primera fracasó en su intento de ser la Hillary mexicana mientras que el segundo demostró ser un fiasco al que los neoleoneses tendrán que aguantar como gobernador unos años más.

El arroz ya se coció como cita entusiasmado el clásico, por lo que el oriundo de Tepetitán, Macuspana, se perfila como el contundente vencedor y por ende próximo presidente de la República Mexicana.

La constante terquedad o necedad del tabasqueño y el apoyo de millones de mexicanos lograrán un resultado insólito en una elección presidencial, ya que además llegará abanderado por un partido nuevo de oposición creado y dirigido por él mismo.

Los temores generalizados de que su populismo lleve al país a derroteros desastrosos como en otros países latinoamericanos podrían ser infundados y más bien producto de las campañas sucias orquestadas por sus enemigos. Bueno, al menos eso es lo deseable para el bienestar de todos los mexicanos.

Una buena frase del Peje ha sido la de que no tiene enemigos y sólo contrincantes. Esperamos que cumpla sus promesas de gobernar para todos y logre conciliar a tirios y troyanos para sacar al país del hoyo en que está debido a las erróneas políticas públicas aplicadas en los últimos sexenios.

La tarea no sea fácil pues si bien la mitad de los mexicanos lo apoya la otra está en su contra. Superar esta bipolaridad será el principal reto que tendrá el siguiente inquilino en Palacio Nacional. Los desacuerdos radicales se deben resolver con acuerdos políticos y no mediante confrontaciones violentas en las calles, como sucede actualmente en Nicaragua.

Por lo pronto el deseo de la mayoría de los ciudadanos es que las elecciones el primero de julio se celebren en paz y sin complicaciones legales para que los resultados finales no sean decididos en los tribunales electorales. Sean éstos los que sean se deben respetar y los mexicanos debemos continuar unidos para lograr un México mejor para nosotros y las próximas generaciones.

Una vez celebrado el tercer debate la tendencia electoral continúa igual con un inamovible primer lugar y un segundo lugar a una distancia inalcanzable, por lo que el pronóstico es el mismo y todo parece indicar que el puntero en las encuestas será el próximo presidente de la república.

Los datos de Oraculus (poll of polls) del 12 de junio indican que el promedio de varias encuestadoras analizadas otorgaba a López Obrador el 49% de las preferencias electorales, Anaya tenía el 28%, Meade el 20% y el Bronco sólo el 3 por ciento.

Los efectos del tercer debate son parecidos a los de los dos anteriores, sin mayores repercusiones en el ánimo manifestado por los electores. La distancia que les lleva AMLO a sus contrincantes es contundente e irreversible, por lo que al fin se le cumplirá su sueño de despachar en el Palacio Nacional.

La revisión somera de los resultados de los sondeos de opinión indica que el Peje inició con una ventaja de 12 o 13 por ciento en este año y la fue aumentando a partir de marzo hasta llegar al actual 21 por ciento sobre su más próximo competidor.

La estrategia presidencial fue errada desde antes del inicio de la campaña electoral, pues a pesar de que los dirigentes empresariales le pidieron cinco veces a Peña Nieto que se aprobara una segunda vuelta en las elecciones el mandatario se rehusó argumentando que sería tanto como aceptar que el PRI no ganaría en la primera ronda.

Las consecuencias de menospreciar al tabasqueño y sobre todo de no reconocer el enorme enojo y hartazgo de los ciudadanos hacia su gobierno y partido están a la vista: el triunfo de AMLO y de su partido Morena.

La otra medida equívoca fue golpear continuamente a quien hubiera podido ser un rival competitivo para López Obrador: Ricardo Anaya. La campaña negra en contra del panista si bien no lo hizo caer como pensaban los estrategas oficiales sí le impidió remontar la brecha para alcanzar al puntero.

Menos fructífera fue la maniobra de apoyar las candidaturas independientes de Margarita Zavala y el Bronco Rodríguez. La primera fracasó en su intento de ser la Hillary mexicana mientras que el segundo demostró ser un fiasco al que los neoleoneses tendrán que aguantar como gobernador unos años más.

El arroz ya se coció como cita entusiasmado el clásico, por lo que el oriundo de Tepetitán, Macuspana, se perfila como el contundente vencedor y por ende próximo presidente de la República Mexicana.

La constante terquedad o necedad del tabasqueño y el apoyo de millones de mexicanos lograrán un resultado insólito en una elección presidencial, ya que además llegará abanderado por un partido nuevo de oposición creado y dirigido por él mismo.

Los temores generalizados de que su populismo lleve al país a derroteros desastrosos como en otros países latinoamericanos podrían ser infundados y más bien producto de las campañas sucias orquestadas por sus enemigos. Bueno, al menos eso es lo deseable para el bienestar de todos los mexicanos.

Una buena frase del Peje ha sido la de que no tiene enemigos y sólo contrincantes. Esperamos que cumpla sus promesas de gobernar para todos y logre conciliar a tirios y troyanos para sacar al país del hoyo en que está debido a las erróneas políticas públicas aplicadas en los últimos sexenios.

La tarea no sea fácil pues si bien la mitad de los mexicanos lo apoya la otra está en su contra. Superar esta bipolaridad será el principal reto que tendrá el siguiente inquilino en Palacio Nacional. Los desacuerdos radicales se deben resolver con acuerdos políticos y no mediante confrontaciones violentas en las calles, como sucede actualmente en Nicaragua.

Por lo pronto el deseo de la mayoría de los ciudadanos es que las elecciones el primero de julio se celebren en paz y sin complicaciones legales para que los resultados finales no sean decididos en los tribunales electorales. Sean éstos los que sean se deben respetar y los mexicanos debemos continuar unidos para lograr un México mejor para nosotros y las próximas generaciones.