/ viernes 17 de enero de 2020

La solución

A través de la historia, la humanidad experimenta furores, llegan ideas nuevas, propuestas inesperadas, acciones que sorprenden, generando olas de convencimiento que arrasan a comunidades enteras a adoptar nuevas tendencias.

En el tema de la ecología y cuidado del medio ambiente se ha elevado una euforia que ha envuelto en una oferta y demanda con tendencias tanto favorables como no.

¡Está de moda “cuidar el planeta”! ¿Pero cómo lo estamos haciendo?

Toda oferta comercial genera un movimiento, fábricas se activan con todo lo que conlleva su producto: demanda de agua, uso de materiales naturales o de otra procedencia, emanación de contaminantes, propaganda comercial, transporte, desecho de residuos y empaques, etc.

Cualquier producto que compremos pasa por un proceso más o menos así, unas fabricaciones más amigables con el cuidado de la naturaleza, otras menos y otras en una inconciencia total de lo que dejan a su paso.

Hay mucha controversia en el uso de los tantísimos productos de plástico que inundan el mercado, las noticias de cómo el desecho irresponsable de estos productos ha dañado los cuerpos de agua son aterradoras. Ver tantos magníficos escenarios devastados por el plástico es desalentador. ¡Por eso hay que hacer algo! ¿Pero qué?

Por otro lado, está el argumento de cómo los materiales que pueden sustituir la plaga del plástico, también generan lo suyo, como por ejemplo el vidrio, que por ser más pesado su transporte requiere de más combustible, por lo tanto contaminación, el lavado para volverlo a usar requiere de miles y miles de litros de agua. El aluminio que desde su extracción y procesamiento genera una contaminación irremediable. Sustituir las bolsas de plástico por las de papel que son biodegradables, pero para su fabricación es necesaria la tala de árboles.

Muchas de las alternativas nos llevan a un posible callejón sin salida, y el pensamiento vuelve a esa dejadez de hacer lo más cómodo para cada cual ¡Al cabo de todos modos contaminamos de alguna forma! ¡A seguirle con las costumbres de tirar y tirar! ¡No hay alternativa!

¡Pero sí que la hay, y no podemos rendirnos y dejar a la deriva este maravilloso planeta que es nuestra casa!

La reducción es la solución que llama, usar lo indispensable y separar residuos para que los reciclables sean rescatados y utilizados de nuevo. Reusar lo rescatable y rechazar lo innecesario.

Otra maravillosa acción es la de devolver a la naturaleza, todo el desecho vegetal, alimentar la tierra con elementos que la nutrirán: Composta.

¡No nos rindamos en esta era de conciencia que está saturada de un comercio que aprovecha tendencias para ofrecer productos sólo para satisfacer modas y hacer negocio, y no para aligerar carga a la naturaleza!

La visión del ser humano debe tornarse periférica ampliar el alcance de la vista lo más lejos posible, dejar atrás ese criterio de propiedad privada, de todos esos cuadrados que designamos propios, olvidándonos de la enorme extensión que está al servicio y a cargo de todos: El Planeta Tierra.

Vigilante: Si estás interesado en unirte a la causa de aligerar la contaminación, el vigilante sugiere: Revisa cada cajón, cada estante de tu casa y oficina y aprovecha lo que ahí guardas, si ya no te sirve a ti, alguien seguramente le podrá dar uso. Hay muchos productos como pintura, pegamento, aceites, cremas, papel, etc. que se descomponen y terminan en la basura, aprovéchalos. No compres más de lo que ya tienes, ésa es una manera de irnos educando a comprar lo que realmente necesitamos.

A través de la historia, la humanidad experimenta furores, llegan ideas nuevas, propuestas inesperadas, acciones que sorprenden, generando olas de convencimiento que arrasan a comunidades enteras a adoptar nuevas tendencias.

En el tema de la ecología y cuidado del medio ambiente se ha elevado una euforia que ha envuelto en una oferta y demanda con tendencias tanto favorables como no.

¡Está de moda “cuidar el planeta”! ¿Pero cómo lo estamos haciendo?

Toda oferta comercial genera un movimiento, fábricas se activan con todo lo que conlleva su producto: demanda de agua, uso de materiales naturales o de otra procedencia, emanación de contaminantes, propaganda comercial, transporte, desecho de residuos y empaques, etc.

Cualquier producto que compremos pasa por un proceso más o menos así, unas fabricaciones más amigables con el cuidado de la naturaleza, otras menos y otras en una inconciencia total de lo que dejan a su paso.

Hay mucha controversia en el uso de los tantísimos productos de plástico que inundan el mercado, las noticias de cómo el desecho irresponsable de estos productos ha dañado los cuerpos de agua son aterradoras. Ver tantos magníficos escenarios devastados por el plástico es desalentador. ¡Por eso hay que hacer algo! ¿Pero qué?

Por otro lado, está el argumento de cómo los materiales que pueden sustituir la plaga del plástico, también generan lo suyo, como por ejemplo el vidrio, que por ser más pesado su transporte requiere de más combustible, por lo tanto contaminación, el lavado para volverlo a usar requiere de miles y miles de litros de agua. El aluminio que desde su extracción y procesamiento genera una contaminación irremediable. Sustituir las bolsas de plástico por las de papel que son biodegradables, pero para su fabricación es necesaria la tala de árboles.

Muchas de las alternativas nos llevan a un posible callejón sin salida, y el pensamiento vuelve a esa dejadez de hacer lo más cómodo para cada cual ¡Al cabo de todos modos contaminamos de alguna forma! ¡A seguirle con las costumbres de tirar y tirar! ¡No hay alternativa!

¡Pero sí que la hay, y no podemos rendirnos y dejar a la deriva este maravilloso planeta que es nuestra casa!

La reducción es la solución que llama, usar lo indispensable y separar residuos para que los reciclables sean rescatados y utilizados de nuevo. Reusar lo rescatable y rechazar lo innecesario.

Otra maravillosa acción es la de devolver a la naturaleza, todo el desecho vegetal, alimentar la tierra con elementos que la nutrirán: Composta.

¡No nos rindamos en esta era de conciencia que está saturada de un comercio que aprovecha tendencias para ofrecer productos sólo para satisfacer modas y hacer negocio, y no para aligerar carga a la naturaleza!

La visión del ser humano debe tornarse periférica ampliar el alcance de la vista lo más lejos posible, dejar atrás ese criterio de propiedad privada, de todos esos cuadrados que designamos propios, olvidándonos de la enorme extensión que está al servicio y a cargo de todos: El Planeta Tierra.

Vigilante: Si estás interesado en unirte a la causa de aligerar la contaminación, el vigilante sugiere: Revisa cada cajón, cada estante de tu casa y oficina y aprovecha lo que ahí guardas, si ya no te sirve a ti, alguien seguramente le podrá dar uso. Hay muchos productos como pintura, pegamento, aceites, cremas, papel, etc. que se descomponen y terminan en la basura, aprovéchalos. No compres más de lo que ya tienes, ésa es una manera de irnos educando a comprar lo que realmente necesitamos.

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