/ viernes 12 de noviembre de 2021

La tarde de la vida

Es cierto lo que decía Cornaro: “El espíritu aumenta en perfección a medida que el cuerpo envejece....”.

Lo cierto también es que la tarde de la vida tiene muchas compensaciones. Cuando tenemos la juventud son muchos los placeres, aunque es cuando menos los sabemos apreciar. Cuando tenemos la vejez son muchos los recuerdos y es cuando más los apreciamos.

Las horas de la tarde de nuestra vida pueden ser las mejores y más bellas. Es algo así como los pétalos de una flor donde los más bellos son los que se abren al último. El fruto se desarrolla mientras las flores y sus pétalos se marchitan de la misma forma en que el alma adquiere madurez al tiempo en que el cuerpo parece decaer.

¿Cuál es el mejor período de nuestra vida? Sin lugar a dudas el actual. Ya sea a los 50, los 60 o los 90. Buffón, a los 70, aseguraba que tenía la felicidad de vivir como nunca lo había sentido hasta entonces. Fontanelle declaraba que la parte más feliz de su existencia fue de los sesenta y seis en adelante.

Nuestra actual sociedad, sobre todo en el mercado de los empleos o trabajos, ha determinado que se es viejo a partir de los 35 años de edad. Todos los empleos ofrecidos en los periódicos ponen de límite dicha edad. No importa si tienen 40 y pueden demostrar su efectividad en generar utilidades, o su gran condición física. Prefieren, muchas empresas ser mediocres con personal sin experiencia que productivas con personas de amplia trayectoria. He tenido la incómoda experiencia de ver profesionistas vendiendo jugos en las esquinas, o de guardias de seguridad. La discriminación al “vejete”, al “ruco” es obvia. Nuestros medios de difusión hablan del “anciano” de 55 años atropellado, o de la señora “de edad”, de 40 años que fue levantada por la policía.

Podemos afirmar que el paraíso de la juventud es la vejez —todos los jóvenes generalmente quieren tener más edad o “ser grandes”, y el paraíso de la vejez es la juventud—se añoran los tiempos en que se era joven.

Cuando somos jóvenes el tiempo pasa sumamente despacio. El paraíso de la edad madura nos llega a muchos, con un sentir lento. Pero a medida que pasan los años, nos parece que cumplimos años más seguido. Nos parece que la Navidad pasada está sólo a la vuelta de la esquina. Aquí es cuando miramos hacia atrás, dirigiendo nuestra mirada al paraíso de la juventud y nos regocijamos con nuestros recuerdos.

Para aquellos de 60 en adelante, existe una forma de retrasar por mucho todos los síntomas de la llamada “vejez”, desde la demencia senil, hasta los achaques reumatoides. La fórmula está en mantenerse ocupado; en hacer ejercicio; en comer los alimentos adecuados; y quizá lo más importante, en pensar positiva y adecuadamente —lo que decidimos pensar es determinante. Para la mente inconsciente, lo mismo es pensar que hacer….


Es cierto lo que decía Cornaro: “El espíritu aumenta en perfección a medida que el cuerpo envejece....”.

Lo cierto también es que la tarde de la vida tiene muchas compensaciones. Cuando tenemos la juventud son muchos los placeres, aunque es cuando menos los sabemos apreciar. Cuando tenemos la vejez son muchos los recuerdos y es cuando más los apreciamos.

Las horas de la tarde de nuestra vida pueden ser las mejores y más bellas. Es algo así como los pétalos de una flor donde los más bellos son los que se abren al último. El fruto se desarrolla mientras las flores y sus pétalos se marchitan de la misma forma en que el alma adquiere madurez al tiempo en que el cuerpo parece decaer.

¿Cuál es el mejor período de nuestra vida? Sin lugar a dudas el actual. Ya sea a los 50, los 60 o los 90. Buffón, a los 70, aseguraba que tenía la felicidad de vivir como nunca lo había sentido hasta entonces. Fontanelle declaraba que la parte más feliz de su existencia fue de los sesenta y seis en adelante.

Nuestra actual sociedad, sobre todo en el mercado de los empleos o trabajos, ha determinado que se es viejo a partir de los 35 años de edad. Todos los empleos ofrecidos en los periódicos ponen de límite dicha edad. No importa si tienen 40 y pueden demostrar su efectividad en generar utilidades, o su gran condición física. Prefieren, muchas empresas ser mediocres con personal sin experiencia que productivas con personas de amplia trayectoria. He tenido la incómoda experiencia de ver profesionistas vendiendo jugos en las esquinas, o de guardias de seguridad. La discriminación al “vejete”, al “ruco” es obvia. Nuestros medios de difusión hablan del “anciano” de 55 años atropellado, o de la señora “de edad”, de 40 años que fue levantada por la policía.

Podemos afirmar que el paraíso de la juventud es la vejez —todos los jóvenes generalmente quieren tener más edad o “ser grandes”, y el paraíso de la vejez es la juventud—se añoran los tiempos en que se era joven.

Cuando somos jóvenes el tiempo pasa sumamente despacio. El paraíso de la edad madura nos llega a muchos, con un sentir lento. Pero a medida que pasan los años, nos parece que cumplimos años más seguido. Nos parece que la Navidad pasada está sólo a la vuelta de la esquina. Aquí es cuando miramos hacia atrás, dirigiendo nuestra mirada al paraíso de la juventud y nos regocijamos con nuestros recuerdos.

Para aquellos de 60 en adelante, existe una forma de retrasar por mucho todos los síntomas de la llamada “vejez”, desde la demencia senil, hasta los achaques reumatoides. La fórmula está en mantenerse ocupado; en hacer ejercicio; en comer los alimentos adecuados; y quizá lo más importante, en pensar positiva y adecuadamente —lo que decidimos pensar es determinante. Para la mente inconsciente, lo mismo es pensar que hacer….