/ lunes 4 de octubre de 2021

La tenencia también era temporal

Por Amín Anchondo

Si creemos que el estado de Chihuahua es el único con grandes problemas financieros, estamos muy equivocados. La mayoría de los estados del país viven al día de las participaciones federales y de la poca recaudación que tienen, pero otros cuantos ya están en la quiebra técnica. Tal es el caso de Colima, que en los últimos meses no ha tenido para pagar la nómina de sus colaboradores y mucho menos los gastos necesarios como combustibles, alimentos, etc. Ese es el nivel con el que operan hoy en día los gobiernos estatales.

Todo esto se da por una crisis estructural ocasionada por varios factores principalmente: diseño agotado del pacto fiscal, mala recaudación de impuestos locales, malos manejos presupuestales, facultades otorgadas sin respaldo presupuestal, entre otros.

El tema es que muchos de estos problemas se originan por demagogía política que sólo perjudican a los estados a largo plazo, con tal de ganar votos en las campañas. Un claro ejemplo de esto es la tenencia. Un impuesto que se creó para poder subsanar el costo de las Olimpiadas de México 68 y que se quedó en el tiempo porque era un gran respiro para la recaudación local de los estados, porque se pagaba y se quedaba en cada estado. El problema fue que hace poco se puso de moda el discurso político de eliminar el impuesto de la tenencia vehicular y se logró. Los candidatos con tal de ganar prometieron eliminar este impuesto que dejaba muchísimos recursos a los estados y que además lo pagaban únicamente las personas con mayor poder adquisitivo (cosa que es correcta para lograr reducir la desigualdad). Hoy los estados pasan por la peor crisis financiera de su historia.

Entiendo que nadie está a favor de pagar más impuestos, porque duele, da coraje y peor aún cuando ves los pésimos servicios públicos, el mal servicio de salud, las calles llenas de baches o los grandes escándalos de corrupción. Pero también debemos reconocer que en este país prácticamente nadie paga la totalidad de los impuestos correspondientes, salvo las personas con más escasos recursos que les retienen sin consultar sus impuestos en la nómina o en sus compras.

Entonces estamos en el caótico problema del huevo o la gallina. No pago los impuestos que me tocan porque no veo la retribución en los servicios públicos y pues no tenemos dinero público para tener excelentes servicios o reducir la desigualdad porque no se recauda bien en este país. Sólo hay un elefante de por medio en este círculo vicioso: la corrupción. Digo elefante en la sala porque ahí están metidas ambas partes y eso hace más difícil poder salir del círculo.

Para cambiar esto debemos hacer dos cosas al menos y simultáneamente: incrementar la recaudación a través de impuestos locales que equilibren la desigualdad y crear, fortalecer e impulsar organizaciones de la sociedad civil que vigilen el actuar gubernamental. Si no hacemos esto, todo permanecerá igual.

Sé que es muy impopular escribir esto, pero tenemos que ser realistas, se tenía que decir y se dijo...


Por Amín Anchondo

Si creemos que el estado de Chihuahua es el único con grandes problemas financieros, estamos muy equivocados. La mayoría de los estados del país viven al día de las participaciones federales y de la poca recaudación que tienen, pero otros cuantos ya están en la quiebra técnica. Tal es el caso de Colima, que en los últimos meses no ha tenido para pagar la nómina de sus colaboradores y mucho menos los gastos necesarios como combustibles, alimentos, etc. Ese es el nivel con el que operan hoy en día los gobiernos estatales.

Todo esto se da por una crisis estructural ocasionada por varios factores principalmente: diseño agotado del pacto fiscal, mala recaudación de impuestos locales, malos manejos presupuestales, facultades otorgadas sin respaldo presupuestal, entre otros.

El tema es que muchos de estos problemas se originan por demagogía política que sólo perjudican a los estados a largo plazo, con tal de ganar votos en las campañas. Un claro ejemplo de esto es la tenencia. Un impuesto que se creó para poder subsanar el costo de las Olimpiadas de México 68 y que se quedó en el tiempo porque era un gran respiro para la recaudación local de los estados, porque se pagaba y se quedaba en cada estado. El problema fue que hace poco se puso de moda el discurso político de eliminar el impuesto de la tenencia vehicular y se logró. Los candidatos con tal de ganar prometieron eliminar este impuesto que dejaba muchísimos recursos a los estados y que además lo pagaban únicamente las personas con mayor poder adquisitivo (cosa que es correcta para lograr reducir la desigualdad). Hoy los estados pasan por la peor crisis financiera de su historia.

Entiendo que nadie está a favor de pagar más impuestos, porque duele, da coraje y peor aún cuando ves los pésimos servicios públicos, el mal servicio de salud, las calles llenas de baches o los grandes escándalos de corrupción. Pero también debemos reconocer que en este país prácticamente nadie paga la totalidad de los impuestos correspondientes, salvo las personas con más escasos recursos que les retienen sin consultar sus impuestos en la nómina o en sus compras.

Entonces estamos en el caótico problema del huevo o la gallina. No pago los impuestos que me tocan porque no veo la retribución en los servicios públicos y pues no tenemos dinero público para tener excelentes servicios o reducir la desigualdad porque no se recauda bien en este país. Sólo hay un elefante de por medio en este círculo vicioso: la corrupción. Digo elefante en la sala porque ahí están metidas ambas partes y eso hace más difícil poder salir del círculo.

Para cambiar esto debemos hacer dos cosas al menos y simultáneamente: incrementar la recaudación a través de impuestos locales que equilibren la desigualdad y crear, fortalecer e impulsar organizaciones de la sociedad civil que vigilen el actuar gubernamental. Si no hacemos esto, todo permanecerá igual.

Sé que es muy impopular escribir esto, pero tenemos que ser realistas, se tenía que decir y se dijo...