/ miércoles 8 de septiembre de 2021

La toma de La Boquilla

Por: Mario Mata Carrasco

Hace un año, después de una larga serie de pocos encuentros y muchos desencuentros, los usuarios de los distritos de riego (principalmente agricultores, ganaderos lecheros y de carne), del sistema de presas del río Conchos y sus afluentes, se concentraron en el poblado de Boquilla, para protestar por la apertura de las presas (La Boquilla, Las Vírgenes y El Granero), por primera vez en la historia, para un propósito diferente al de regar las tierras de cultivo y dar de beber al ganado.

La historia inició el 2019, cuando personal directivo de primer nivel de Conagua acudió a una reunión que tuvimos con las autoridades y representantes de los usuarios. Ahí se nos comunicó que se había decidido que se iban a extraer 1,100 millones de metros cúbicos de las presas de Chihuahua para abonar al Tratado de Aguas Internacionales de 1944 entre EU y México. Claro que inmediatamente nos opusimos la mayoría de nosotros, por las razones principales, que son; el tratado establece que el compromiso de entregas se paga con excedentes, y escurrimientos, nunca con el agua concesionada y se ha cumplido con el tratado por más de 75 años. El atraso con los EU era únicamente de 315 millones, y el compromiso era de los afluentes aforados, no solamente de Chihuahua.

Se propuso, y era el compromiso, que se buscaría la manera de pagar el atraso, sin afectar a los usuarios, utilizando los mecanismos que establece el mismo tratado y que básicamente era cambiar los porcentajes de asignación, para que los escurrimientos que llegan al Bravo se asignaran en un 100% a los EU mientras se terminaba de pagar el atraso, y que habría mesas de negociación entre autoridades y usuarios para ir administrando esas entregas.

Nunca hubo las citadas mesas, el gobierno federal se cerró a cualquier diálogo, nunca más se quiso escuchar a los representantes de los usuarios y desde febrero, por primera vez en la historia, el Ejército ocupó las presas. Ellos mismos las abrieron, hubo enfrentamientos con los ciudadanos, pero el agua seguía corriendo, hubo actos violentos, desmanes, al aprovechar el movimiento gente infiltrada y un sinfín de actos de protesta, pero se dejó a las presas del Granero y Las Vírgenes prácticamente vacías.

Es por ello que la manifestación de hace un año, devino en un enfrentamiento violento entre los soldados y los campesinos, que terminó con la toma de la presa por estos últimos y cerraron las compuertas para evitar que se terminaran de llevar el agua. Ese mismo día se detuvo a tres personas de La Cruz por llevarse unos pertrechos que abandonó el Ejército, y en ese mismo evento se asesinó a Jessi Silva y se hirió gravemente a su esposo Jaime.

A pesar de todo, se extrajeron 440 millones para el tratado, provocando que sólo se sembrara el 30% de la superficie, con millonarias pérdidas para toda la región. Hoy se celebrará una misa en La Boquilla en memoria de Jessi para pedir que pronto se libere a los presos y que nunca nos vuelva a suceder algo como esto. Que así sea.


Por: Mario Mata Carrasco

Hace un año, después de una larga serie de pocos encuentros y muchos desencuentros, los usuarios de los distritos de riego (principalmente agricultores, ganaderos lecheros y de carne), del sistema de presas del río Conchos y sus afluentes, se concentraron en el poblado de Boquilla, para protestar por la apertura de las presas (La Boquilla, Las Vírgenes y El Granero), por primera vez en la historia, para un propósito diferente al de regar las tierras de cultivo y dar de beber al ganado.

La historia inició el 2019, cuando personal directivo de primer nivel de Conagua acudió a una reunión que tuvimos con las autoridades y representantes de los usuarios. Ahí se nos comunicó que se había decidido que se iban a extraer 1,100 millones de metros cúbicos de las presas de Chihuahua para abonar al Tratado de Aguas Internacionales de 1944 entre EU y México. Claro que inmediatamente nos opusimos la mayoría de nosotros, por las razones principales, que son; el tratado establece que el compromiso de entregas se paga con excedentes, y escurrimientos, nunca con el agua concesionada y se ha cumplido con el tratado por más de 75 años. El atraso con los EU era únicamente de 315 millones, y el compromiso era de los afluentes aforados, no solamente de Chihuahua.

Se propuso, y era el compromiso, que se buscaría la manera de pagar el atraso, sin afectar a los usuarios, utilizando los mecanismos que establece el mismo tratado y que básicamente era cambiar los porcentajes de asignación, para que los escurrimientos que llegan al Bravo se asignaran en un 100% a los EU mientras se terminaba de pagar el atraso, y que habría mesas de negociación entre autoridades y usuarios para ir administrando esas entregas.

Nunca hubo las citadas mesas, el gobierno federal se cerró a cualquier diálogo, nunca más se quiso escuchar a los representantes de los usuarios y desde febrero, por primera vez en la historia, el Ejército ocupó las presas. Ellos mismos las abrieron, hubo enfrentamientos con los ciudadanos, pero el agua seguía corriendo, hubo actos violentos, desmanes, al aprovechar el movimiento gente infiltrada y un sinfín de actos de protesta, pero se dejó a las presas del Granero y Las Vírgenes prácticamente vacías.

Es por ello que la manifestación de hace un año, devino en un enfrentamiento violento entre los soldados y los campesinos, que terminó con la toma de la presa por estos últimos y cerraron las compuertas para evitar que se terminaran de llevar el agua. Ese mismo día se detuvo a tres personas de La Cruz por llevarse unos pertrechos que abandonó el Ejército, y en ese mismo evento se asesinó a Jessi Silva y se hirió gravemente a su esposo Jaime.

A pesar de todo, se extrajeron 440 millones para el tratado, provocando que sólo se sembrara el 30% de la superficie, con millonarias pérdidas para toda la región. Hoy se celebrará una misa en La Boquilla en memoria de Jessi para pedir que pronto se libere a los presos y que nunca nos vuelva a suceder algo como esto. Que así sea.