/ jueves 17 de septiembre de 2020

La toma de la presa La Boquilla

Por primera vez en la historia chihuahuense cientos de campesinos tomaron la presa de La Boquilla para evitar que se continuara extrayendo agua por parte de la Conagua.

Los manifestantes lograron que la Guardia Nacional se retirara de las instalaciones y desde entonces vigilan las instalaciones para impedir que regresen los uniformados y se continúe vaciando la presa más grande del estado de Chihuahua.

El conflicto tiene varios meses sin visos de resolverse, pues el gobierno federal continúa empecinado en pagar la cuota establecida en el Tratado Internacional de 1944 con los Estados Unidos. El problema es que, como lo reconoció la Conagua, es la primera vez que para ello han abierto las compuertas de las presas chihuahuenses de la cuenca del río Conchos.

Debido a la sequía las presas están en un nivel bajo, como La Boquilla que se encuentra a un 30% de su capacidad, cantidad que es insuficiente para asegurar el próximo ciclo agrícola.

Las demandas de los agricultores chihuahuenses no han sido atendidas y menos resueltas por el gobierno federal, el cual en lugar de dialogar con los afectados ha endurecido su postura enviando a la Guardia Nacional a resguardar las presas y continuar con la extracción del vital líquido.

El día de la toma al regresar a su hogar una pareja de agricultores fue baleada en un enfrentamiento con los policías federales y pereció una joven mujer mientras que su esposo resultó gravemente herido.

Ni siquiera este lamentable y trágico hecho ha influido para cambiar la política del presidente López Obrador de llegar a un acuerdo para evitar lo que se puede convertir en una catástrofe para los usuarios de los distritos de riego afectados y para toda la entidad.

La participación también insólita de tres exgobernadores del estado ha servido como pretexto presidencial para acusar que personajes políticos están aprovechando el conflicto con fines electorales, lo que a estas alturas y gravedad del caso es obviamente poco fundamentado.

Los agricultores están defendiendo su propia sobrevivencia y las de sus familias, pues de no contar con agua para el próximo año tendrían que dejar de sembrar. Las pérdidas multimillonarias afectarían no sólo a la región, sino a todo el estado de Chihuahua, pues es el principal centro de producción agrícola.

La entidad padece una de las peores sequías de su historia pues todavía en septiembre no llueve por lo que el panorama cada vez es más sombrío y está empeorando con la absurda postura del gobierno federal.

La responsabilidad no es sólo de la Conagua, sino también de la Presidencia de la República por no atender un justo reclamo de los chihuahuenses y en su lugar polarizar políticamente el problema.

Los agricultores están dispuestos a defender el agua de la presa con su propia vida lo que podría radicalizar el conflicto y causar más pérdidas humanas. La solidaridad del resto de los chihuahuenses y mexicanos por ello es necesaria en estos tiempos aciagos de irracionalidad y agudización de las crisis.

Por primera vez en la historia chihuahuense cientos de campesinos tomaron la presa de La Boquilla para evitar que se continuara extrayendo agua por parte de la Conagua.

Los manifestantes lograron que la Guardia Nacional se retirara de las instalaciones y desde entonces vigilan las instalaciones para impedir que regresen los uniformados y se continúe vaciando la presa más grande del estado de Chihuahua.

El conflicto tiene varios meses sin visos de resolverse, pues el gobierno federal continúa empecinado en pagar la cuota establecida en el Tratado Internacional de 1944 con los Estados Unidos. El problema es que, como lo reconoció la Conagua, es la primera vez que para ello han abierto las compuertas de las presas chihuahuenses de la cuenca del río Conchos.

Debido a la sequía las presas están en un nivel bajo, como La Boquilla que se encuentra a un 30% de su capacidad, cantidad que es insuficiente para asegurar el próximo ciclo agrícola.

Las demandas de los agricultores chihuahuenses no han sido atendidas y menos resueltas por el gobierno federal, el cual en lugar de dialogar con los afectados ha endurecido su postura enviando a la Guardia Nacional a resguardar las presas y continuar con la extracción del vital líquido.

El día de la toma al regresar a su hogar una pareja de agricultores fue baleada en un enfrentamiento con los policías federales y pereció una joven mujer mientras que su esposo resultó gravemente herido.

Ni siquiera este lamentable y trágico hecho ha influido para cambiar la política del presidente López Obrador de llegar a un acuerdo para evitar lo que se puede convertir en una catástrofe para los usuarios de los distritos de riego afectados y para toda la entidad.

La participación también insólita de tres exgobernadores del estado ha servido como pretexto presidencial para acusar que personajes políticos están aprovechando el conflicto con fines electorales, lo que a estas alturas y gravedad del caso es obviamente poco fundamentado.

Los agricultores están defendiendo su propia sobrevivencia y las de sus familias, pues de no contar con agua para el próximo año tendrían que dejar de sembrar. Las pérdidas multimillonarias afectarían no sólo a la región, sino a todo el estado de Chihuahua, pues es el principal centro de producción agrícola.

La entidad padece una de las peores sequías de su historia pues todavía en septiembre no llueve por lo que el panorama cada vez es más sombrío y está empeorando con la absurda postura del gobierno federal.

La responsabilidad no es sólo de la Conagua, sino también de la Presidencia de la República por no atender un justo reclamo de los chihuahuenses y en su lugar polarizar políticamente el problema.

Los agricultores están dispuestos a defender el agua de la presa con su propia vida lo que podría radicalizar el conflicto y causar más pérdidas humanas. La solidaridad del resto de los chihuahuenses y mexicanos por ello es necesaria en estos tiempos aciagos de irracionalidad y agudización de las crisis.