/ martes 24 de julio de 2018

La tormenta que viene

Amigos me han dicho que ya no hable más de AMLO, que ya ganó, lo cual es cierto, que esa noche de su triunfo su discurso fue de amor y paz, que los que somos demócratas debemos respetar ese resultado, lo cual aceptamos, pero después de tantos anuncios que hizo AMLO en la semana, no puedo dejar de externar mi preocupación.

De los 50 puntos de austeridad, coincido en muchos de ellos, sin embargo creo que algunos son muy difíciles de conseguir y de lograrlo los resultados no son los deseados. Me explico: Bajar los sueldos a toda la burocracia suena muy bien. Pero, ¿dónde quedarían los estados libres y soberanos, o los municipios o los poderes legislativos o judiciales? Ciertamente hay algunos funcionarios de estos poderes que es una ofensa lo que ganan, como ejemplo los ministros de la Suprema Corte ganan más de 600 mil pesos al mes, más bonos de millones por desempeño. Pero de bajar los sueldos al Ejecutivo, seguramente va a conseguir funcionarios mediocres o aquellos que dicen: “Que me pongan donde hay, el sueldo no importa”. Pero además, cálculos del ahorro al bajar los sueldos, representaría una baja en los impuestos, por consecuencia, de unos 128 mil millones, que no alcanzarían ni para pagar el bono prometido a los “ninis”.

Pero mi preocupación viene en tres temas: los “virreyes” o “jefaturas políticas” que va a nombrar para cada estado, como en la época de la Colonia, que bajo las cortes de Cádiz el rey de España mandaba virreyes a cada provincia, con su representación y poder absoluto. En muchos casos será el candidato perdedor de Morena, como Delfina Gómez para el Estado de México, que perdió contra Del Mazo. Estos virreyes serán los encargados de armar la estructura territorial de Morena para las próximas elecciones, porque vienen por muchos años y no sólo por los seis constitucionales. Serán comités o células de control político, por los que bajará todos los recursos de apoyo asistencial, convirtiéndolos en el instrumento electoral para su refrendo bianual que anunció AMLO en su campaña y que les servirá de apoyo para los movimientos que sean necesarios para cambiar la constitución a su gusto, tienen mayoría en el Congreso de la Unión y en los congresos estatales, necesitan el apoyo de las masas.

El otro tema anunciado es centralizar todas las compras del gobierno federal y quizás después las de los estados. La idea puede sonar bien, como eficientando las adquisiciones, pero será una brutal e inoperante concentración de poder económico, para controlar las grandes empresas y conseguir financiamiento para las futuras campañas, se dice que la chihuahuense Bertha Luján de Alcalde será la titular de esa Oficialía Mayor.

Tercer asunto preocupante: AMLO anunció en septiembre del 2017 que Morena, su partido, donaría parte de sus prerrogativas que reciben del gobierno para crear un fideicomiso de apoyo a los damnificados del sismo. El fideicomiso fue creado por acuerdo del Consejo Nacional de Morena y administrado por miembros de dicho partido. El fideicomiso nunca recibió dinero de las prerrogativas, pero sí recibió recursos de empresas y lo más grave, recibió 44.4 millones en efectivo, en 28 depósitos de 50 mil pesos cada uno, en el mismo día, que no se sabe su procedencia.


Salen del fideicomiso $64,481,760.00 en 169 cheques a personal o candidatos de Morena, que son cambiados por efectivo, lo cual hace nulo el seguimiento de su destino. El IFE impuso una multa de 197 millones a Morena, lo que molestó a AMLO y salió de sus vacaciones a amenazar a los del IFE, cuando la multa era para Morena, que salga el partido a defender lo que considere. Preocupante el autoritarismo que ya empieza a demostrar quien ni presidente electo es, ya que no ha recibido su constancia de mayoría.

La tormenta que viene.


Amigos me han dicho que ya no hable más de AMLO, que ya ganó, lo cual es cierto, que esa noche de su triunfo su discurso fue de amor y paz, que los que somos demócratas debemos respetar ese resultado, lo cual aceptamos, pero después de tantos anuncios que hizo AMLO en la semana, no puedo dejar de externar mi preocupación.

De los 50 puntos de austeridad, coincido en muchos de ellos, sin embargo creo que algunos son muy difíciles de conseguir y de lograrlo los resultados no son los deseados. Me explico: Bajar los sueldos a toda la burocracia suena muy bien. Pero, ¿dónde quedarían los estados libres y soberanos, o los municipios o los poderes legislativos o judiciales? Ciertamente hay algunos funcionarios de estos poderes que es una ofensa lo que ganan, como ejemplo los ministros de la Suprema Corte ganan más de 600 mil pesos al mes, más bonos de millones por desempeño. Pero de bajar los sueldos al Ejecutivo, seguramente va a conseguir funcionarios mediocres o aquellos que dicen: “Que me pongan donde hay, el sueldo no importa”. Pero además, cálculos del ahorro al bajar los sueldos, representaría una baja en los impuestos, por consecuencia, de unos 128 mil millones, que no alcanzarían ni para pagar el bono prometido a los “ninis”.

Pero mi preocupación viene en tres temas: los “virreyes” o “jefaturas políticas” que va a nombrar para cada estado, como en la época de la Colonia, que bajo las cortes de Cádiz el rey de España mandaba virreyes a cada provincia, con su representación y poder absoluto. En muchos casos será el candidato perdedor de Morena, como Delfina Gómez para el Estado de México, que perdió contra Del Mazo. Estos virreyes serán los encargados de armar la estructura territorial de Morena para las próximas elecciones, porque vienen por muchos años y no sólo por los seis constitucionales. Serán comités o células de control político, por los que bajará todos los recursos de apoyo asistencial, convirtiéndolos en el instrumento electoral para su refrendo bianual que anunció AMLO en su campaña y que les servirá de apoyo para los movimientos que sean necesarios para cambiar la constitución a su gusto, tienen mayoría en el Congreso de la Unión y en los congresos estatales, necesitan el apoyo de las masas.

El otro tema anunciado es centralizar todas las compras del gobierno federal y quizás después las de los estados. La idea puede sonar bien, como eficientando las adquisiciones, pero será una brutal e inoperante concentración de poder económico, para controlar las grandes empresas y conseguir financiamiento para las futuras campañas, se dice que la chihuahuense Bertha Luján de Alcalde será la titular de esa Oficialía Mayor.

Tercer asunto preocupante: AMLO anunció en septiembre del 2017 que Morena, su partido, donaría parte de sus prerrogativas que reciben del gobierno para crear un fideicomiso de apoyo a los damnificados del sismo. El fideicomiso fue creado por acuerdo del Consejo Nacional de Morena y administrado por miembros de dicho partido. El fideicomiso nunca recibió dinero de las prerrogativas, pero sí recibió recursos de empresas y lo más grave, recibió 44.4 millones en efectivo, en 28 depósitos de 50 mil pesos cada uno, en el mismo día, que no se sabe su procedencia.


Salen del fideicomiso $64,481,760.00 en 169 cheques a personal o candidatos de Morena, que son cambiados por efectivo, lo cual hace nulo el seguimiento de su destino. El IFE impuso una multa de 197 millones a Morena, lo que molestó a AMLO y salió de sus vacaciones a amenazar a los del IFE, cuando la multa era para Morena, que salga el partido a defender lo que considere. Preocupante el autoritarismo que ya empieza a demostrar quien ni presidente electo es, ya que no ha recibido su constancia de mayoría.

La tormenta que viene.