/ jueves 15 de marzo de 2018

La tragedia en Tláhuac

“Desgracia imprevista, nos hiere más fuertemente”

  • Séneca -

El pasado 18 de febrero en la delegación de Tláhuac de la Ciudad de México, un niño de doce años de edad (alerta 1) conduciendo el automóvil de su papá (alerta 2) a exceso de velocidad (alerta 3) y tras beber alcohol (alerta 4) se estrelló contra un árbol acabando con la vida de cinco compañeros de entre 12 y 14 años que cursaban el inicio de su secundaria. El conductor y otros cuatro niños quedaron lesionados, es decir, en el auto venían 10 muchachitos. La tristeza y la desesperación aún se sienten en esta delegación, en esta ciudad, en este país.

Desde luego que la pregunta en esta suma de imprudencias que concluyó con una tragedia de magnitudes espeluznantes es: ¿Dónde estaban los papás?, pero no al momento del accidente, no. ¿Dónde? cuando su hijo de 12 años procedió a llevar a cabo un acto de gran responsabilidad como lo es conducir un auto y más con amigos que por obviedad más de la mitad no llevaban cinturón de seguridad. ¿Dónde? cuando su hijo de 12 años comenzó a consumir bebidas alcohólicas. Los padres del niño envueltos en el más grande temor a ser detenidos por las consecuencias del menor aparecieron tres días después del accidente. El desenlace de lo que pasará con el niño responsable en este momento es lo de menos; sus amiguitos están heridos, otros están muertos, sus padres de alguna manera también están heridos y esta herida será incurable.

El escritor Santiago Posteguillo sostiene que los accidentes ocurren no por un solo error sino por varios errores de diferentes personas, pues eso.

Llevar una vida normal para los niños que sobrevivieron al accidente se antoja complicado, se antoja difícil por muchas terapias que reciban, el recuerdo de lo que pasó se quedará impregnado en su mente; deseamos que el tratamiento que tomen les ayude a encontrar, en la medida de lo posible, algo de paz, a ellos y a sus padres.

El horror de lo acontecido en Tláhuac pone nuevamente en evidencia al sector más preocupante de una sociedad que se descompone a gran velocidad, la niñez. No olvidemos que son precisamente los niños nuestra más grande responsabilidad ya que la teoría nos dice que ellos representan el futuro y no es justo que les echemos a perder su presente. Ojo. En nosotros está.  

 

“Desgracia imprevista, nos hiere más fuertemente”

  • Séneca -

El pasado 18 de febrero en la delegación de Tláhuac de la Ciudad de México, un niño de doce años de edad (alerta 1) conduciendo el automóvil de su papá (alerta 2) a exceso de velocidad (alerta 3) y tras beber alcohol (alerta 4) se estrelló contra un árbol acabando con la vida de cinco compañeros de entre 12 y 14 años que cursaban el inicio de su secundaria. El conductor y otros cuatro niños quedaron lesionados, es decir, en el auto venían 10 muchachitos. La tristeza y la desesperación aún se sienten en esta delegación, en esta ciudad, en este país.

Desde luego que la pregunta en esta suma de imprudencias que concluyó con una tragedia de magnitudes espeluznantes es: ¿Dónde estaban los papás?, pero no al momento del accidente, no. ¿Dónde? cuando su hijo de 12 años procedió a llevar a cabo un acto de gran responsabilidad como lo es conducir un auto y más con amigos que por obviedad más de la mitad no llevaban cinturón de seguridad. ¿Dónde? cuando su hijo de 12 años comenzó a consumir bebidas alcohólicas. Los padres del niño envueltos en el más grande temor a ser detenidos por las consecuencias del menor aparecieron tres días después del accidente. El desenlace de lo que pasará con el niño responsable en este momento es lo de menos; sus amiguitos están heridos, otros están muertos, sus padres de alguna manera también están heridos y esta herida será incurable.

El escritor Santiago Posteguillo sostiene que los accidentes ocurren no por un solo error sino por varios errores de diferentes personas, pues eso.

Llevar una vida normal para los niños que sobrevivieron al accidente se antoja complicado, se antoja difícil por muchas terapias que reciban, el recuerdo de lo que pasó se quedará impregnado en su mente; deseamos que el tratamiento que tomen les ayude a encontrar, en la medida de lo posible, algo de paz, a ellos y a sus padres.

El horror de lo acontecido en Tláhuac pone nuevamente en evidencia al sector más preocupante de una sociedad que se descompone a gran velocidad, la niñez. No olvidemos que son precisamente los niños nuestra más grande responsabilidad ya que la teoría nos dice que ellos representan el futuro y no es justo que les echemos a perder su presente. Ojo. En nosotros está.