/ jueves 24 de diciembre de 2020

La transición presidencial en los Estados Unidos de América

La ratificación del Colegio Electoral el 14 de diciembre de Joe Biden como presidente electo de los Estados Unidos aseguró el triunfo electoral que el demócrata había obtenido el 3 de noviembre en las urnas, por lo que asumirá su cargo el 20 de enero del año próximo.

Biden obtuvo los votos de 306 consejeros electorales, mientras su rival Donald Trump sólo logró 232, por lo que no tuvo problemas para superar los 270 votos necesarios para obtener la presidencia.

Además el ex vicepresidente de Obama recibió 81.3 millones de votos (51.3%) y en cambio Trump sólo pudo reunir 74.2 millones de votos (el 46.8% de los votos).

Una vez superada la oposición férrea del aún presidente que pretendía reelegirse a como diera lugar, Joe Biden afrontará fuertes retos como jefe del poder ejecutivo. El primero de ellos es la de combatir y superar la pandemia que afecta a su país al grado de continuar como el primer número mundial en contagios y fallecimientos a causa del coronavirus.

Ligada a la crisis sanitaria está la económica, pues buena parte de los norteamericanos han perdido sus empleos y una gran cantidad de empresas han tenido que cerrar, por lo que la primera potencia tendrá que reactivar lo antes posible su crecimiento económico.

Enseguida se encuentra el desafío de que los EUA recuperen el liderazgo mundial en causas como la generación de energías limpias y el combate al calentamiento global. Con Trump se perdieron cuatro años al decidir éste unilateralmente abandonar el acuerdo de París y privilegiar las fuentes fósiles de energía.

No le bastará al demócrata sólo presentar un estilo diferente al polémico del empresario neoyorkino para superar los anteriores y otros retos más como la creciente inmigración ilegal.

Si bien es reconocible que Biden integre un gabinete pluralista, como la nominación de la primera mujer como vicepresidente, habrá de demostrar que es más efectivo y eficiente que el inestable del actual mandatario estadounidense, el cual como último gesto despótico despidió al fiscal general por aceptar la victoria del demócrata.

Con todos los factores adversos no deja de ser una esperanzador para el vecino país y el resto del mundo que no continuará el actual inquilino de la Casa Blanca otros cuatro años más. Con su estilo demagogo, reaccionario y populista Trump no representó los mejores valores tradicionales americanos, como la tolerancia, la libertad, la igualdad y el respeto a los Derechos Humanos.

Para los latinoamericanos es una buena oportunidad de mejorar las relaciones con los Estados Unidos, sobre todo para los mexicanos, a pesar de la renuencia presidencial de reconocer el triunfo del nuevo mandatario norteamericano.

Tal vez las expectativas de lo que pueda realizar Biden son muy altas después de la deplorable actuación de Trump, pero al menos se le considera una opción menos mala que la permanencia del temperamental protagonista de “El aprendiz”, al cual por cierto se le puede aplicar ahora su frase favorita: ¡Estás despedido!

El sistema político estadounidense demostró una vez más que a pesar de sus deficiencias funciona debido a sus instituciones democráticas, las cuales podrán tener sus fallas, pero han mantenido la estabilidad y la prosperidad del país desde su fundación en el siglo XVIII.


La ratificación del Colegio Electoral el 14 de diciembre de Joe Biden como presidente electo de los Estados Unidos aseguró el triunfo electoral que el demócrata había obtenido el 3 de noviembre en las urnas, por lo que asumirá su cargo el 20 de enero del año próximo.

Biden obtuvo los votos de 306 consejeros electorales, mientras su rival Donald Trump sólo logró 232, por lo que no tuvo problemas para superar los 270 votos necesarios para obtener la presidencia.

Además el ex vicepresidente de Obama recibió 81.3 millones de votos (51.3%) y en cambio Trump sólo pudo reunir 74.2 millones de votos (el 46.8% de los votos).

Una vez superada la oposición férrea del aún presidente que pretendía reelegirse a como diera lugar, Joe Biden afrontará fuertes retos como jefe del poder ejecutivo. El primero de ellos es la de combatir y superar la pandemia que afecta a su país al grado de continuar como el primer número mundial en contagios y fallecimientos a causa del coronavirus.

Ligada a la crisis sanitaria está la económica, pues buena parte de los norteamericanos han perdido sus empleos y una gran cantidad de empresas han tenido que cerrar, por lo que la primera potencia tendrá que reactivar lo antes posible su crecimiento económico.

Enseguida se encuentra el desafío de que los EUA recuperen el liderazgo mundial en causas como la generación de energías limpias y el combate al calentamiento global. Con Trump se perdieron cuatro años al decidir éste unilateralmente abandonar el acuerdo de París y privilegiar las fuentes fósiles de energía.

No le bastará al demócrata sólo presentar un estilo diferente al polémico del empresario neoyorkino para superar los anteriores y otros retos más como la creciente inmigración ilegal.

Si bien es reconocible que Biden integre un gabinete pluralista, como la nominación de la primera mujer como vicepresidente, habrá de demostrar que es más efectivo y eficiente que el inestable del actual mandatario estadounidense, el cual como último gesto despótico despidió al fiscal general por aceptar la victoria del demócrata.

Con todos los factores adversos no deja de ser una esperanzador para el vecino país y el resto del mundo que no continuará el actual inquilino de la Casa Blanca otros cuatro años más. Con su estilo demagogo, reaccionario y populista Trump no representó los mejores valores tradicionales americanos, como la tolerancia, la libertad, la igualdad y el respeto a los Derechos Humanos.

Para los latinoamericanos es una buena oportunidad de mejorar las relaciones con los Estados Unidos, sobre todo para los mexicanos, a pesar de la renuencia presidencial de reconocer el triunfo del nuevo mandatario norteamericano.

Tal vez las expectativas de lo que pueda realizar Biden son muy altas después de la deplorable actuación de Trump, pero al menos se le considera una opción menos mala que la permanencia del temperamental protagonista de “El aprendiz”, al cual por cierto se le puede aplicar ahora su frase favorita: ¡Estás despedido!

El sistema político estadounidense demostró una vez más que a pesar de sus deficiencias funciona debido a sus instituciones democráticas, las cuales podrán tener sus fallas, pero han mantenido la estabilidad y la prosperidad del país desde su fundación en el siglo XVIII.