/ viernes 4 de enero de 2019

La tribuna de la verdad.

Ing. José Luis Valerio Hinojos.

“El boxeador de la vida por experiencia propia”


Muy buenos días, mis lectores, que estén disfrutando este día son mis mejores deseos. Primero que nada, les deseo que tengan un excelente 2019, especialmente pleno de salud, para ustedes y para sus apreciables familias.

Hoy les compartiré lo que se logra cuando se es persistente en cuanto aplicar principios espirituales, en este caso, la fidelidad, el amor y el servicio. Y menciono “persistente” porque a veces los resultados por utilizar esos principios se logran a largo plazo.

Una de las razones por las que emigré a los Estados Unidos fue ir en búsqueda de mi esposa, de mi hija, y de mi hijo, que en ese entonces se encontraba en el vientre de su madre. Aunque ella me había pedido el divorcio en virtud de mi manera desenfrenada de beber alcohol y de una manera ingobernable de vivir, aún tenía la esperanza de que rectificara y me diera una última oportunidad.

Una vez que dejé de beber alcohol por la intervención de mi Dios y de empezar a practicar esos principios le pedí perdón a mi esposa por todo el daño que le había causado y ella me dijo algo que se me quedó grabado en mi mente, pero que, a la misma vez, me decía que iba a ser un proceso largo la restructuración de nuestro matrimonio.

María, mi esposa, me dijo: “¿Así de fácil?”. Eso fue todo, no me recriminó, no me dijo nada del pasado sólo me dijo eso. A partir de allí comenzó un proceso que implicaba el de ser primero, fiel a mi esposa, y desde entonces no he estado con ninguna otra mujer que no sea ella. Comencé también a amarla, porque había sido verdad, una persona como era yo no tenía la capacidad de recibir ni de dar amor. Y también comencé a servirle de una manera desinteresada y genuina, sí, por el simple hecho de que sintiera tranquilidad, seguridad y paz.

¿Había sido un proceso largo? ¡Claro que sí! Fue a los nueve años que tenía yo ya sin beber alcohol cuando mi esposa expresó y dio las gracias diciendo: “¡José Luis por primera vez escucha a los demás! ¡Por primera vez me escucha!”.

¿Habrá sido largo este proceso? ¡Claro que sí! Pero los resultados han sido maravillosos a través del tiempo, y este fin de año, a medianoche, cuando cruzó la manecilla del reloj la frontera del año nuevo, abrazados me dijo: “¡Gracias, José Luis!”.

¡Así de sencillo! De la misma manera que un día me dijo cuando le pedí perdón, ¡así de sencillo fue cuando me dio las gracias por todos estos años de serle fiel, de amarla y de servirle! Porque a veces, la mayoría de las veces, diría yo, son pocas las palabras necesarias a utilizar, pero muchas, las acciones por practicar, ¡persistentemente!


Ing. José Luis Valerio Hinojos.

“El boxeador de la vida por experiencia propia”


Muy buenos días, mis lectores, que estén disfrutando este día son mis mejores deseos. Primero que nada, les deseo que tengan un excelente 2019, especialmente pleno de salud, para ustedes y para sus apreciables familias.

Hoy les compartiré lo que se logra cuando se es persistente en cuanto aplicar principios espirituales, en este caso, la fidelidad, el amor y el servicio. Y menciono “persistente” porque a veces los resultados por utilizar esos principios se logran a largo plazo.

Una de las razones por las que emigré a los Estados Unidos fue ir en búsqueda de mi esposa, de mi hija, y de mi hijo, que en ese entonces se encontraba en el vientre de su madre. Aunque ella me había pedido el divorcio en virtud de mi manera desenfrenada de beber alcohol y de una manera ingobernable de vivir, aún tenía la esperanza de que rectificara y me diera una última oportunidad.

Una vez que dejé de beber alcohol por la intervención de mi Dios y de empezar a practicar esos principios le pedí perdón a mi esposa por todo el daño que le había causado y ella me dijo algo que se me quedó grabado en mi mente, pero que, a la misma vez, me decía que iba a ser un proceso largo la restructuración de nuestro matrimonio.

María, mi esposa, me dijo: “¿Así de fácil?”. Eso fue todo, no me recriminó, no me dijo nada del pasado sólo me dijo eso. A partir de allí comenzó un proceso que implicaba el de ser primero, fiel a mi esposa, y desde entonces no he estado con ninguna otra mujer que no sea ella. Comencé también a amarla, porque había sido verdad, una persona como era yo no tenía la capacidad de recibir ni de dar amor. Y también comencé a servirle de una manera desinteresada y genuina, sí, por el simple hecho de que sintiera tranquilidad, seguridad y paz.

¿Había sido un proceso largo? ¡Claro que sí! Fue a los nueve años que tenía yo ya sin beber alcohol cuando mi esposa expresó y dio las gracias diciendo: “¡José Luis por primera vez escucha a los demás! ¡Por primera vez me escucha!”.

¿Habrá sido largo este proceso? ¡Claro que sí! Pero los resultados han sido maravillosos a través del tiempo, y este fin de año, a medianoche, cuando cruzó la manecilla del reloj la frontera del año nuevo, abrazados me dijo: “¡Gracias, José Luis!”.

¡Así de sencillo! De la misma manera que un día me dijo cuando le pedí perdón, ¡así de sencillo fue cuando me dio las gracias por todos estos años de serle fiel, de amarla y de servirle! Porque a veces, la mayoría de las veces, diría yo, son pocas las palabras necesarias a utilizar, pero muchas, las acciones por practicar, ¡persistentemente!