/ domingo 14 de marzo de 2021

La urgencia de un nuevo modelo para el desarrollo de Chihuahua

Desde principios de los años setenta quienes estudiaban e imaginaban destino económico y social de Chihuahua, invariablemente llegaban a la conclusión de que el mejor modelo para nuestra comunidad era un desarrollo que tuviera como punto de apoyo, no sólo los recursos naturales, nuestra extraordinaria localización geográfica o la recién descubierta abundancia –aparentemente inagotable– de mano de obra joven.

Nuestros grandes líderes empresariales de entonces tenían claro que no habría desarrollo posible ni duradero que no tuviera como eje los saberes, la experiencia, los conocimientos y sobre todo la base cultural y la disciplina que se genera cuando una proporción elevada de la población ha tenido acceso a la educación básica, pero preferentemente a la educación media y superior.

Todos habían vivido y padecido las dificultades que representó industrializar el estado después de la Segunda Guerra con grandes proyectos que no prosperaron, que no pudieron transformarse en nuestra base industrial, porque no contábamos con la cultura laboral, con la capacidad innovadora con los talentos y la experiencia que solo un proceso educativo y formativo de largo aliento podía proporcionar a la clase trabajadora e industriosa de Chihuahua.

Ahora sabemos, medio siglo después, que en buena medida tenían razón; que el desarrollo económico con una base sólida y sustentable solo es posible en sociedades que han acumulado suficiente capital humano.

En comunidades que entre los suyos cuentan con líderes capaces de emprender proyectos diseñados para conquistar grandes mercados; con investigadores, ingenieros, o tecnólogos con alta capacidad para explotar las nuevas tecnologías y desatar un circulo virtuoso de invenciones e innovaciones.

Que también dispongan de un caudal de técnicos experimentados en la conducción eficiente de los más diversos procesos productivos y con una comunidad de cientos de miles trabajadores experimentada, capaz de garantizar con su esfuerzo y su disciplina la realización de cualquier proyecto productivo, por más grande y desafiante que sea.

Sin embargo, también tenían claro que todo esto debía estar soportado en un sistema educativo, suficientemente capaz de reproducir y ampliar en gran escala las capacidades y talentos que requiere una gran empresa productiva, capaz de generar riqueza para todos los chihuahuenses, sin excepción.

Ahora medio siglo después, o acaso más, tenemos la absoluta certeza de que la visión de aquellos grandes empresarios, era correcta; que su sueño ahora lo podemos realizar, porque contamos, y de sobra, con todos los elementos que se requieren para lanzar un nuevo modelo de desarrollo, que aprovecha el viejo modelo de industrialización centrado en la mano de obra no calificada, pero lo supera y lo transforma en una propuesta de desarrollo ahora bien cimentada en el liderazgo, en la creatividad, en los conocimientos, en la experiencia, en la disciplina y en el trabajo de todos los chihuahuenses.

Este nuevo modelo de desarrollo productivo que todos los chihuahuenses queremos y que pronto comenzaremos a construir, no rematará lo más preciado que tenemos: la capacidad de trabajo de nuestra clase trabajadora, de nuestros técnicos, de nuestros ingenieros, de nuestros investigadores, de nuestros líderes; por el contrario, ya está creando todas las condiciones para que en el marco de un nuevo modelo de desarrollo que enaltezca nuestras capacidades productivas, todas las mujeres y todos los hombres de Chihuahua reciban por su trabajo lo que merecen.

Finalmente, cuando habló del sueño recuerdo la experiencia de mi madre, de mi abuelo, quienes trabajaron para los grandes empresarios que a mediados del siglo pasado arriesgaron sus capitales para industrializar Chihuahua y pronto se dieron cuenta que todo teníamos, menos experiencia y conocimientos para realizar ese gran sueño de tener un Chihuahua grande y grandioso.

Pero afortunadamente, el sueño se ha cumplido y hoy tenemos toda la experiencia y todas las capacidades para hacer de Chihuahua una potencia productiva que impulse consigo el crecimiento y desarrollo de todo México.

Desde principios de los años setenta quienes estudiaban e imaginaban destino económico y social de Chihuahua, invariablemente llegaban a la conclusión de que el mejor modelo para nuestra comunidad era un desarrollo que tuviera como punto de apoyo, no sólo los recursos naturales, nuestra extraordinaria localización geográfica o la recién descubierta abundancia –aparentemente inagotable– de mano de obra joven.

Nuestros grandes líderes empresariales de entonces tenían claro que no habría desarrollo posible ni duradero que no tuviera como eje los saberes, la experiencia, los conocimientos y sobre todo la base cultural y la disciplina que se genera cuando una proporción elevada de la población ha tenido acceso a la educación básica, pero preferentemente a la educación media y superior.

Todos habían vivido y padecido las dificultades que representó industrializar el estado después de la Segunda Guerra con grandes proyectos que no prosperaron, que no pudieron transformarse en nuestra base industrial, porque no contábamos con la cultura laboral, con la capacidad innovadora con los talentos y la experiencia que solo un proceso educativo y formativo de largo aliento podía proporcionar a la clase trabajadora e industriosa de Chihuahua.

Ahora sabemos, medio siglo después, que en buena medida tenían razón; que el desarrollo económico con una base sólida y sustentable solo es posible en sociedades que han acumulado suficiente capital humano.

En comunidades que entre los suyos cuentan con líderes capaces de emprender proyectos diseñados para conquistar grandes mercados; con investigadores, ingenieros, o tecnólogos con alta capacidad para explotar las nuevas tecnologías y desatar un circulo virtuoso de invenciones e innovaciones.

Que también dispongan de un caudal de técnicos experimentados en la conducción eficiente de los más diversos procesos productivos y con una comunidad de cientos de miles trabajadores experimentada, capaz de garantizar con su esfuerzo y su disciplina la realización de cualquier proyecto productivo, por más grande y desafiante que sea.

Sin embargo, también tenían claro que todo esto debía estar soportado en un sistema educativo, suficientemente capaz de reproducir y ampliar en gran escala las capacidades y talentos que requiere una gran empresa productiva, capaz de generar riqueza para todos los chihuahuenses, sin excepción.

Ahora medio siglo después, o acaso más, tenemos la absoluta certeza de que la visión de aquellos grandes empresarios, era correcta; que su sueño ahora lo podemos realizar, porque contamos, y de sobra, con todos los elementos que se requieren para lanzar un nuevo modelo de desarrollo, que aprovecha el viejo modelo de industrialización centrado en la mano de obra no calificada, pero lo supera y lo transforma en una propuesta de desarrollo ahora bien cimentada en el liderazgo, en la creatividad, en los conocimientos, en la experiencia, en la disciplina y en el trabajo de todos los chihuahuenses.

Este nuevo modelo de desarrollo productivo que todos los chihuahuenses queremos y que pronto comenzaremos a construir, no rematará lo más preciado que tenemos: la capacidad de trabajo de nuestra clase trabajadora, de nuestros técnicos, de nuestros ingenieros, de nuestros investigadores, de nuestros líderes; por el contrario, ya está creando todas las condiciones para que en el marco de un nuevo modelo de desarrollo que enaltezca nuestras capacidades productivas, todas las mujeres y todos los hombres de Chihuahua reciban por su trabajo lo que merecen.

Finalmente, cuando habló del sueño recuerdo la experiencia de mi madre, de mi abuelo, quienes trabajaron para los grandes empresarios que a mediados del siglo pasado arriesgaron sus capitales para industrializar Chihuahua y pronto se dieron cuenta que todo teníamos, menos experiencia y conocimientos para realizar ese gran sueño de tener un Chihuahua grande y grandioso.

Pero afortunadamente, el sueño se ha cumplido y hoy tenemos toda la experiencia y todas las capacidades para hacer de Chihuahua una potencia productiva que impulse consigo el crecimiento y desarrollo de todo México.