/ viernes 26 de marzo de 2021

La ventaja de los malos tiempos

“Ni lo bueno ni lo malo son permanentemente eternos. Si en estos momentos nos encontramos en la oscuridad, sabemos que todo tendrá pronto que ser mejor. Es la ley natural”

Aunque el ser humano no lo percibe así, se gana más en los malos tiempos que en los buenos. Cuando existe abundancia económica, el beneficio va a nuestros bolsillos, mientras que cuando los tiempos son adversos, los beneficios van al espíritu. Casi nunca la prosperidad económica y la espiritual van de la mano.

Estar relativamente tranquilos cuando se tiene dinero no es muy meritorio, pero estarlo cuando no tenemos ni un cinco, se llama valentía. Entre menos deseamos, más felicidad obtenemos.

Es cierto, el terrorismo del hampa y del gobierno están presentes; los tiempos son malos, el dinero escaso, la vida cara, el virus desatado. ¿Y qué hacer?... trabajar más. No pararemos de ver el cielo por unas cuantas nubes.

La esperanza nunca muere, aunque los fracasos, la duda o el miedo nos abrumen. La esperanza puede estar adormecida y sólo tenemos que despertarla. Y así, el que más fracasos ha tenido, el que más ha sufrido y ha sobresalido, es el más digno de respeto. Ha luchado y ha vencido. Ha obtenido la ventaja de los malos tiempos.

El que ha pasado una buena parte de su vida en sufrimiento en realidad ha aprendido las valiosas lecciones de la paciencia, el amor, el valor, la fe, la determinación y la constancia.

Cuando sabemos que nuestro esfuerzo ha sido auténtico, hemos aprendido, aunque encontremos fracasos. Hemos encontrado que una o varias derrotas no son importantes, pues tan seguro como que el día sigue a la noche, o que después de la tormenta viene la calma, la esperanza ha triunfado, aunque debemos aclarar que no nos referimos al que criminalmente se autonombra “el gobierno de la esperanza”.

En la vida, todos tenemos malos y buenos tiempos. La ventaja de los malos es el aprendizaje que derivamos de ellos. Las lecciones que aprendemos de nuestros propios errores son mejores que lo que aprendemos en la universidad.

Es prudente dejar de quejarnos de todo y poner en acción nuestros planes, nuestros pensamientos, pues serán sólo sueños si no los ponemos en efecto. No sólo pensemos en cómo nos gustaría que fuera el próximo año, sino en qué acciones tomaremos para lograrlo.

Una de las ventajas adquiridas en los malos tiempos es que hemos aprendido que la incertidumbre es nuestra compañera de viaje, siempre. Sin embargo, en los buenos tiempos y especialmente en los malos, un hombre de bien sólo tiene una opción: seguir adelante.

“Ni lo bueno ni lo malo son permanentemente eternos. Si en estos momentos nos encontramos en la oscuridad, sabemos que todo tendrá pronto que ser mejor. Es la ley natural”

Aunque el ser humano no lo percibe así, se gana más en los malos tiempos que en los buenos. Cuando existe abundancia económica, el beneficio va a nuestros bolsillos, mientras que cuando los tiempos son adversos, los beneficios van al espíritu. Casi nunca la prosperidad económica y la espiritual van de la mano.

Estar relativamente tranquilos cuando se tiene dinero no es muy meritorio, pero estarlo cuando no tenemos ni un cinco, se llama valentía. Entre menos deseamos, más felicidad obtenemos.

Es cierto, el terrorismo del hampa y del gobierno están presentes; los tiempos son malos, el dinero escaso, la vida cara, el virus desatado. ¿Y qué hacer?... trabajar más. No pararemos de ver el cielo por unas cuantas nubes.

La esperanza nunca muere, aunque los fracasos, la duda o el miedo nos abrumen. La esperanza puede estar adormecida y sólo tenemos que despertarla. Y así, el que más fracasos ha tenido, el que más ha sufrido y ha sobresalido, es el más digno de respeto. Ha luchado y ha vencido. Ha obtenido la ventaja de los malos tiempos.

El que ha pasado una buena parte de su vida en sufrimiento en realidad ha aprendido las valiosas lecciones de la paciencia, el amor, el valor, la fe, la determinación y la constancia.

Cuando sabemos que nuestro esfuerzo ha sido auténtico, hemos aprendido, aunque encontremos fracasos. Hemos encontrado que una o varias derrotas no son importantes, pues tan seguro como que el día sigue a la noche, o que después de la tormenta viene la calma, la esperanza ha triunfado, aunque debemos aclarar que no nos referimos al que criminalmente se autonombra “el gobierno de la esperanza”.

En la vida, todos tenemos malos y buenos tiempos. La ventaja de los malos es el aprendizaje que derivamos de ellos. Las lecciones que aprendemos de nuestros propios errores son mejores que lo que aprendemos en la universidad.

Es prudente dejar de quejarnos de todo y poner en acción nuestros planes, nuestros pensamientos, pues serán sólo sueños si no los ponemos en efecto. No sólo pensemos en cómo nos gustaría que fuera el próximo año, sino en qué acciones tomaremos para lograrlo.

Una de las ventajas adquiridas en los malos tiempos es que hemos aprendido que la incertidumbre es nuestra compañera de viaje, siempre. Sin embargo, en los buenos tiempos y especialmente en los malos, un hombre de bien sólo tiene una opción: seguir adelante.