/ domingo 11 de octubre de 2020

Largas noches de San Lázaro, la danza por el dinero

Tuve la fortuna de pedir el voto para ser diputada federal por el Séptimo Distrito con cabecera en mi amado Cuauhtémoc, románticamente decía a mis electores que quería ir a hacer patria; quizá algo logré, honestamente la Cámara de los Diputados es una escuela y en mucho también una frustrante experiencia.

Dentro de las funciones más importantes la cámara está autorizar el Presupuesto de Egresos de la Federación, es decir, definir cómo se van a gastar los recursos que se reúnen vía los impuestos; este proceso inicia en septiembre de cada año, una vez que se recibe la propuesta, se trabaja en comisiones procurando que a todos los sectores de la vida nacional se les destinen recursos para solucionar los problemas que enfrentan.

Dinero para los poderes Judicial, Legislativo y Ejecutivo, organismos autónomos, Instituto Nacional Electoral, para municipios y estados, entre otros; del total de presupuesto a algunos rubros se les conoce como irreductibles, es decir, no pueden ser modificados, por ejemplo, sueldos de la burocracia; la propuesta enviada por el presidente de la República contiene las prioridades del gobierno, recursos para obras y adquisiciones en proceso y sólo un porcentaje menor se puede cambiar, para vigilar que así sea, altos funcionarios de la Secretaría de Hacienda se mudan al Palacio Legislativo durante prácticamente tres meses, se les conoce como “los duendes”, porque en las largas jornadas aparecen y desaparecen los recursos según las instrucciones o negociaciones con las fuerzas políticas; algunos diputados que se involucran a fondo en el proceso tienen que permanecer en el recinto, porque de lo contrario, en cualquier momento, ¡oh, sorpresa!, los recursos destinados a algún rubro desaparecen.

Recuerdo que en el primer año de mi función un proyecto vital para mi distrito, el Libramiento Sur de Cuauhtémoc, tenía tres años de registro pero sin presupuesto por lo que lo eliminaron; luego de largas discusiones con el presidente de la Comisión de Presupuesto, exigiendo devolvieran el dinero y no desecharan ese proyecto, creo que la rispidez de mis palabras fueron chisme de pasillo, … no voy a permitirles que sacrifiquen mi municipio, si no regresan el recurso, mi voto será en contra, pues no tendría cara para explicar a mis representados lo ocurrido sin que su representante hiciera nada por defenderlo; de modo tal que tuvieron que regresar el proyecto y darle dinero para iniciarlo.

Al año siguiente pretendían desaparecer un fondo para el altiplano semidesértico, con lo cual los productores se verían gravemente perjudicados, al hablar con mi líder de fracción en la sesión final para aprobación, en tono socarrón me dijo: Si logras juntar 251 firmas de apoyo lo dejamos, recuerdo haberme quitado los zapatos e ir lugar por lugar a pedir la firma de mis compañeros; 400 diputados nos apoyaron, para Chihuahua significó la compra de 500 tractores que se entregaron a los productores agropecuarios. Valieron la pena las ampollas en los pies.

He escuchado a muchas personas decir que los diputados son muy flojos porque se duermen en las sesiones, debo decir que quizás algunos lo sean, pero a otros el cansancio de varios días y sus noches en la cámara los agota físicamente. La danza por el dinero se está presentando en estos meses nuevamente, ojalá a Chihuahua le vaya muy bien.

Tuve la fortuna de pedir el voto para ser diputada federal por el Séptimo Distrito con cabecera en mi amado Cuauhtémoc, románticamente decía a mis electores que quería ir a hacer patria; quizá algo logré, honestamente la Cámara de los Diputados es una escuela y en mucho también una frustrante experiencia.

Dentro de las funciones más importantes la cámara está autorizar el Presupuesto de Egresos de la Federación, es decir, definir cómo se van a gastar los recursos que se reúnen vía los impuestos; este proceso inicia en septiembre de cada año, una vez que se recibe la propuesta, se trabaja en comisiones procurando que a todos los sectores de la vida nacional se les destinen recursos para solucionar los problemas que enfrentan.

Dinero para los poderes Judicial, Legislativo y Ejecutivo, organismos autónomos, Instituto Nacional Electoral, para municipios y estados, entre otros; del total de presupuesto a algunos rubros se les conoce como irreductibles, es decir, no pueden ser modificados, por ejemplo, sueldos de la burocracia; la propuesta enviada por el presidente de la República contiene las prioridades del gobierno, recursos para obras y adquisiciones en proceso y sólo un porcentaje menor se puede cambiar, para vigilar que así sea, altos funcionarios de la Secretaría de Hacienda se mudan al Palacio Legislativo durante prácticamente tres meses, se les conoce como “los duendes”, porque en las largas jornadas aparecen y desaparecen los recursos según las instrucciones o negociaciones con las fuerzas políticas; algunos diputados que se involucran a fondo en el proceso tienen que permanecer en el recinto, porque de lo contrario, en cualquier momento, ¡oh, sorpresa!, los recursos destinados a algún rubro desaparecen.

Recuerdo que en el primer año de mi función un proyecto vital para mi distrito, el Libramiento Sur de Cuauhtémoc, tenía tres años de registro pero sin presupuesto por lo que lo eliminaron; luego de largas discusiones con el presidente de la Comisión de Presupuesto, exigiendo devolvieran el dinero y no desecharan ese proyecto, creo que la rispidez de mis palabras fueron chisme de pasillo, … no voy a permitirles que sacrifiquen mi municipio, si no regresan el recurso, mi voto será en contra, pues no tendría cara para explicar a mis representados lo ocurrido sin que su representante hiciera nada por defenderlo; de modo tal que tuvieron que regresar el proyecto y darle dinero para iniciarlo.

Al año siguiente pretendían desaparecer un fondo para el altiplano semidesértico, con lo cual los productores se verían gravemente perjudicados, al hablar con mi líder de fracción en la sesión final para aprobación, en tono socarrón me dijo: Si logras juntar 251 firmas de apoyo lo dejamos, recuerdo haberme quitado los zapatos e ir lugar por lugar a pedir la firma de mis compañeros; 400 diputados nos apoyaron, para Chihuahua significó la compra de 500 tractores que se entregaron a los productores agropecuarios. Valieron la pena las ampollas en los pies.

He escuchado a muchas personas decir que los diputados son muy flojos porque se duermen en las sesiones, debo decir que quizás algunos lo sean, pero a otros el cansancio de varios días y sus noches en la cámara los agota físicamente. La danza por el dinero se está presentando en estos meses nuevamente, ojalá a Chihuahua le vaya muy bien.