/ sábado 18 de mayo de 2019

Las encuestan nos dicen que estamos desinformados

Hay quienes creen que los resultados de las encuestas de opinión sobre el desempeño del Ejecutivo estatal y su equipo de gobierno reflejan un meditado razonamiento político de los ciudadanos y diagnostican la realidad que los chihuahuenses enfrentamos. Nada más falso e hipotético que ello.

No es posible elaborar una valoración simultánea del desempeño de todos los gobernadores sin considerar las múltiples variables que cada uno tiene: la duración que lleva en el cargo, las políticas asumidas por cada uno para orientar el gasto público, el origen partidista de cada mandatario y su contraste con la ideología del Ejecutivo federal, las condiciones financieras que prevalecen en cada entidad y el grado de apoyo que recibe del gobierno federal. Estas y muchas variables más, sin duda, alteran la percepción ciudadana respecto al desempeño de cada uno.

Con certeza afirmo que los resultados de las encuestas de opinión no muestran lo que realmente piensan los ciudadanos, sino que sólo reflejan el grado de confusión, desinformación y manipulación informativa que dolosamente han sembrado en nuestra sociedad. Por ser herramientas estadísticas diseñadas para compilar opiniones inmediatas, improvisadas y subjetivas, los resultados brotan de una emoción o sensación espontánea y no de un razonamiento de hechos o conocimiento del sujeto valorado.

Las encuestas son estadísticas sobre frecuencia de respuestas repetidas, no juicios de valores. En la calificación negativa del gobernador, sin duda las respuestas fueron anticipadamente inducidas. No por el encuestador, sino por esos actores que circunstancialmente están confrontados con el gobernador, ya sea por diferencias políticas o por decisiones que rompieron vicios que rayaron en actos de corrupción y que fueron comunes durante la anterior administración.

Entre ellos, el finiquito de acuerdos económicos que fueron un derroche de recursos públicos para la hacienda estatal. Recién iniciada la actual administración, fue instaurada una feroz campaña de descalificación, negación de logros, denigración de personas y desprecio por cualquier acto oficial, embates que a la fecha siguen deformando la percepción de la colectividad respecto al desempeño de sus gobernantes.

Se ha impedido a los ciudadanos valorar, por ejemplo, que Chihuahua cuenta con el único gobernador que ha sido capaz de enfrentar y combatir la corrupción a fondo, empezando por la del Ejecutivo federal y su poderoso aparato político institucional; Chihuahua ocupa el primer lugar en cumplimiento de obligaciones tributarias y la Fiscalía General del Estado es reconocida como la mejor institución procuradora de justicia en todo el país. Todo esto contradice lo que las encuestas pretenden indicar.

En resumen: es falso que las encuestas califiquen con certeza el grado de aceptación del gobernador y es muy cierto que los chihuahuenses seguimos terriblemente desinformados.


alfredopineraguevara@gmail.com


Hay quienes creen que los resultados de las encuestas de opinión sobre el desempeño del Ejecutivo estatal y su equipo de gobierno reflejan un meditado razonamiento político de los ciudadanos y diagnostican la realidad que los chihuahuenses enfrentamos. Nada más falso e hipotético que ello.

No es posible elaborar una valoración simultánea del desempeño de todos los gobernadores sin considerar las múltiples variables que cada uno tiene: la duración que lleva en el cargo, las políticas asumidas por cada uno para orientar el gasto público, el origen partidista de cada mandatario y su contraste con la ideología del Ejecutivo federal, las condiciones financieras que prevalecen en cada entidad y el grado de apoyo que recibe del gobierno federal. Estas y muchas variables más, sin duda, alteran la percepción ciudadana respecto al desempeño de cada uno.

Con certeza afirmo que los resultados de las encuestas de opinión no muestran lo que realmente piensan los ciudadanos, sino que sólo reflejan el grado de confusión, desinformación y manipulación informativa que dolosamente han sembrado en nuestra sociedad. Por ser herramientas estadísticas diseñadas para compilar opiniones inmediatas, improvisadas y subjetivas, los resultados brotan de una emoción o sensación espontánea y no de un razonamiento de hechos o conocimiento del sujeto valorado.

Las encuestas son estadísticas sobre frecuencia de respuestas repetidas, no juicios de valores. En la calificación negativa del gobernador, sin duda las respuestas fueron anticipadamente inducidas. No por el encuestador, sino por esos actores que circunstancialmente están confrontados con el gobernador, ya sea por diferencias políticas o por decisiones que rompieron vicios que rayaron en actos de corrupción y que fueron comunes durante la anterior administración.

Entre ellos, el finiquito de acuerdos económicos que fueron un derroche de recursos públicos para la hacienda estatal. Recién iniciada la actual administración, fue instaurada una feroz campaña de descalificación, negación de logros, denigración de personas y desprecio por cualquier acto oficial, embates que a la fecha siguen deformando la percepción de la colectividad respecto al desempeño de sus gobernantes.

Se ha impedido a los ciudadanos valorar, por ejemplo, que Chihuahua cuenta con el único gobernador que ha sido capaz de enfrentar y combatir la corrupción a fondo, empezando por la del Ejecutivo federal y su poderoso aparato político institucional; Chihuahua ocupa el primer lugar en cumplimiento de obligaciones tributarias y la Fiscalía General del Estado es reconocida como la mejor institución procuradora de justicia en todo el país. Todo esto contradice lo que las encuestas pretenden indicar.

En resumen: es falso que las encuestas califiquen con certeza el grado de aceptación del gobernador y es muy cierto que los chihuahuenses seguimos terriblemente desinformados.


alfredopineraguevara@gmail.com