/ viernes 21 de septiembre de 2018

Las llamadas de don Federico Terrazas

Fueron múltiples llamadas

del sobrio don Federico;

que como culto…fue rico,

y alentó con sus llamadas.


El título de mi artículo obedece a una paráfrasis que hago de un artículo similar de mi amigo y contertulio editorial contador Alejandro Rueda Moreno, quien tituló su artículo del día 13 de septiembre próximo pasado… “La llamada de don Federico”, en el que se refiere al recientemente fallecido don Federico Terrazas Torres, y en el que explica cómo un empresario tan importante se tomaba el tiempo para hablar telefónicamente con personas que él consideraba tenían alguna valía cultural, para estimularlas con su palabra. No cabe duda que, como menciona Alejandro… don Federico no sólo tenía liderazgo, vocación, firmeza y respeto, era además un hombre pródigo con su estímulo y aliento.

Y yo retomé el título con: “Las llamadas de don Federico”; porque habiendo recibido una llamada similar allá por los años noventa, por el artículo de Alejandro me di cuenta que muchos debieron haber recibido su estímulo, si le merecieron la molestia.

Recuerdo que dormía apaciblemente la siesta de las tres de la tarde, cuando mi esposa me despertó para pasarme el teléfono, diciendo en voz baja… “te llama un señor Federico Terrazas”. Como no tengo relación alguna con el ámbito empresarial, el apelativo no me significó nada especial, tan sólo la seguridad de que no lo conocía; don Federico, atento, se presentó como un admirador de mis poemas que por aquel entonces se publicaban domingo a domingo en la sección Magazine de El Heraldo -o una similar anterior- pues casi llegué a completar diez o más años de hacerlo en la sección dominical; le agradecí su atención y estímulo, y si mal no recuerdo el poema que le agradó fue “Ayer pasó por mi calle”, que alude al Quijote de la Mancha en desgracia. Mi mujer, más intuitiva que yo, comentó que podía ser el empresario don Federico Terrazas; que me disculpe, le contesté a mi esposa, no tengo relación con empresarios, ni obligación de conocerlos, pero no creo que haya sido él. Días después, en un acto cívico de gobierno, distinguí a don Federico, pues alguien me lo señaló. Me acerqué a él y me identifiqué; adusto me confesó ser él quien me había llamado, quedé de llevarle uno o dos de mis poemarios; y él, a su vez, me envió tres libros editados por el Grupo Cementos de Chihuahua (G.C.C.): “Atlas Histórico de la Cd. de Chihuahua”, “Misiones para Chihuahua” y “Sur de Chihuahua; Itinerarios del Pasado”, valiosos libros que aún conservo con afecto y que mi compañero Alejandro Rueda no recibió; quizá con su comentario en su artículo, o con los de éste, logremos que la familia Terrazas se los envíe. Mucho lamenté no haber tenido la oportunidad de tratar a un hombre tan sensible como don Federico; era de esos hombres de los que se puede aprender mucho; pues sólo lo traté superficialmente en actos públicos. Descanse en paz un hombre tan valioso para la comunidad. A propósito, alguien me comentó que otro distinguidoempresario,don Salvador Corral, tenía enmarcado en la chimenea de su casa mi poema “Se van llenando de muertos”.

Aprovecho para desearle al Dr. Enrique Grajeda Herrera, por su nombramiento como Srio. de Salud del Estado, los mayores parabienes, los que te conocemos sabemos que eres garantía de seriedad y profesionalismo; enhorabuena, Jesús Enrique.


Fueron múltiples llamadas

del sobrio don Federico;

que como culto…fue rico,

y alentó con sus llamadas.


El título de mi artículo obedece a una paráfrasis que hago de un artículo similar de mi amigo y contertulio editorial contador Alejandro Rueda Moreno, quien tituló su artículo del día 13 de septiembre próximo pasado… “La llamada de don Federico”, en el que se refiere al recientemente fallecido don Federico Terrazas Torres, y en el que explica cómo un empresario tan importante se tomaba el tiempo para hablar telefónicamente con personas que él consideraba tenían alguna valía cultural, para estimularlas con su palabra. No cabe duda que, como menciona Alejandro… don Federico no sólo tenía liderazgo, vocación, firmeza y respeto, era además un hombre pródigo con su estímulo y aliento.

Y yo retomé el título con: “Las llamadas de don Federico”; porque habiendo recibido una llamada similar allá por los años noventa, por el artículo de Alejandro me di cuenta que muchos debieron haber recibido su estímulo, si le merecieron la molestia.

Recuerdo que dormía apaciblemente la siesta de las tres de la tarde, cuando mi esposa me despertó para pasarme el teléfono, diciendo en voz baja… “te llama un señor Federico Terrazas”. Como no tengo relación alguna con el ámbito empresarial, el apelativo no me significó nada especial, tan sólo la seguridad de que no lo conocía; don Federico, atento, se presentó como un admirador de mis poemas que por aquel entonces se publicaban domingo a domingo en la sección Magazine de El Heraldo -o una similar anterior- pues casi llegué a completar diez o más años de hacerlo en la sección dominical; le agradecí su atención y estímulo, y si mal no recuerdo el poema que le agradó fue “Ayer pasó por mi calle”, que alude al Quijote de la Mancha en desgracia. Mi mujer, más intuitiva que yo, comentó que podía ser el empresario don Federico Terrazas; que me disculpe, le contesté a mi esposa, no tengo relación con empresarios, ni obligación de conocerlos, pero no creo que haya sido él. Días después, en un acto cívico de gobierno, distinguí a don Federico, pues alguien me lo señaló. Me acerqué a él y me identifiqué; adusto me confesó ser él quien me había llamado, quedé de llevarle uno o dos de mis poemarios; y él, a su vez, me envió tres libros editados por el Grupo Cementos de Chihuahua (G.C.C.): “Atlas Histórico de la Cd. de Chihuahua”, “Misiones para Chihuahua” y “Sur de Chihuahua; Itinerarios del Pasado”, valiosos libros que aún conservo con afecto y que mi compañero Alejandro Rueda no recibió; quizá con su comentario en su artículo, o con los de éste, logremos que la familia Terrazas se los envíe. Mucho lamenté no haber tenido la oportunidad de tratar a un hombre tan sensible como don Federico; era de esos hombres de los que se puede aprender mucho; pues sólo lo traté superficialmente en actos públicos. Descanse en paz un hombre tan valioso para la comunidad. A propósito, alguien me comentó que otro distinguidoempresario,don Salvador Corral, tenía enmarcado en la chimenea de su casa mi poema “Se van llenando de muertos”.

Aprovecho para desearle al Dr. Enrique Grajeda Herrera, por su nombramiento como Srio. de Salud del Estado, los mayores parabienes, los que te conocemos sabemos que eres garantía de seriedad y profesionalismo; enhorabuena, Jesús Enrique.