El uso de la tribuna presidencial para dominar el espacio público es uno de los recursos más utilizados por los gobernantes populistas contemporáneos. Baste recordar el famoso programa de Hugo Chávez, “Aló Presidente”, inaugurado a los tres meses de su gobierno y transmitido todos los domingos a partir de las 11 am en el Sistema Nacional de Medios Públicos de Venezuela.
Donald Trump recurrió a la red social de “Twitter” para lanzar sus provocaciones, capturar la atención y manipular a la opinión pública en general, al grado de que la propia plataforma señaló como engañosos los últimos tuits de su cuenta personal. La empresa advertía a los usuarios incrustando en mensaje que lo señalaba que parte o todo el contenido ha sido objetado y puede ser engañoso” de acuerdo con su política de integridad cívica.
El presidente del país más poderoso del mundo enfrentó la censura de sus mentiras no sólo en Twitter, sino también por parte de las principales cadenas de televisión comercial ABC, NBC, CBS, Univisión y las cadenas públicas PBS y NPR en un hecho histórico.
En el caso de nuestro país, el presidente Andrés Manuel también recurre impunemente a la misma estrategia de ataque, engaño y manipulación de la opinión pública a través del potente espacio de “las mañaneras” diarias.
El pasado 6 de agosto, el cuestionado @TEPJF_informa, rechazó la determinación de la Comisión de Quejas y Denuncias del @INEMexico que consideró que “las mañaneras” implican promoción personalizada, actos anticipados de campaña fuera de los plazos previstos por la ley. Después de esta conveniente exoneración judicial, @lopezobrador_ arremetió con más intensidad en ese espacio público para denostar, atacar y engañar a la población. El portal independiente verificado.com.mx en su análisis de las diarias ruedas de prensa determinó que más de la mitad de las frases verificables afirmadas por López Obrador eran mentiras o verdades a medias: 40% verdaderas, 33% engañosas, 24% falsas y 3% en investigación.
Su plataforma mediática de “las mañaneras” impacta cotidianamente a la opinión pública que las replica en todas las redes sociales y los medios de comunicación masivos públicos y privados, amplificando su potencia sin contrapeso alguno, lo que las convierte en impunes.
Así lo hizo en el conflicto del agua de las presas de Chihuahua, donde se dedicó a deslegitimar la lucha, negar el problema social y económico, e inventarle un origen político electoral en el que denostaba a quienes apoyamos este movimiento, en especial a los legisladores y alcaldes del Partido Acción Nacional y al gobernador del estado @Javier_Corral, acusándonos de infiltrados, oportunistas, con intereses caciquiles y en mi caso personal como un agitador, que sólo pretende promover su candidatura para la gubernatura del estado en el proceso electoral en curso.
Por esa razón, el pasado 5 de noviembre presenté una demanda de amparo en términos del artículo 107 de la Ley de Amparo en contra del C. Presidente Andrés Manuel López Obrador, porque él no está facultado en ninguna ley para referirse así, sin un mandamiento escrito, causa legal y debido proceso violando de forma grave mis derechos fundamentales.
La libertad de expresión es un derecho de los gobernados, no de las autoridades cuando actúan con la investidura presidencial. Sus expresiones en ese carácter tienen que basarse en expedientes y documentos que las respalden. No pretenden informar sino descalificar mis acciones y hacerme parecer ante la sociedad como persona sin valor moral ni escrúpulos al juzgarme como autoridad sin medio de defensa en su tribunal especial de las “conferencias mañaneras”.
Solicité por medio de ese amparo la suspensión de dichos actos, declaraciones y la distribución de un pasquín titulado “La Verdad del Agua en Chihuahua”, anunciado por el propio presidente en su visita a Cd. Juarez y distribuido por los miembros de su @PartidoMorenaMx.
En la defensa del agua, en la defensa de la libertad y en la defensa de Chihuahua ¡ni un paso atrás!