/ miércoles 29 de mayo de 2019

Las mujeres y la migración


Se estima que la cantidad de migrantes internacionales alcanza más del 3% de la población mundial, de los cuales la mitad de este porcentaje se estima son mujeres.

Las experiencias que hombres y mujeres viven como migrantes varían y se encuentran determinadas por el género. La mayoría de esas diferencias son debidas al rol, conducta y relaciones que la sociedad de origen y destino atribuyen a, y esperan de, unos y otras.

Las convulsiones políticas y económicas, junto con la miseria que enfrentan varios países, hacen que persistan las presiones e incentivos para la migración.

El panorama migratorio ha cambiado, las mujeres han migrado desde siempre, pero en el pasado sus movimientos guardaban una relación más directa con la reunión familiar, o dependían de un migrante varón, en tanto hoy se trasladan como migrantes primarias por derecho propio. Esta tendencia es la que dio lugar a la frase “la feminización de la migración”.

Las relaciones entre hombres y mujeres en la sociedad del país de origen y los roles de unos y otras afectan su capacidad para migrar. Esos roles están condicionados, a su vez por la capacidad personal para tomar decisiones independientes y tener acceso a los recursos.

En el pasado los hombres migraban primero independientes de sus familias, en tanto que la movilidad de la mujer era menos autónoma y se encontraba restringida, pues se esperaba que se encargara de la familia.

En la actualidad la mujer ya no emigra para reunirse con su esposo, sino que migra sola para mejorar su situación social y económica. En general las mujeres deben enfrentar en sus países de origen situaciones socioculturales, legales y económicas difíciles y también limitaciones en el ámbito familiar como profesional. Estos factores están especialmente vinculados con el proceso de socialización y con la posición social que se les confiere en sus países.

Tras haber ahorrado sus ingresos durante algunos años muchas empiezan a cuestionar esta posibilidad, pues significaría perder la independencia social y económica que han encontrado en su país de destino.

En muchos países, el acceso a la asistencia médica tiene una estrecha vinculación con el status legal de los migrantes. Las mujeres son particularmente vulnerables en este caso, debido a la salud reproductiva y en algunas ocasiones sufren abusos físicos o sexuales durante el proceso de migración.

Realizar políticas de protección a la mujer migrante contribuirá al alcanzar el objetivo quinto de los objetivos de desarrollo sostenible.

¡Me siento orgullosa de ser hija de estas tierras norteñas!

heidy_universidad@hotmail.com


Se estima que la cantidad de migrantes internacionales alcanza más del 3% de la población mundial, de los cuales la mitad de este porcentaje se estima son mujeres.

Las experiencias que hombres y mujeres viven como migrantes varían y se encuentran determinadas por el género. La mayoría de esas diferencias son debidas al rol, conducta y relaciones que la sociedad de origen y destino atribuyen a, y esperan de, unos y otras.

Las convulsiones políticas y económicas, junto con la miseria que enfrentan varios países, hacen que persistan las presiones e incentivos para la migración.

El panorama migratorio ha cambiado, las mujeres han migrado desde siempre, pero en el pasado sus movimientos guardaban una relación más directa con la reunión familiar, o dependían de un migrante varón, en tanto hoy se trasladan como migrantes primarias por derecho propio. Esta tendencia es la que dio lugar a la frase “la feminización de la migración”.

Las relaciones entre hombres y mujeres en la sociedad del país de origen y los roles de unos y otras afectan su capacidad para migrar. Esos roles están condicionados, a su vez por la capacidad personal para tomar decisiones independientes y tener acceso a los recursos.

En el pasado los hombres migraban primero independientes de sus familias, en tanto que la movilidad de la mujer era menos autónoma y se encontraba restringida, pues se esperaba que se encargara de la familia.

En la actualidad la mujer ya no emigra para reunirse con su esposo, sino que migra sola para mejorar su situación social y económica. En general las mujeres deben enfrentar en sus países de origen situaciones socioculturales, legales y económicas difíciles y también limitaciones en el ámbito familiar como profesional. Estos factores están especialmente vinculados con el proceso de socialización y con la posición social que se les confiere en sus países.

Tras haber ahorrado sus ingresos durante algunos años muchas empiezan a cuestionar esta posibilidad, pues significaría perder la independencia social y económica que han encontrado en su país de destino.

En muchos países, el acceso a la asistencia médica tiene una estrecha vinculación con el status legal de los migrantes. Las mujeres son particularmente vulnerables en este caso, debido a la salud reproductiva y en algunas ocasiones sufren abusos físicos o sexuales durante el proceso de migración.

Realizar políticas de protección a la mujer migrante contribuirá al alcanzar el objetivo quinto de los objetivos de desarrollo sostenible.

¡Me siento orgullosa de ser hija de estas tierras norteñas!

heidy_universidad@hotmail.com