El clima de nuestra época, que ha producido grandes crisis espirituales, se relaciona de forma necesaria con las crisis afectivas de la mayoría de la gente. Nos urge educar a la inteligencia y al corazón, especialmente ahora cuando pareciera que lo importante es dar toda la información posible, aunque sea subjetiva, opinable y confusa.
Quizás la mayoría de la gente no se da cuenta de que el ambiente ambiguo que se proyecta en los medios de comunicación y en las redes sociales influye en la sociedad, y en cada persona, deteriorando su capacidad de comprensión hacia los demás, aunque pareciera todo lo contrario; pues por una parte se oye hablar de la atención a las minorías sin caer en cuenta, como dijo alguien, que las minorías más elementales somos cada uno de nosotros; y por otra parte, se fomenta un individualismo que nos hace ajenos a los demás. Hoy se sabe mucho de todo, pero se desconoce a las personas individuales.
Aquí hago referencia a un ejemplo concreto, pienso que hay muchos hombres que deberían pedirle perdón a sus esposas por cómo las han tratado en sus relaciones maritales. Y también, que algunas mujeres deberían hacer lo propio con el esposo, por el mismo motivo.
Las uniones íntimas entre marido y mujer deberían llevarse a cabo como auténticas relaciones humanas, es decir, que si el hombre es un compuesto consustancial de alma y cuerpo, esas relaciones no deben limitarse a la actividad puramente corporal, y ya que el alma tiene dos potencias superiores que son la inteligencia y la voluntad, dichas facultades han de estar presentes, también, en cada relación sexual, reconociendo al ser humano que es su cónyuge, valorándolo y amándolo con un acto consciente y libre.
El ideal a conseguir —en todas y cada una de esas uniones— es que puedan terminar, los dos, diciéndose sinceramente: ¡Gracias!
Supongo que a muchos estas ideas les parecerán cursis, pero cuando podemos meternos en el interior de las almas descubrimos grandes vacíos de comprensión y de cariño que repercuten en profundos sentimientos de fracaso, en asuntos que van más allá de lo que se puede vender y comprar con dinero.