/ viernes 5 de octubre de 2018

Las sombras blancas

Todos hemos admirado la danza de sombras que produce la luz de una fogata al reflejar los objetos sobre una pared. Sin embargo, ahora deseo referirme a un fenómeno distinto, y para ello lo invito a hacer la siguiente prueba: encienda usted una vela y ponga una linterna alumbrando hacia la llama para que ésta se proyecte en una superficie cercana. De esta manera podrá observar la sombra blanca, es la sombra del fuego, permitiendo descubrir el movimiento de los gases en plena combustión.

Las sombras blancas son un ejemplo de esas realidades que estando presentes en nuestra existencia, suelen pasarnos inadvertidas dado que nuestra atención suele estar ocupada en asuntos más llamativos, aunque no sean los más importantes.

Vale la pena recordar que lo espiritual es algonaturalen el ser humano, pues todo hombre tieneespíritu:alma. De no ser así se encontraría ubicado en el reino puramente animal, sin merecer ser tratado como hombre —sin Derechos Humanos— y, entre otras cosas, sin música.

Si Dios no existe, cuando me muera no sucederá nada, pues entonces pasaré a la nada. Pero si Dios existe —y es justo— el zangoloteo se va a poner bueno.

Lo sobrenatural es —por tanto— boleto de otro camión; su mismo nombre lo deja claro: Sobre-natural. Mientras el alma humana es natural en todo hombre, la capacidad de gozar de una felicidad fuera de esta vida y los medios que se han de emplear para conseguirla, pertenecen a ese mundo que nos supera. Ya sé que este argumento no convencerá a los ateos, ni a los agnósticos, pero no estoy tratando de convencer a nadie de nada.

En lo personal, considero que morir atropellado por un camión viejo, o morir atropellado por una camioneta de lujo, no marca diferencia. Lo realmente importante sería poder conocer si la gente famosa y rica, consiguieron el fin para el que nuestro Creador nos dio la vida al igual que la gente humilde o, por el contrario, serán infelices eternamente. Me gustaría que los periódicos tuvieran reporteros en el cielo para enterarnos de esos asuntos. Que los hombres muramos no es noticia, que nos salvemos, sí. Y como decían nuestras abuelas: “Que Dios nos agarre confesados”.

www.padrealejandro.com



Todos hemos admirado la danza de sombras que produce la luz de una fogata al reflejar los objetos sobre una pared. Sin embargo, ahora deseo referirme a un fenómeno distinto, y para ello lo invito a hacer la siguiente prueba: encienda usted una vela y ponga una linterna alumbrando hacia la llama para que ésta se proyecte en una superficie cercana. De esta manera podrá observar la sombra blanca, es la sombra del fuego, permitiendo descubrir el movimiento de los gases en plena combustión.

Las sombras blancas son un ejemplo de esas realidades que estando presentes en nuestra existencia, suelen pasarnos inadvertidas dado que nuestra atención suele estar ocupada en asuntos más llamativos, aunque no sean los más importantes.

Vale la pena recordar que lo espiritual es algonaturalen el ser humano, pues todo hombre tieneespíritu:alma. De no ser así se encontraría ubicado en el reino puramente animal, sin merecer ser tratado como hombre —sin Derechos Humanos— y, entre otras cosas, sin música.

Si Dios no existe, cuando me muera no sucederá nada, pues entonces pasaré a la nada. Pero si Dios existe —y es justo— el zangoloteo se va a poner bueno.

Lo sobrenatural es —por tanto— boleto de otro camión; su mismo nombre lo deja claro: Sobre-natural. Mientras el alma humana es natural en todo hombre, la capacidad de gozar de una felicidad fuera de esta vida y los medios que se han de emplear para conseguirla, pertenecen a ese mundo que nos supera. Ya sé que este argumento no convencerá a los ateos, ni a los agnósticos, pero no estoy tratando de convencer a nadie de nada.

En lo personal, considero que morir atropellado por un camión viejo, o morir atropellado por una camioneta de lujo, no marca diferencia. Lo realmente importante sería poder conocer si la gente famosa y rica, consiguieron el fin para el que nuestro Creador nos dio la vida al igual que la gente humilde o, por el contrario, serán infelices eternamente. Me gustaría que los periódicos tuvieran reporteros en el cielo para enterarnos de esos asuntos. Que los hombres muramos no es noticia, que nos salvemos, sí. Y como decían nuestras abuelas: “Que Dios nos agarre confesados”.

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