/ martes 3 de agosto de 2021

Las vacunas y los partidos 

Por: Antonio Ríos Ramírez

En las últimas semanas, bueno, desde que salieron las vacunas, ha habido cuestionamientos y dudas alrededor no sólo de su efectividad, sino también de los efectos colaterales producto de una o dos dosis. Una guerra de farmacéuticas por hacer el negocio del siglo en torno a la necesidad de vacunación contra un virus que no se acaba de esclarecer su origen, su impacto y su antídoto. Es increíble cómo el negocio y la política se colocaron por encima de la salud de los ciudadanos. No hay farmacéutica, ni gobierno que no haya visto la pandemia como una oportunidad grande, unos de negocio, otros de control y centralización de las vacunas. Ante una incapacidad de un gobierno por solucionar la aplicación, la logística y sus consecuencias, imposibilita a otros sectores de apoyar y acelerar los procesos, ¿por qué?

También en el aspecto político sucede lo mismo que las vacunas. Ha habido cuestionamientos y grandes dudas sobre los partidos políticos, su efectividad y los efectos colaterales por forzar a la ciudadanía sobre un modelo partidista que únicamente fomenta el poder y el dinero de los grupos, igual que las farmacéuticas. Y ven a los partidos políticos como el gran botín para enriquecerse y lograr el control de los gobiernos. Por los resultados vemos que a ningún partido político le interesa la ciudadanía, su bienestar y su desarrollo. Pero como es la única manera que tenemos, entonces vamos a votar por el menos malo, ya sin la esperanza de lograr una democracia hacia una mejor vida. Los efectos colaterales que vemos son los niveles de corrupción grandísimos, el gran ambiente de impunidad y una falta de coordinación y apoyos a los diferentes sectores. A veces creíamos que con una dosis adicional, o sea un “nuevo” partido, podíamos avanzar, pero ya nos dimos cuenta de que todos, todos, son iguales y buscan sus propios intereses.

Ante un ambiente crítico de desconocimiento y falta de responsabilidad continúan los contagios y los fallecimientos. Al igual, ante un desconocimiento de la democracia, de la falta de información a los ciudadanos y la falta de responsabilidad cívica de la población, los partidos políticos y el gobierno hacen lo que les da la gana con los ciudadanos.

Qué curioso que con aquellas vacunas que nos aplicaron de niños no había cuestionamientos, las aplicaban continuamente y en cualquier centro de salud y no cuestionábamos su efectividad, y no existía una “lucha” de compañías por mayor mercado. Era algo aceptado, de confianza y para todos.

Ahora, hasta para aplicar la ley a expresidentes corruptos se pide una consulta absurda y costosa. Sería interesante encontrar una vacuna contra la corrupción, con una dosis de vitaminas de ciudadanía y poder solicitar la cartilla de vacunación y de vitaminas a cada político o funcionario público antes de entrar al sector público; bueno, también a varios empresarios que padecen del mismo mal, la ambición, la codicia, la corrupción y la falta de responsabilidad social.

Hay una necesidad de un virus que contamine a los ciudadanos de valor y fortaleza ciudadana contra gobiernos, partidos políticos y algunos empresarios. Y que el antídoto para “matar” o “controlar” el virus sea tan ineficiente y genere tanta desconfianza como las vacunas contra esta pandemia. Sólo así tendremos una época de comunidades dominadas por ciudadanos.

email: antonio.rios@tec.mx, miembro de la Asociación de Editorialistas de Chihuahua

Por: Antonio Ríos Ramírez

En las últimas semanas, bueno, desde que salieron las vacunas, ha habido cuestionamientos y dudas alrededor no sólo de su efectividad, sino también de los efectos colaterales producto de una o dos dosis. Una guerra de farmacéuticas por hacer el negocio del siglo en torno a la necesidad de vacunación contra un virus que no se acaba de esclarecer su origen, su impacto y su antídoto. Es increíble cómo el negocio y la política se colocaron por encima de la salud de los ciudadanos. No hay farmacéutica, ni gobierno que no haya visto la pandemia como una oportunidad grande, unos de negocio, otros de control y centralización de las vacunas. Ante una incapacidad de un gobierno por solucionar la aplicación, la logística y sus consecuencias, imposibilita a otros sectores de apoyar y acelerar los procesos, ¿por qué?

También en el aspecto político sucede lo mismo que las vacunas. Ha habido cuestionamientos y grandes dudas sobre los partidos políticos, su efectividad y los efectos colaterales por forzar a la ciudadanía sobre un modelo partidista que únicamente fomenta el poder y el dinero de los grupos, igual que las farmacéuticas. Y ven a los partidos políticos como el gran botín para enriquecerse y lograr el control de los gobiernos. Por los resultados vemos que a ningún partido político le interesa la ciudadanía, su bienestar y su desarrollo. Pero como es la única manera que tenemos, entonces vamos a votar por el menos malo, ya sin la esperanza de lograr una democracia hacia una mejor vida. Los efectos colaterales que vemos son los niveles de corrupción grandísimos, el gran ambiente de impunidad y una falta de coordinación y apoyos a los diferentes sectores. A veces creíamos que con una dosis adicional, o sea un “nuevo” partido, podíamos avanzar, pero ya nos dimos cuenta de que todos, todos, son iguales y buscan sus propios intereses.

Ante un ambiente crítico de desconocimiento y falta de responsabilidad continúan los contagios y los fallecimientos. Al igual, ante un desconocimiento de la democracia, de la falta de información a los ciudadanos y la falta de responsabilidad cívica de la población, los partidos políticos y el gobierno hacen lo que les da la gana con los ciudadanos.

Qué curioso que con aquellas vacunas que nos aplicaron de niños no había cuestionamientos, las aplicaban continuamente y en cualquier centro de salud y no cuestionábamos su efectividad, y no existía una “lucha” de compañías por mayor mercado. Era algo aceptado, de confianza y para todos.

Ahora, hasta para aplicar la ley a expresidentes corruptos se pide una consulta absurda y costosa. Sería interesante encontrar una vacuna contra la corrupción, con una dosis de vitaminas de ciudadanía y poder solicitar la cartilla de vacunación y de vitaminas a cada político o funcionario público antes de entrar al sector público; bueno, también a varios empresarios que padecen del mismo mal, la ambición, la codicia, la corrupción y la falta de responsabilidad social.

Hay una necesidad de un virus que contamine a los ciudadanos de valor y fortaleza ciudadana contra gobiernos, partidos políticos y algunos empresarios. Y que el antídoto para “matar” o “controlar” el virus sea tan ineficiente y genere tanta desconfianza como las vacunas contra esta pandemia. Sólo así tendremos una época de comunidades dominadas por ciudadanos.

email: antonio.rios@tec.mx, miembro de la Asociación de Editorialistas de Chihuahua