/ lunes 11 de noviembre de 2019

LeBarón, crimen mitos y populismo

Una imagen grita más que diez mil palabras, vean las fotos y los rostros ante los restos calcinados donde perdieron la vida mujeres y niños de la familia LeBarón: https://www.huffpost.com/entry/mormon-mexico-ambush_n_5dc2e8d7e4b08b735d63810b

Décadas atrás aprendí en la carrera de Derecho que existía una excluyente de responsabilidad penal "el robo por necesidad", cuando alguien en una situación de pobreza extrema robaba para comer, situación extrema que excluía a quien lo cometía de ser sancionado.

Cuando AMLO y su servidor éramos jóvenes universitarios, en algunos puntos alejados de las serranías del país se cultivaba marihuana y se rayaban los bulbos de las amapolas para extraerles ese líquido blanco que se convertiría en goma y posteriormente en heroína. Pero en aquellos años y por aquellas tierras nadie traía camionetas del año ni usaba sombreros de 100 dólares ni botas de 500.

Actualmente la izquierda mexicana y algunas almas miopes siguen opinando que la razón por la cual personas pobres se dedican al cultivo y trasiego de la droga sigue siendo por la miseria, ya que prácticamente no existen actividades productivas en las serranías que permitan vivir con dignidad.

Además, en esos alejados territorios de la geografía nacional por lo general no hay suficiente tierra cultivable ni suficiente agua para regarla, pero el cultivo y fabricación de droga hace posible recuperar millones de pesos para rotular, sembrar, regar y recoger unas cuantas toneladas o kilos de producto.

Además, somos vecinos del mayor mercado de consumo de drogas y éstas, a diferencia de lo que sucedía décadas atrás, se han convertido en un producto socialmente aceptable, porque hoy nadie se escandaliza en Nueva York cuando un alto ejecutivo saca su recipiente de polvo blanco para energizarse antes que inicie la Bolsa.

La última moda es la fabricación de fentanilo en laboratorios rústicos escondidos en las serranías y las metrópolis, que ha provocado una epidemia de consumo de opioides con miles de muertes y delitos colaterales para financiarse el vicio, que cobra miles de muertes todos los años entre nuestros vecinos del norte.

Los mexicanos presumimos de muy imaginativos para improvisar, que llevado el crimen organizado provocó que las pandillas contratadas por las mafias para distribuir y vender la droga que no podían exportar, rápidamente utilizaron sus camionetas y armas para extorsionar, secuestrar y asesinar, compitiendo con los gobiernos por el monopolio de la violencia y el control del mismo territorio.

Donde los $3,500 mensuales que les ofrece AMLO a los jóvenes para dejar el crimen no alcanza para comprar sombreros de100 dólares ni botas de 500, mucho menos camionetas, fiesta y bebidas para ligarse a las flores más bellas del ejido, después de que probaron las fajas de billetes y el glamour de cargar una pistola con cachas de madreperla y un cuervo de chivo. Aquí ya no se trata de miseria, sino de billetes y poder, aun cuando los jovenazos exitosos del crimen exploten a un cierto número de criminales proletarios.

Una imagen grita más que diez mil palabras, vean las fotos y los rostros ante los restos calcinados donde perdieron la vida mujeres y niños de la familia LeBarón: https://www.huffpost.com/entry/mormon-mexico-ambush_n_5dc2e8d7e4b08b735d63810b

Décadas atrás aprendí en la carrera de Derecho que existía una excluyente de responsabilidad penal "el robo por necesidad", cuando alguien en una situación de pobreza extrema robaba para comer, situación extrema que excluía a quien lo cometía de ser sancionado.

Cuando AMLO y su servidor éramos jóvenes universitarios, en algunos puntos alejados de las serranías del país se cultivaba marihuana y se rayaban los bulbos de las amapolas para extraerles ese líquido blanco que se convertiría en goma y posteriormente en heroína. Pero en aquellos años y por aquellas tierras nadie traía camionetas del año ni usaba sombreros de 100 dólares ni botas de 500.

Actualmente la izquierda mexicana y algunas almas miopes siguen opinando que la razón por la cual personas pobres se dedican al cultivo y trasiego de la droga sigue siendo por la miseria, ya que prácticamente no existen actividades productivas en las serranías que permitan vivir con dignidad.

Además, en esos alejados territorios de la geografía nacional por lo general no hay suficiente tierra cultivable ni suficiente agua para regarla, pero el cultivo y fabricación de droga hace posible recuperar millones de pesos para rotular, sembrar, regar y recoger unas cuantas toneladas o kilos de producto.

Además, somos vecinos del mayor mercado de consumo de drogas y éstas, a diferencia de lo que sucedía décadas atrás, se han convertido en un producto socialmente aceptable, porque hoy nadie se escandaliza en Nueva York cuando un alto ejecutivo saca su recipiente de polvo blanco para energizarse antes que inicie la Bolsa.

La última moda es la fabricación de fentanilo en laboratorios rústicos escondidos en las serranías y las metrópolis, que ha provocado una epidemia de consumo de opioides con miles de muertes y delitos colaterales para financiarse el vicio, que cobra miles de muertes todos los años entre nuestros vecinos del norte.

Los mexicanos presumimos de muy imaginativos para improvisar, que llevado el crimen organizado provocó que las pandillas contratadas por las mafias para distribuir y vender la droga que no podían exportar, rápidamente utilizaron sus camionetas y armas para extorsionar, secuestrar y asesinar, compitiendo con los gobiernos por el monopolio de la violencia y el control del mismo territorio.

Donde los $3,500 mensuales que les ofrece AMLO a los jóvenes para dejar el crimen no alcanza para comprar sombreros de100 dólares ni botas de 500, mucho menos camionetas, fiesta y bebidas para ligarse a las flores más bellas del ejido, después de que probaron las fajas de billetes y el glamour de cargar una pistola con cachas de madreperla y un cuervo de chivo. Aquí ya no se trata de miseria, sino de billetes y poder, aun cuando los jovenazos exitosos del crimen exploten a un cierto número de criminales proletarios.