/ martes 26 de abril de 2022

Legisladores ¿representantes de quién? 

A partir de los hechos de la semana pasada, definitivamente “algo” no está bien en nuestro camino a la democracia. Por un lado, vemos a un presidente manipulando, presionando, amenazando y además desperdiciando el poco presupuesto que tenemos como país, para satisfacer un ego y promoción de su imagen. Por otro lado, vemos a una cámara de legisladores con un nivel de debate, si se le puede llamar debate, fuera de la altura para argumentar, presentar y discutir formas de propuestas y esquemas de pensamiento. Así, sólo se dedica a insultar, enfrentar y eludir propuestas. Obviamente, algunos de los que escuchamos parte de este circo “democrático” fuimos testigos de una falta de respeto por las personas, por las instituciones, pero más aún por la ciudadanía que supuestamente somos los directamente impactados.


Pareciera que el patrón parlamentario de los legisladores es el mismo de las últimas décadas, y se dice, si seguimos haciendo lo mismo que hemos hecho hasta ahora, tendremos los mismos resultados que hemos tenido. Definitivamente, no sé si requieren “capacitación” para investigar, argumentar y presentar para por lo menos empezar a crear una cultura parlamentaria. Igualmente, como sucede en muchos de los ámbitos de nuestro país, la impunidad es característica de nuestro esquema legislativo. Existe un reglamento para el comportamiento de los legisladores, sin embargo, pocas veces o pudiera ser que nunca, se aplica para sancionar el comportamiento de los legisladores. Como queremos acabar con la impunidad, si en nuestras instituciones que supuestamente establecen esquemas de comportamientos y sus sanciones, existe total anarquía. Se les llamaba la atención, una y otra vez, ¡y pareciera que les decían “continúen!, continúen! Es una tristeza ver el nivel de la mayoría de nuestros legisladores, que, en teoría, son nuestros representantes.

Llama la atención cómo estos legisladores se convierten en lacayos del presidente, de un partido político o de un grupo político. Pareciera que los “dueños-jefes” de cada legislador es el partido político o el presidente. Y sabemos que los que pagan sus sueldos, que no son bajos, somos todos los que aportamos mes a mes nuestros impuestos.

Igualmente hay una falta de respeto y representatividad de las comunidades que los eligieron. Existen muchas zonas del país donde el pensamiento de los ciudadanos es uno completamente diferente al comportamiento o decisión de voto del legislador que los representa. Una vez que son electos pasan a ser “propiedad” del presidente, de un partido político o de un grupo. Y dejan de “pensar” en las comunidades. Se convierten en títeres manipulados sin derecho, ni capacidad de pensamiento o representatividad.

Cada vez que exista un posicionamiento ante una iniciativa se debería consultar a los representados de las regiones para que el legislador lleve la voz de la ciudadanía. Y, a la vez, tener argumentos ante los ciudadanos para representar algún posicionamiento, ya sea a favor o en contra.


La sociedad organizada debiéramos mantener una constante “rendición de cuentas” de nuestros legisladores e impedir que el presidente o los partidos políticos se adueñen de los esclavos legisladores que, ante amenazas y presiones dejan de “pensar” y llevar la representatividad ante las diferentes instituciones. Entendamos que los legisladores son representantes de las comunidades, no del presidente, ni de los partidos políticos y defendamos el derecho de ser escuchados y representados ante los grandes problemas del país.


email: antonio.rios@tec.mx, miembro de la Asociación de Editorialistas de Chihuahua


A partir de los hechos de la semana pasada, definitivamente “algo” no está bien en nuestro camino a la democracia. Por un lado, vemos a un presidente manipulando, presionando, amenazando y además desperdiciando el poco presupuesto que tenemos como país, para satisfacer un ego y promoción de su imagen. Por otro lado, vemos a una cámara de legisladores con un nivel de debate, si se le puede llamar debate, fuera de la altura para argumentar, presentar y discutir formas de propuestas y esquemas de pensamiento. Así, sólo se dedica a insultar, enfrentar y eludir propuestas. Obviamente, algunos de los que escuchamos parte de este circo “democrático” fuimos testigos de una falta de respeto por las personas, por las instituciones, pero más aún por la ciudadanía que supuestamente somos los directamente impactados.


Pareciera que el patrón parlamentario de los legisladores es el mismo de las últimas décadas, y se dice, si seguimos haciendo lo mismo que hemos hecho hasta ahora, tendremos los mismos resultados que hemos tenido. Definitivamente, no sé si requieren “capacitación” para investigar, argumentar y presentar para por lo menos empezar a crear una cultura parlamentaria. Igualmente, como sucede en muchos de los ámbitos de nuestro país, la impunidad es característica de nuestro esquema legislativo. Existe un reglamento para el comportamiento de los legisladores, sin embargo, pocas veces o pudiera ser que nunca, se aplica para sancionar el comportamiento de los legisladores. Como queremos acabar con la impunidad, si en nuestras instituciones que supuestamente establecen esquemas de comportamientos y sus sanciones, existe total anarquía. Se les llamaba la atención, una y otra vez, ¡y pareciera que les decían “continúen!, continúen! Es una tristeza ver el nivel de la mayoría de nuestros legisladores, que, en teoría, son nuestros representantes.

Llama la atención cómo estos legisladores se convierten en lacayos del presidente, de un partido político o de un grupo político. Pareciera que los “dueños-jefes” de cada legislador es el partido político o el presidente. Y sabemos que los que pagan sus sueldos, que no son bajos, somos todos los que aportamos mes a mes nuestros impuestos.

Igualmente hay una falta de respeto y representatividad de las comunidades que los eligieron. Existen muchas zonas del país donde el pensamiento de los ciudadanos es uno completamente diferente al comportamiento o decisión de voto del legislador que los representa. Una vez que son electos pasan a ser “propiedad” del presidente, de un partido político o de un grupo. Y dejan de “pensar” en las comunidades. Se convierten en títeres manipulados sin derecho, ni capacidad de pensamiento o representatividad.

Cada vez que exista un posicionamiento ante una iniciativa se debería consultar a los representados de las regiones para que el legislador lleve la voz de la ciudadanía. Y, a la vez, tener argumentos ante los ciudadanos para representar algún posicionamiento, ya sea a favor o en contra.


La sociedad organizada debiéramos mantener una constante “rendición de cuentas” de nuestros legisladores e impedir que el presidente o los partidos políticos se adueñen de los esclavos legisladores que, ante amenazas y presiones dejan de “pensar” y llevar la representatividad ante las diferentes instituciones. Entendamos que los legisladores son representantes de las comunidades, no del presidente, ni de los partidos políticos y defendamos el derecho de ser escuchados y representados ante los grandes problemas del país.


email: antonio.rios@tec.mx, miembro de la Asociación de Editorialistas de Chihuahua