/ miércoles 9 de febrero de 2022

Les falta dinero, mucho dinero

La incertidumbre que ha generado el gobierno de Morena desde el 1 de diciembre del 2018 se debe a las políticas improvisadas que se han planteado sin un sustento jurídico, social o económico, además de una notoria incongruencia entre el discurso y el actuar del mandatario federal, así como de sus seguidores.

Lo vimos nuevamente en el paquete económico para el ejercicio fiscal 2022, aprobado por la mayoría en la Cámara de Diputados el año pasado, una ley de ingresos demasiado ambiciosa para los tiempos presentes y una cerrazón para atender temas prioritarios como la salud, la reactivación económica y la seguridad. Su estrategia, porque si tiene, obedece desde mi punto de vista a programas sociales electoreros, sin criterios técnicos, ni bases de datos confiables; además obras de infraestructura que sólo han favorecido a ciertos grupos de poder, y de las cuales no se tiene certeza de que funcionarán en el corto y mediano plazo.

Sus ambiciosas proyecciones de recaudación de impuestos e indicadores macroeconómicos han llevado año con año a este gobierno de la transformación a quedarse sin dinero, por lo que han echado mano de fondos, fideicomisos, inventarse una supuesta “austeridad republicana”, y más recientemente una reforma legal para que 16 órganos descentralizados y desconcentrados sean adscritos a diversas secretarías e incluso desaparecer algunos como el Sistema Nacional Anticorrupción (SNA).

Lo anterior, además de conocer que para el presidente muchos de éstos no deberían existir, ya que a su parecer son de poca utilidad y muy costosos, como el SNA, o aquellos que tienen entre sus atribuciones con investigación. Sin duda, el presidente busca de dónde obtener dinero, aunque con la posible reforma el monto no representa gran cantidad, sin embargo, el daño a las instituciones podría costar mucho más a las y los mexicanos.

Las leyes de ingresos de los últimos cuatro años, las decisiones autoritarias del presidente, que asoman rasgos de autoritarismo, tienen al país en una gran incertidumbre; además de la pandemia que no cede en y que en México muestra los más negativos datos, en números de test aplicados, camas, vacunas, atención médica oportuna, y un índice de mortalidad que supera por mucho la que se tiene a nivel mundial, etc., para ello, están buscando cómo completar sus proyecciones tributarias, algunos expertos señalan que la deuda este año no será de casi un billón de pesos, sino que rebasará la cifra de 1.3 billones de pesos, por lo que es claro que recurran a más deuda.


El gobierno federal necesita dinero, mucho dinero, para seguir con sus programas sociales fallidos, para seguir tirando el dinero en obras que no servirán a los mexicanos y que son la fuente de la corrupción del presidente, su familia, amigos y cercanos; no le importa, porque su fin es perpetuarse en el poder y seguir jugando con la esperanza de millones de mexicanos que confían en que la 4T es su oportunidad de salir de la pobreza, pero, sin embargo, cada vez hay más pobres, porque hay menos inversión, menos empleo, menos dinero y menos consumo; y lo peor, se avizora una gran recesión, que los mexicanos tendremos que afrontar mínimo los siguientes 20 años.



La incertidumbre que ha generado el gobierno de Morena desde el 1 de diciembre del 2018 se debe a las políticas improvisadas que se han planteado sin un sustento jurídico, social o económico, además de una notoria incongruencia entre el discurso y el actuar del mandatario federal, así como de sus seguidores.

Lo vimos nuevamente en el paquete económico para el ejercicio fiscal 2022, aprobado por la mayoría en la Cámara de Diputados el año pasado, una ley de ingresos demasiado ambiciosa para los tiempos presentes y una cerrazón para atender temas prioritarios como la salud, la reactivación económica y la seguridad. Su estrategia, porque si tiene, obedece desde mi punto de vista a programas sociales electoreros, sin criterios técnicos, ni bases de datos confiables; además obras de infraestructura que sólo han favorecido a ciertos grupos de poder, y de las cuales no se tiene certeza de que funcionarán en el corto y mediano plazo.

Sus ambiciosas proyecciones de recaudación de impuestos e indicadores macroeconómicos han llevado año con año a este gobierno de la transformación a quedarse sin dinero, por lo que han echado mano de fondos, fideicomisos, inventarse una supuesta “austeridad republicana”, y más recientemente una reforma legal para que 16 órganos descentralizados y desconcentrados sean adscritos a diversas secretarías e incluso desaparecer algunos como el Sistema Nacional Anticorrupción (SNA).

Lo anterior, además de conocer que para el presidente muchos de éstos no deberían existir, ya que a su parecer son de poca utilidad y muy costosos, como el SNA, o aquellos que tienen entre sus atribuciones con investigación. Sin duda, el presidente busca de dónde obtener dinero, aunque con la posible reforma el monto no representa gran cantidad, sin embargo, el daño a las instituciones podría costar mucho más a las y los mexicanos.

Las leyes de ingresos de los últimos cuatro años, las decisiones autoritarias del presidente, que asoman rasgos de autoritarismo, tienen al país en una gran incertidumbre; además de la pandemia que no cede en y que en México muestra los más negativos datos, en números de test aplicados, camas, vacunas, atención médica oportuna, y un índice de mortalidad que supera por mucho la que se tiene a nivel mundial, etc., para ello, están buscando cómo completar sus proyecciones tributarias, algunos expertos señalan que la deuda este año no será de casi un billón de pesos, sino que rebasará la cifra de 1.3 billones de pesos, por lo que es claro que recurran a más deuda.


El gobierno federal necesita dinero, mucho dinero, para seguir con sus programas sociales fallidos, para seguir tirando el dinero en obras que no servirán a los mexicanos y que son la fuente de la corrupción del presidente, su familia, amigos y cercanos; no le importa, porque su fin es perpetuarse en el poder y seguir jugando con la esperanza de millones de mexicanos que confían en que la 4T es su oportunidad de salir de la pobreza, pero, sin embargo, cada vez hay más pobres, porque hay menos inversión, menos empleo, menos dinero y menos consumo; y lo peor, se avizora una gran recesión, que los mexicanos tendremos que afrontar mínimo los siguientes 20 años.