/ martes 31 de mayo de 2022

Liberalismo vs izquierda 

No es cierto que las sociedades liberales sean más salvajes que el comunismo y sus derivados, porque son los únicos Estados cuyo derecho se enmarca en severos principios jurídicos que se aplican, realmente, a todos, en plano de igualdad ante la ley. En ellos los mercados son civilizadores en el momento que motivan la necesidad cívica de simpatía con el deseo de hacer un bien verdadero al otro con base en el satisfactorio consentimiento mutuo. Las utilidades privadas no son capitalismo, pues son una característica mínima común de las sociedades precapitalistas.

El capitalismo, en realidad, surge cuando el derecho a la iniciativa económica personal se haya protegido y nutrido. Estamos llamados a crear más de lo que consumimos. La empresa es una virtud moral de las mentes creativas que buscan este propósito. Por ello, las democracias modernas liberales ofrecen más comodidad, libertad, vitalidad artística y científica, una vida más larga y segura, menos enfermedades y contaminación, mejor que todas las formas de gobierno que se han ensayado y las personas votan por ellas al marcharse, por mar y tierra, con tal de llegar a ellas.

Si una sociedad sabe cómo crear riqueza y no lo hace, entonces la pobreza es inmoral. La experiencia histórica ha probado que un sistema diseñado para pecadores es menos nocivo que un sistema diseñado para no pecar. Es cuando la caridad resulta dañina para la gente cuando es obligatoria, en vez de voluntaria. Marca la decadencia de una sociedad política. Eso explica por qué los partidos socialistas sólo tienen de "socialistas" el nombre, y una cierta habilidad para impedir el desarrollo de la economía. La abundancia que prometen debería llevarnos a entender mejor la vía de la virtud.

Por lo contrario. La explotación utópica del socialismo busca compensar sus pérdidas con sangre humana, con cada gota de sudor, hambre, sufrimiento y muerte de una multitud esclava. Porque la utopía no está sujeta a ningún resultado obligatorio. Pero la mayor pobreza en los regímenes de izquierda se presenta con la pérdida del derecho a la libertad e iniciativa económicas. Con una economía decreciente, estos sistemas son incapaces de derrotar a la envidia, constante destructora de la paz civil, lo que motiva el odio por el orden social y, por consecuencia, la violencia.

La izquierda y la izquierda extrema no funcionan, evolutivamente, de acuerdo con las disposiciones sociales, pues sus costos sociales superan los beneficios, y el conflicto de intereses es mayor al beneficio individual. El socialismo ha naufragado, y no es de sus restos de donde se podrán extraer los remedios contra las enfermedades sociales, económicas y políticas del liberalismo. Corregir los vicios del liberalismo sólo vendrá del liberalismo. El comunismo es irreversible en el sentido de que es irreformable. Un sistema totalitario no puede mejorarse: sólo puede conservarse o hundirse.

La única manera de mejorar el comunismo es deshacerse de él. Su longevidad es una anomalía debido a la excelencia de su sistema represivo. La izquierda no es imperfecta porque, en realidad, nunca ha llegado a ser, y las economías administradas por el Estado nunca han cumplido sus objetivos con solidez, como vemos la vuelta a las privatizaciones de Venezuela o en la reciente alabanza del neoliberalismo por el presidente Andrés Manuel López Obrador. Hay que poner una cruz, de una vez por todas, sobre el comunismo y todo lo emparentado con él.


agusperezr@hotmail.com

Administrador financiero


No es cierto que las sociedades liberales sean más salvajes que el comunismo y sus derivados, porque son los únicos Estados cuyo derecho se enmarca en severos principios jurídicos que se aplican, realmente, a todos, en plano de igualdad ante la ley. En ellos los mercados son civilizadores en el momento que motivan la necesidad cívica de simpatía con el deseo de hacer un bien verdadero al otro con base en el satisfactorio consentimiento mutuo. Las utilidades privadas no son capitalismo, pues son una característica mínima común de las sociedades precapitalistas.

El capitalismo, en realidad, surge cuando el derecho a la iniciativa económica personal se haya protegido y nutrido. Estamos llamados a crear más de lo que consumimos. La empresa es una virtud moral de las mentes creativas que buscan este propósito. Por ello, las democracias modernas liberales ofrecen más comodidad, libertad, vitalidad artística y científica, una vida más larga y segura, menos enfermedades y contaminación, mejor que todas las formas de gobierno que se han ensayado y las personas votan por ellas al marcharse, por mar y tierra, con tal de llegar a ellas.

Si una sociedad sabe cómo crear riqueza y no lo hace, entonces la pobreza es inmoral. La experiencia histórica ha probado que un sistema diseñado para pecadores es menos nocivo que un sistema diseñado para no pecar. Es cuando la caridad resulta dañina para la gente cuando es obligatoria, en vez de voluntaria. Marca la decadencia de una sociedad política. Eso explica por qué los partidos socialistas sólo tienen de "socialistas" el nombre, y una cierta habilidad para impedir el desarrollo de la economía. La abundancia que prometen debería llevarnos a entender mejor la vía de la virtud.

Por lo contrario. La explotación utópica del socialismo busca compensar sus pérdidas con sangre humana, con cada gota de sudor, hambre, sufrimiento y muerte de una multitud esclava. Porque la utopía no está sujeta a ningún resultado obligatorio. Pero la mayor pobreza en los regímenes de izquierda se presenta con la pérdida del derecho a la libertad e iniciativa económicas. Con una economía decreciente, estos sistemas son incapaces de derrotar a la envidia, constante destructora de la paz civil, lo que motiva el odio por el orden social y, por consecuencia, la violencia.

La izquierda y la izquierda extrema no funcionan, evolutivamente, de acuerdo con las disposiciones sociales, pues sus costos sociales superan los beneficios, y el conflicto de intereses es mayor al beneficio individual. El socialismo ha naufragado, y no es de sus restos de donde se podrán extraer los remedios contra las enfermedades sociales, económicas y políticas del liberalismo. Corregir los vicios del liberalismo sólo vendrá del liberalismo. El comunismo es irreversible en el sentido de que es irreformable. Un sistema totalitario no puede mejorarse: sólo puede conservarse o hundirse.

La única manera de mejorar el comunismo es deshacerse de él. Su longevidad es una anomalía debido a la excelencia de su sistema represivo. La izquierda no es imperfecta porque, en realidad, nunca ha llegado a ser, y las economías administradas por el Estado nunca han cumplido sus objetivos con solidez, como vemos la vuelta a las privatizaciones de Venezuela o en la reciente alabanza del neoliberalismo por el presidente Andrés Manuel López Obrador. Hay que poner una cruz, de una vez por todas, sobre el comunismo y todo lo emparentado con él.


agusperezr@hotmail.com

Administrador financiero