/ miércoles 13 de junio de 2018

Línea editorial y discurso de odio

Falleció el maestro fundador de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Autónoma de Chihuahua, don José Luis Orozco Alcántar, a quien el actual director, Abraham Paniagua, describe con gran asertividad: Un hombre íntegro, de pensamiento intenso, siempre comprometido con el desarrollo universitario, en especial el mexicano. Descanse en paz.

La línea editorial de los medios de comunicación, por muy libre que se presente, está dictada por una serie de elementos internos y externos.

Dentro de estos aspectos propios de los medios tiene mucho peso el aspecto ético, dentro del cual, sin duda, se encuentra la taxativa de evitar el discurso de odio.

Este tipo de discurso no sólo es censurado desde el punto de vista deontológico, sino que incluso desde el punto de vista legal -en el ámbito nacional e internacional- y jurisprudencial, ha sido motivo de determinaciones que buscan proteger el bien público de la concordia y la necesaria tolerancia que debe existir entre puntos de vista discordantes.

La Convención Americana de los Derechos Humanos, en su artículo 13, párrafo quinto, prohíbe toda propaganda y apología que incite al odio, con fines de provocar violencia en contra de una persona o un grupo, con motivo de raza, color, religión, idioma u origen nacional.

A esta descripción, sin duda debe agregarse la intolerancia a las diversas formas de pensamiento y expresión.

Por ello, los medios de comunicación pueden difundir información relativa a discursos de odio, pero desde el punto de vista ético y jurídico, deben cuidar el límite al informar de ello.

Podrán informar de la propuesta de mochar manos a ladrones o castrar a violadores, pero no podrán incitar directamente a la población a incurrir en tales conductas.

Al informar del hecho, el medio de comunicación no incita a la violencia, porque sólo da cuenta de un acontecimiento o declaración ocurrida.

Culpar al medio de comunicación de participar en ese discurso de odio al informar es un atentado a la libre expresión de las ideas y constituye censura previa.

Los medios de comunicación tienen el imperativo ético de difundir la información de la violencia que ocurre en una comunidad, y no por ello debe ser censurado por el Estado, convertido en gran censor de la moral social que dicta desde un espacio de poder que tiende al absolutista pensamiento homogéneo.

Cumplir con el deber de informar sobre la violencia no es incitar al odio o a la violencia.

Incitar al odio o a la violencia es contrario al principio de tolerancia y pluralidad que fundamenta el Estado democrático, y por tanto es un límite a la línea editorial.

http://robertopinon.blogspot.mx





Falleció el maestro fundador de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Autónoma de Chihuahua, don José Luis Orozco Alcántar, a quien el actual director, Abraham Paniagua, describe con gran asertividad: Un hombre íntegro, de pensamiento intenso, siempre comprometido con el desarrollo universitario, en especial el mexicano. Descanse en paz.

La línea editorial de los medios de comunicación, por muy libre que se presente, está dictada por una serie de elementos internos y externos.

Dentro de estos aspectos propios de los medios tiene mucho peso el aspecto ético, dentro del cual, sin duda, se encuentra la taxativa de evitar el discurso de odio.

Este tipo de discurso no sólo es censurado desde el punto de vista deontológico, sino que incluso desde el punto de vista legal -en el ámbito nacional e internacional- y jurisprudencial, ha sido motivo de determinaciones que buscan proteger el bien público de la concordia y la necesaria tolerancia que debe existir entre puntos de vista discordantes.

La Convención Americana de los Derechos Humanos, en su artículo 13, párrafo quinto, prohíbe toda propaganda y apología que incite al odio, con fines de provocar violencia en contra de una persona o un grupo, con motivo de raza, color, religión, idioma u origen nacional.

A esta descripción, sin duda debe agregarse la intolerancia a las diversas formas de pensamiento y expresión.

Por ello, los medios de comunicación pueden difundir información relativa a discursos de odio, pero desde el punto de vista ético y jurídico, deben cuidar el límite al informar de ello.

Podrán informar de la propuesta de mochar manos a ladrones o castrar a violadores, pero no podrán incitar directamente a la población a incurrir en tales conductas.

Al informar del hecho, el medio de comunicación no incita a la violencia, porque sólo da cuenta de un acontecimiento o declaración ocurrida.

Culpar al medio de comunicación de participar en ese discurso de odio al informar es un atentado a la libre expresión de las ideas y constituye censura previa.

Los medios de comunicación tienen el imperativo ético de difundir la información de la violencia que ocurre en una comunidad, y no por ello debe ser censurado por el Estado, convertido en gran censor de la moral social que dicta desde un espacio de poder que tiende al absolutista pensamiento homogéneo.

Cumplir con el deber de informar sobre la violencia no es incitar al odio o a la violencia.

Incitar al odio o a la violencia es contrario al principio de tolerancia y pluralidad que fundamenta el Estado democrático, y por tanto es un límite a la línea editorial.

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